/ sábado 10 de octubre de 2020

Hablemos de Tecnología | Los 7 pecados digitales

Existe un espacio muy breve, muy pequeño, casi imperceptible entre el placer y el pecado, de ahí, provienen los miedos, las pasiones, los arrebatos y también los más espantosos errores, ahí, nacen tiranos, demonios, pero también ángeles y genios, y con el paso de la humanidad al mundo digital, arrastramos con nosotros ese lugar, ahora vive en Internet y convierte los pecados de capitales a digitales.

La historia nos cuenta que en el siglo IV el personaje que quería conseguir la perfección moral, Evagrio el Póntico, definió las 8 principales pasiones humanas: ira, soberbia, vanidad, envidia, avaricia, cobardía, gula y lujuria. Y que fue el Papa San Gregorio (540-604), quien los oficializó definitivamente con el orden que conocemos hoy, dejándolas solo en 7, el cual fue empleado también después por Dante Alighieri en su obra inmortal, la Divina Comedia.

De esos tiempos al de hoy, amigo lector, mucho se ha escrito, mucho se ha hablado, mucho se ha evolucionado y también porqué no decirlo, mucho se ha pecado.

Nuestra especie, presa de su naturaleza animal, conjuga y adapta su medio, analógicos o digitales, los humanos siempre seremos humanos. Y con las consecuencias vividas ya por la crisis sanitaria mundial y los problemas que el confinamiento forzado causó, y siguen causando en la salud emocional de toda la población, hoy, las pasiones se exacerban y se mimetizan con la vida digital, es por ello que resumo para usted, los nuevos 7 pecados digitales. Comencemos:

La lujuria, se basa en la excesiva presencia de pensamientos de tipo sexual y los pensamientos posesivos relacionados con otras personas, ya sean cercanas o no. Las benditas redes sociales construyen y también destruyen relaciones sentimentales, amistades, noviazgos y hasta matrimonios, pero más allá de los celos, la lujuria hoy vive en Tinder® una aplicación de citas, encuentros e incluso se le puede considerar como una red social, con ella puede chatear y conseguir una cita con personas que se han seleccionado mutuamente.

La ira tiene que ver con el enfado y el odio hacia los demás. Un sentimiento tan agresivo como peligroso que puede ocasionar daños irreversibles. En internet tenemos a Twitter®, una plataforma de mensajes cortos que se ha vuelto el campo de batalla por excelencia entre políticos, celebridades, o simples mortales que tenemos la oportunidad de enviar un mensaje directo a cualquier otro usuario, desde su vecino hasta al presidente y decirte nuestra “humilde” opinión sobre su obra y persona, sencillamente una joyita.

La soberbia, por su parte, se basa en ese deseo incontrolable de intentar ser o mostrarse siempre mejor que los demás. Un pecado que resulta de la sobrevaloración del yo personal. Y en este tenor no hay mejor ejemplo en el mundo digital que Instagram® una red social donde todo es perfecto, hermoso y excéntrico, una utopía digital llena de restaurantes de lujo y un culto desmedido a la apariencia.

La avaricia, también es un pecado capital que basa su máxima en el egoísmo. Es decir, la obtención de riquezas, mayormente materiales, con la finalidad de guardarlas sin compartir nada con los demás. Las personas que sienten avaricia también pueden gastar todas sus riquezas en cualquier momento sin contar con nadie para ello. Y aunque tenemos muchos ejemplos de este pecado en el mundo digital me quedo con Amazon®, una empresa que sencillamente vende o venderá todo lo que se pueda vender.

La envidia supone por su parte simplemente tener el continuo deseo de poseer aquello que otro tiene en su poder. En muchas ocasiones, esto se convierte en un trastorno obsesivo del que pueden desembocar múltiples enfermedades mentales. Y aquí no hay vuelta de hoja, Facebook® es el rey de la envidia, tanto que tuvieron que incluir tres diferentes emociones de aprobación, Me Gusta, Me Encanta y Me Importa, solo para atender a expresar, sí, está bien.

La pereza, en cambio, radica en la incapacidad de una persona en realizar o aceptar algo. Un pecado que se basa en la falta de madurez y que suele perjudicar a otras personas a la hora de realizarlo. También en la procrastinación exagerada de las cosas, y como pecado digital de ella, propongo a Netflix®; cuando le preguntaron a Reed Hastings CEO de la empresa, ¿Cuál era la principal competencia que tenían?, él fue tajante en su respuesta: El Sueño.

Y, por último, La gula, la cual se identifica con el ansia y la glotonería. Es decir, el consumo excesivo de comida o bebida, que también puede incluir un poco de egoísmo que afecta a las relaciones interpersonales sobre todo a la hora de compartir. Hoy la gula vive en UberEats®, nunca había sido tan simple y sencillo comprar alimentos, y recibirlos en instantes en el hogar, una tentación muy real a un precio bastante razonable.

Y por ahora termino aquí amigo lector, preguntando cuántas de estas aplicaciones usa, yo por ejemplo, ahora estoy por recibir mi almuerzo en UberEats®, para sentarme a ver Netflix®, hay una nueva serie la cuál luego postearé en Facebook® y criticaré inmisericordemente en Twitter® mientras le tomo a una foto con el nuevo celular que compré en Amazon® apenas antier y la posteo con 20 filtros en Instagram®. ¿Tinder®?, esa no la tengo instalada mi amor. Éxito.

Quédate en Casa.

Facebook:

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tecnologia@lalodelatorre.com

Existe un espacio muy breve, muy pequeño, casi imperceptible entre el placer y el pecado, de ahí, provienen los miedos, las pasiones, los arrebatos y también los más espantosos errores, ahí, nacen tiranos, demonios, pero también ángeles y genios, y con el paso de la humanidad al mundo digital, arrastramos con nosotros ese lugar, ahora vive en Internet y convierte los pecados de capitales a digitales.

La historia nos cuenta que en el siglo IV el personaje que quería conseguir la perfección moral, Evagrio el Póntico, definió las 8 principales pasiones humanas: ira, soberbia, vanidad, envidia, avaricia, cobardía, gula y lujuria. Y que fue el Papa San Gregorio (540-604), quien los oficializó definitivamente con el orden que conocemos hoy, dejándolas solo en 7, el cual fue empleado también después por Dante Alighieri en su obra inmortal, la Divina Comedia.

De esos tiempos al de hoy, amigo lector, mucho se ha escrito, mucho se ha hablado, mucho se ha evolucionado y también porqué no decirlo, mucho se ha pecado.

Nuestra especie, presa de su naturaleza animal, conjuga y adapta su medio, analógicos o digitales, los humanos siempre seremos humanos. Y con las consecuencias vividas ya por la crisis sanitaria mundial y los problemas que el confinamiento forzado causó, y siguen causando en la salud emocional de toda la población, hoy, las pasiones se exacerban y se mimetizan con la vida digital, es por ello que resumo para usted, los nuevos 7 pecados digitales. Comencemos:

La lujuria, se basa en la excesiva presencia de pensamientos de tipo sexual y los pensamientos posesivos relacionados con otras personas, ya sean cercanas o no. Las benditas redes sociales construyen y también destruyen relaciones sentimentales, amistades, noviazgos y hasta matrimonios, pero más allá de los celos, la lujuria hoy vive en Tinder® una aplicación de citas, encuentros e incluso se le puede considerar como una red social, con ella puede chatear y conseguir una cita con personas que se han seleccionado mutuamente.

La ira tiene que ver con el enfado y el odio hacia los demás. Un sentimiento tan agresivo como peligroso que puede ocasionar daños irreversibles. En internet tenemos a Twitter®, una plataforma de mensajes cortos que se ha vuelto el campo de batalla por excelencia entre políticos, celebridades, o simples mortales que tenemos la oportunidad de enviar un mensaje directo a cualquier otro usuario, desde su vecino hasta al presidente y decirte nuestra “humilde” opinión sobre su obra y persona, sencillamente una joyita.

La soberbia, por su parte, se basa en ese deseo incontrolable de intentar ser o mostrarse siempre mejor que los demás. Un pecado que resulta de la sobrevaloración del yo personal. Y en este tenor no hay mejor ejemplo en el mundo digital que Instagram® una red social donde todo es perfecto, hermoso y excéntrico, una utopía digital llena de restaurantes de lujo y un culto desmedido a la apariencia.

La avaricia, también es un pecado capital que basa su máxima en el egoísmo. Es decir, la obtención de riquezas, mayormente materiales, con la finalidad de guardarlas sin compartir nada con los demás. Las personas que sienten avaricia también pueden gastar todas sus riquezas en cualquier momento sin contar con nadie para ello. Y aunque tenemos muchos ejemplos de este pecado en el mundo digital me quedo con Amazon®, una empresa que sencillamente vende o venderá todo lo que se pueda vender.

La envidia supone por su parte simplemente tener el continuo deseo de poseer aquello que otro tiene en su poder. En muchas ocasiones, esto se convierte en un trastorno obsesivo del que pueden desembocar múltiples enfermedades mentales. Y aquí no hay vuelta de hoja, Facebook® es el rey de la envidia, tanto que tuvieron que incluir tres diferentes emociones de aprobación, Me Gusta, Me Encanta y Me Importa, solo para atender a expresar, sí, está bien.

La pereza, en cambio, radica en la incapacidad de una persona en realizar o aceptar algo. Un pecado que se basa en la falta de madurez y que suele perjudicar a otras personas a la hora de realizarlo. También en la procrastinación exagerada de las cosas, y como pecado digital de ella, propongo a Netflix®; cuando le preguntaron a Reed Hastings CEO de la empresa, ¿Cuál era la principal competencia que tenían?, él fue tajante en su respuesta: El Sueño.

Y, por último, La gula, la cual se identifica con el ansia y la glotonería. Es decir, el consumo excesivo de comida o bebida, que también puede incluir un poco de egoísmo que afecta a las relaciones interpersonales sobre todo a la hora de compartir. Hoy la gula vive en UberEats®, nunca había sido tan simple y sencillo comprar alimentos, y recibirlos en instantes en el hogar, una tentación muy real a un precio bastante razonable.

Y por ahora termino aquí amigo lector, preguntando cuántas de estas aplicaciones usa, yo por ejemplo, ahora estoy por recibir mi almuerzo en UberEats®, para sentarme a ver Netflix®, hay una nueva serie la cuál luego postearé en Facebook® y criticaré inmisericordemente en Twitter® mientras le tomo a una foto con el nuevo celular que compré en Amazon® apenas antier y la posteo con 20 filtros en Instagram®. ¿Tinder®?, esa no la tengo instalada mi amor. Éxito.

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