/ lunes 23 de marzo de 2020

Desde El Faro | ¿Quién era "Firulais"?

En un grupo donde estamos la mayoría de los “Cronistas Municipales” del estado de Tamaulipas, con frecuencia compartimos temas relacionados a la historia, la crónica o investigaciones que realizamos a manera de colaborar con información de nuestro trabajo diario. No siempre es información de nuestra historia citadina, sino también temas interesantes en general.

Cuando el compañero cronista de González, José Alfredo Pérez Moctezuma, comentó al Firulais, se me hizo interesante por la familiaridad con la que todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido o conocido a un “Firulais”.

La historia del famoso Firulais se remonta a un hecho anecdótico. Todo parece indicar, y según la crónica oral, que un torero de Jalisco llamado Federico Ochoa dejó la afición a los toros por presiones de sus padres que no creían en sus habilidades como torero, pensaban que solo era una inquietud en la que no tendría trascendencia ni éxito en el arte de la tauromaquia.

Con el tiempo sus progenitores murieron, pero como grandes hacendados le dejaron una gran y abundante herencia que tristemente el aspirante a torero no supo administrar y se dedicó a despilfarrar, hasta que finalmente quedó en bancarrota.

Al quedarse sin dinero y fuera del apoyo económico de la familia o amigos, no tuvo otro remedio que ponerse a trabajar de payaso para sobrevivir, ya que tampoco sabía hacer nada.

En esa época que andaba en búsqueda de trabajo caminó de un lado para otro solo, hasta que en un parque un perro lo siguió y lo siguió. Como él también estaba solo, no le quedó más remedio que adoptar al perrito que le “movía la cola”, un perro callejero, sin pedigrí, más bien flacucho y sucio.

Se resignó a su compañía y como lo traía a todos lados pensó que podría actuar con él haciendo algún truco simpático por el que la gente al verlo desenvolverse le podía obsequiar algunas monedas.

Había que bautizarlo con algún nombre al que decidió llamar sin mucho ahínco “Firulais”, porque fue lo primero que le salió al ver lo desalineado del cachorro, y así por algún tiempo fueron compañeros y el Firulais se volvió famoso junto con el payaso.

Pero tristemente con el tiempo el Firulais, como su vida fue difícil y desnutrida, no duró mucho, finalmente murió dejando a su compañero solo y muy triste, porque en realidad había nacido entre ellos un gran cariño, ya que se deban mutua compañía.

Por el dolor de haber perdido a su amigo, decidió llamar Firulais a todo aquel perro que se le cruzara en su camino, usualmente haciendo referencia a los perros callejeros.

Curiosamente de tanto llamar de la misma manera a cuantos perros se le cruzaban en el camino, Federico Ochoa terminó adoptando el nombre de su fiel e inolvidable amigo y decide llamarse el “Payaso Firulais”.

La gente poco a poco fue adoptando el nombre para ponerle a sus simpáticas mascotas el simple mote.

Ahora, con la maravilla de la tecnología y las plataformas digitales, podemos conocer una gran cantidad de historias de los atrevidos y simpáticos Firulais que existen en todos lados.

¿Usted conoce a un Firulais?

En un grupo donde estamos la mayoría de los “Cronistas Municipales” del estado de Tamaulipas, con frecuencia compartimos temas relacionados a la historia, la crónica o investigaciones que realizamos a manera de colaborar con información de nuestro trabajo diario. No siempre es información de nuestra historia citadina, sino también temas interesantes en general.

Cuando el compañero cronista de González, José Alfredo Pérez Moctezuma, comentó al Firulais, se me hizo interesante por la familiaridad con la que todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido o conocido a un “Firulais”.

La historia del famoso Firulais se remonta a un hecho anecdótico. Todo parece indicar, y según la crónica oral, que un torero de Jalisco llamado Federico Ochoa dejó la afición a los toros por presiones de sus padres que no creían en sus habilidades como torero, pensaban que solo era una inquietud en la que no tendría trascendencia ni éxito en el arte de la tauromaquia.

Con el tiempo sus progenitores murieron, pero como grandes hacendados le dejaron una gran y abundante herencia que tristemente el aspirante a torero no supo administrar y se dedicó a despilfarrar, hasta que finalmente quedó en bancarrota.

Al quedarse sin dinero y fuera del apoyo económico de la familia o amigos, no tuvo otro remedio que ponerse a trabajar de payaso para sobrevivir, ya que tampoco sabía hacer nada.

En esa época que andaba en búsqueda de trabajo caminó de un lado para otro solo, hasta que en un parque un perro lo siguió y lo siguió. Como él también estaba solo, no le quedó más remedio que adoptar al perrito que le “movía la cola”, un perro callejero, sin pedigrí, más bien flacucho y sucio.

Se resignó a su compañía y como lo traía a todos lados pensó que podría actuar con él haciendo algún truco simpático por el que la gente al verlo desenvolverse le podía obsequiar algunas monedas.

Había que bautizarlo con algún nombre al que decidió llamar sin mucho ahínco “Firulais”, porque fue lo primero que le salió al ver lo desalineado del cachorro, y así por algún tiempo fueron compañeros y el Firulais se volvió famoso junto con el payaso.

Pero tristemente con el tiempo el Firulais, como su vida fue difícil y desnutrida, no duró mucho, finalmente murió dejando a su compañero solo y muy triste, porque en realidad había nacido entre ellos un gran cariño, ya que se deban mutua compañía.

Por el dolor de haber perdido a su amigo, decidió llamar Firulais a todo aquel perro que se le cruzara en su camino, usualmente haciendo referencia a los perros callejeros.

Curiosamente de tanto llamar de la misma manera a cuantos perros se le cruzaban en el camino, Federico Ochoa terminó adoptando el nombre de su fiel e inolvidable amigo y decide llamarse el “Payaso Firulais”.

La gente poco a poco fue adoptando el nombre para ponerle a sus simpáticas mascotas el simple mote.

Ahora, con la maravilla de la tecnología y las plataformas digitales, podemos conocer una gran cantidad de historias de los atrevidos y simpáticos Firulais que existen en todos lados.

¿Usted conoce a un Firulais?