/ viernes 15 de junio de 2018

Yo experimento un profundo deseo de aumentar la cantidad de alegría inofensiva...

El futbol es la manifestación de alegría más grande que existe... vamos al Mundial.

Finalmente el balón está en juego. Los comentaristas que tanto pregonaban el desinterés de los rusos por la celebración del Mundial, ahora, asombrados miran cómo las calles moscovitas se han llenado de vida, llamando sobre todo, la gran cantidad de mexicanos presentes en la gran fiesta. Estos comentaristas olvidan que en Francia- 98 dijeron exactamente lo mismo, cuando la gente en las calles y todos los informadores veían más interes entre los franceses por el torneo Roland Garros que por el Mundial, para que a la hora de la inauguración hicieran el mismo comentario que ahora.

Me perdí el espectáculo previo, penosamente porque lo hubiera tomado como un entremés, pues jamás he escuchado al cantante Robbin Williams, pero lo que más me interesaba se mostraba tal como lo había imaginado, con un lleno a reventar, con un orden ejemplar y con un ambiente de fiesta, en el que los asistentes rusos, o no son como los comentaristas nos los han querido presentar, o han sido contagiados por la ruidosa alegría de mexicanos y brasileños presentes.

El juego inició como es de esperar de dos equipos de los que se espera muy poco, incluyendo a los locales, cuya ventaja era precisamente el hecho de encontrarse en su estadio apoyado por su público y por el fervor generalizado al escuchar su himno, por cierto uno de los más hermosos, que curiosamente, fue rescatado por el pueblo ruso, ya que había sido sustituido después de el desplome del socialismo soviético, buscando cortar cualquier recuerdo del duro régimen sufrido por tan largo tiempo, pero el pueblo ha querido que en memoria de tantos rusos caídos, sea el viejo himno el que prevalezca, volviendo a escuchar sus hermosos acordes.

Y con un ambiente bien distinto al que se anunciaba, rodó la pelota. Como era de esperar, los equipos que para nada son considerados para el protagonismo, el principio fue una consecución de errores que exhibían la poca experiencia en estas justas de los participantes, siendo las más claras cometidas en medio campo, en donde un pase equivocado ponía a riesgo la portería de quien perdía el balón, hasta que al minuto 12, Casimsky se vale de la mayor ventaja mostrada por los rusos, su estatura, para ganar un balón alto, cabeceando justo a donde el portero ni siquiera intentó ir por el balón.

Rusia, producto de la ventaja obtenida, mejoró su juego sin que Arabia perdiera entusiasmo y, así el ligero dominio ruso volvió a ser provechoso, cuando al minuto 42, Cherichev, que había sustituido a Dzagoev, quien abandonó el huego por lesión, y que en una jugada afortunada, donde el balón disputado con un defensor botó en su favor, lo que aprovechó haciendo gala de buena técnica para escaparse y quedar perfilado para sacar un remate fuerte que venció nuevamente al portero árabe para poner el marcador 2-0 y así irse al descanso.

El inicio de la segunda parte fue totalmente distinto a la finalización de la primera. El equipo árabe, tranquilizado en los vestuarios por su director técnico, nuestro viejo conocido Juan Antonio Pissi, se adueñó de la posesión del balón y del control del terreno de juego, pero sin crear grandes peligros al meta ruso, pero amenizando las acciones dando interés al juego y alborotando las tribunas, en donde mexicanos y españoles comenzaron a ensayar la ola, a la que se fueron agregando los demás asistentes, generándose un buen ambiente.

Así, después de una buena cantidad de llegadas mal cuilminadas por ambos bandos, Dzayuba ingresó en sustitución de Samedov, quien cumplió una buena actuación en la línea media. Fue por el lado derecho, donde Mario Fernández, brasileño naturalizado, había creado una avenida por la que los rusos transitaron con frecuencia, para que con un centro alto y preciso, el recién ingresado, aprovechando su 1.97 de estatura, tocara por primera vez el balón, rematándolo con un fuerte y preciso frentazo que envió al fondo de la portería contraria para aumentar a tres la diferencia. Ahora, los rusos fueron tomando mucha más confianza, convirtiéndose en los dueños del terreno, en donde todas las líneas se vieron superiores a las de los árabes, para que ya sobre el tiempo, Cherichev, exReal Madrid y hoy mejor jugador del equipo ruso, se creara un espacio apenas justo para golpear de tres dedos para apuntarse su segundo gol del partido, por cierto un golazo. Finalmente, Alexandr Golovin, quien con 22 años es el jugador más joven del equipo ruso, al 93 cobró un tiro libre desde fuera del área para con un excelente tiro pegado al poste y sentenciar el partido con un cinco a cero, que ratifica la tradición donde hasta ahora ningún equipo organizador ha perdido el juego inicial.

Hasta pronto amigo.

El futbol es la manifestación de alegría más grande que existe... vamos al Mundial.

Finalmente el balón está en juego. Los comentaristas que tanto pregonaban el desinterés de los rusos por la celebración del Mundial, ahora, asombrados miran cómo las calles moscovitas se han llenado de vida, llamando sobre todo, la gran cantidad de mexicanos presentes en la gran fiesta. Estos comentaristas olvidan que en Francia- 98 dijeron exactamente lo mismo, cuando la gente en las calles y todos los informadores veían más interes entre los franceses por el torneo Roland Garros que por el Mundial, para que a la hora de la inauguración hicieran el mismo comentario que ahora.

Me perdí el espectáculo previo, penosamente porque lo hubiera tomado como un entremés, pues jamás he escuchado al cantante Robbin Williams, pero lo que más me interesaba se mostraba tal como lo había imaginado, con un lleno a reventar, con un orden ejemplar y con un ambiente de fiesta, en el que los asistentes rusos, o no son como los comentaristas nos los han querido presentar, o han sido contagiados por la ruidosa alegría de mexicanos y brasileños presentes.

El juego inició como es de esperar de dos equipos de los que se espera muy poco, incluyendo a los locales, cuya ventaja era precisamente el hecho de encontrarse en su estadio apoyado por su público y por el fervor generalizado al escuchar su himno, por cierto uno de los más hermosos, que curiosamente, fue rescatado por el pueblo ruso, ya que había sido sustituido después de el desplome del socialismo soviético, buscando cortar cualquier recuerdo del duro régimen sufrido por tan largo tiempo, pero el pueblo ha querido que en memoria de tantos rusos caídos, sea el viejo himno el que prevalezca, volviendo a escuchar sus hermosos acordes.

Y con un ambiente bien distinto al que se anunciaba, rodó la pelota. Como era de esperar, los equipos que para nada son considerados para el protagonismo, el principio fue una consecución de errores que exhibían la poca experiencia en estas justas de los participantes, siendo las más claras cometidas en medio campo, en donde un pase equivocado ponía a riesgo la portería de quien perdía el balón, hasta que al minuto 12, Casimsky se vale de la mayor ventaja mostrada por los rusos, su estatura, para ganar un balón alto, cabeceando justo a donde el portero ni siquiera intentó ir por el balón.

Rusia, producto de la ventaja obtenida, mejoró su juego sin que Arabia perdiera entusiasmo y, así el ligero dominio ruso volvió a ser provechoso, cuando al minuto 42, Cherichev, que había sustituido a Dzagoev, quien abandonó el huego por lesión, y que en una jugada afortunada, donde el balón disputado con un defensor botó en su favor, lo que aprovechó haciendo gala de buena técnica para escaparse y quedar perfilado para sacar un remate fuerte que venció nuevamente al portero árabe para poner el marcador 2-0 y así irse al descanso.

El inicio de la segunda parte fue totalmente distinto a la finalización de la primera. El equipo árabe, tranquilizado en los vestuarios por su director técnico, nuestro viejo conocido Juan Antonio Pissi, se adueñó de la posesión del balón y del control del terreno de juego, pero sin crear grandes peligros al meta ruso, pero amenizando las acciones dando interés al juego y alborotando las tribunas, en donde mexicanos y españoles comenzaron a ensayar la ola, a la que se fueron agregando los demás asistentes, generándose un buen ambiente.

Así, después de una buena cantidad de llegadas mal cuilminadas por ambos bandos, Dzayuba ingresó en sustitución de Samedov, quien cumplió una buena actuación en la línea media. Fue por el lado derecho, donde Mario Fernández, brasileño naturalizado, había creado una avenida por la que los rusos transitaron con frecuencia, para que con un centro alto y preciso, el recién ingresado, aprovechando su 1.97 de estatura, tocara por primera vez el balón, rematándolo con un fuerte y preciso frentazo que envió al fondo de la portería contraria para aumentar a tres la diferencia. Ahora, los rusos fueron tomando mucha más confianza, convirtiéndose en los dueños del terreno, en donde todas las líneas se vieron superiores a las de los árabes, para que ya sobre el tiempo, Cherichev, exReal Madrid y hoy mejor jugador del equipo ruso, se creara un espacio apenas justo para golpear de tres dedos para apuntarse su segundo gol del partido, por cierto un golazo. Finalmente, Alexandr Golovin, quien con 22 años es el jugador más joven del equipo ruso, al 93 cobró un tiro libre desde fuera del área para con un excelente tiro pegado al poste y sentenciar el partido con un cinco a cero, que ratifica la tradición donde hasta ahora ningún equipo organizador ha perdido el juego inicial.

Hasta pronto amigo.