/ martes 13 de julio de 2021

Ocurrencias del futbol | ¡México, México, ra, ra, ra!

Sucesos extraños, antifutbol, antideportivos, antihumanos solapados por CONCACAF con la permisividad de la FIFA y la Comisión de Árbitros. Acciones de las que han sido testigos la prensa especializada, la televisión, la radio y la fanaticada que llena los estadios para disfrutar de un espectáculo sano.

Aunque sabemos bien que este problema predomina desde que el futbol existe y, ante la imposibilidad de comentar todos los casos referentes al futbol, en donde la injusticia ha prevalecido sin que se haya visto reacción alguna por parte de las autoridades ya mencionadas, me referiré a dos etapas que han sido afectadas por esto.

El 12 de julio de 1966 se abrió la competición del Campeonato Mundial de futbol de Inglaterra, en el grupo tercero de clasificación que depararía la sorpresa de la eliminación de Brasil, campeón de las dos ediciones precedentes y el inicio de la gran escalada portuguesa. Más de 50,000 espectadores estuvieron presentes en el Goodison Park de Liverpool para asistir al encuentro inaugural del grupo entre el gran favorito de la Copa, Brasil y Bulgaria. En este partido se dieron las primeras manifestaciones de lo que esperaba al equipo americano en general, pero especialmente a su estrella, Pelé.

Desde el inicio del juego, Pelé fue objeto de una vigilancia especializada sin que los búlgaros encargados de esta misión destructiva tuvieran escrúpulos para elegir los medios más apropiados a sus fines. Jetchev fue el elegido para perseguir a Pelé. El búlgaro solo necesitó completar la obra iniciada por Yakimov y Pelé tuvo que abandonar el terreno y descansar en el partido contra Hungría debido a una lesión en la rodilla producida por los búlgaros, todo con la complicidad arbitral que ignoró sistemáticamente las agresiones de que fue objeto el brasileño.

A pesar de ello, Pelé sería el autor del primer gol del torneo al cobrar una falta cometida a él mismo, con un disparo al estilo de su paisano Roberto Carlos, librando a la barrera con una pronunciada curva y una velocidad inusual. Otra falta sobre él, ya imposibilitado para ejecutar, permitió a Garrincha anotar el segundo que sentenciaba el partido, con la costosa pérdida de Pelé que no jugó el partido siguiente que obviamente se perdió ante una potente Hungría, conducida por Florian Albert, uno de los mejores jugadores que he visto en mi vida.

La suerte de Brasil, ahora contra Portugal, contando con Pelé, mermado por la lesión, pero obligado a jugar para poder aspirar a la siguiente fase, lo que constituyó un error grave de la dirección técnica de Brasil, ya que Pelé no se encontraba capacitado físicamente para jugar.

Así, la única posibilidad brasileña se concentraba en la gran categoría de Pelé, pero los defensores lusitanos recurrieron a todos los medios ante la pasividad del árbitro inglés Mac Cabe, cuando Pelé recibió una carga de Morais, pero al conservar aún el balón, el mismo jugador portugués le hizo una entrada brutal que obligó la salida de Pelé. Recordemos que en ese tiempo no se permitían los cambios de jugador.

Este tipo de atropellos permitidos tanto por la asociación de árbitros, como por las asociaciones de futbol, no solo son privilegio de la UEFA, también en CONCACAF se cuecen habas y, existen infinidad de videos de juegos con imágenes de las brutalidades permitidas por el pésimo arbitraje que se estila en nuestra zona, tenemos el caso de Cuauhtémoc Blanco, que en su mejor momento sufrió una muy grave lesión que lo alejó por un tiempo de la Selección Mexicana y de su equipo, el Valladolid de Easpaña, en donde se ganó el reconocimiento del graderío vallisoletano, al que en complicidad con "Tote", jugador español, hizo las delicias de cuantos los miraron jugar.

Y ahora, un jugador del mismo equipo que lesionó a Cuauhtémoc, vuelve a disfrutar de la permisividad arbitral, ocasionando una grave lesión a otro importante jugador mexicano que juega en Italia.

Escudados en la falsa inocencia del que es tan torpe que no puede evitar que se produzcan estas lesiones, no nos queda más que entender que CONCACAF y su Asociación de árbitros nos están acusando de no saber defendernos de un oso, que no sabe que nos hace daño cuando por el simple hecho de acercarnos a él, nos ataca.

Un oso es estúpido claro, pero si los trinitarios después de tanto daño causado no aprenden a jugar sin dañar al contrario, tendré que verlos como osos y, si nuestra Femexfut insiste en seguir ganando dinero a cambio de que nuestros jugadores se expongan al peligro, deberé entender que son tan osos como la CONCACAF.

Miren a los tontitos gringos, que enfrentan a los osos con un grupo de muchachitos que no oponen resistencia alguna "sufriendo" posiblemente una goleada que a ellos no los hace más pobres ni a los trinitarios más ricos.

Y luego los comentaristas junto con la borregada, critican a los que no quieren saber nada de la selección y, a los que van, los ponen contra la espada y la pared, si le ganan a Trinidad y Tobago... ¡Ah!, que chiste... Si empatan ¡Qué vergüenza!... y si no ganan por siete a cero, aquello es todo un fracaso... ¡México creo en ti!

¡Hasta pronto amigo!

Sucesos extraños, antifutbol, antideportivos, antihumanos solapados por CONCACAF con la permisividad de la FIFA y la Comisión de Árbitros. Acciones de las que han sido testigos la prensa especializada, la televisión, la radio y la fanaticada que llena los estadios para disfrutar de un espectáculo sano.

Aunque sabemos bien que este problema predomina desde que el futbol existe y, ante la imposibilidad de comentar todos los casos referentes al futbol, en donde la injusticia ha prevalecido sin que se haya visto reacción alguna por parte de las autoridades ya mencionadas, me referiré a dos etapas que han sido afectadas por esto.

El 12 de julio de 1966 se abrió la competición del Campeonato Mundial de futbol de Inglaterra, en el grupo tercero de clasificación que depararía la sorpresa de la eliminación de Brasil, campeón de las dos ediciones precedentes y el inicio de la gran escalada portuguesa. Más de 50,000 espectadores estuvieron presentes en el Goodison Park de Liverpool para asistir al encuentro inaugural del grupo entre el gran favorito de la Copa, Brasil y Bulgaria. En este partido se dieron las primeras manifestaciones de lo que esperaba al equipo americano en general, pero especialmente a su estrella, Pelé.

Desde el inicio del juego, Pelé fue objeto de una vigilancia especializada sin que los búlgaros encargados de esta misión destructiva tuvieran escrúpulos para elegir los medios más apropiados a sus fines. Jetchev fue el elegido para perseguir a Pelé. El búlgaro solo necesitó completar la obra iniciada por Yakimov y Pelé tuvo que abandonar el terreno y descansar en el partido contra Hungría debido a una lesión en la rodilla producida por los búlgaros, todo con la complicidad arbitral que ignoró sistemáticamente las agresiones de que fue objeto el brasileño.

A pesar de ello, Pelé sería el autor del primer gol del torneo al cobrar una falta cometida a él mismo, con un disparo al estilo de su paisano Roberto Carlos, librando a la barrera con una pronunciada curva y una velocidad inusual. Otra falta sobre él, ya imposibilitado para ejecutar, permitió a Garrincha anotar el segundo que sentenciaba el partido, con la costosa pérdida de Pelé que no jugó el partido siguiente que obviamente se perdió ante una potente Hungría, conducida por Florian Albert, uno de los mejores jugadores que he visto en mi vida.

La suerte de Brasil, ahora contra Portugal, contando con Pelé, mermado por la lesión, pero obligado a jugar para poder aspirar a la siguiente fase, lo que constituyó un error grave de la dirección técnica de Brasil, ya que Pelé no se encontraba capacitado físicamente para jugar.

Así, la única posibilidad brasileña se concentraba en la gran categoría de Pelé, pero los defensores lusitanos recurrieron a todos los medios ante la pasividad del árbitro inglés Mac Cabe, cuando Pelé recibió una carga de Morais, pero al conservar aún el balón, el mismo jugador portugués le hizo una entrada brutal que obligó la salida de Pelé. Recordemos que en ese tiempo no se permitían los cambios de jugador.

Este tipo de atropellos permitidos tanto por la asociación de árbitros, como por las asociaciones de futbol, no solo son privilegio de la UEFA, también en CONCACAF se cuecen habas y, existen infinidad de videos de juegos con imágenes de las brutalidades permitidas por el pésimo arbitraje que se estila en nuestra zona, tenemos el caso de Cuauhtémoc Blanco, que en su mejor momento sufrió una muy grave lesión que lo alejó por un tiempo de la Selección Mexicana y de su equipo, el Valladolid de Easpaña, en donde se ganó el reconocimiento del graderío vallisoletano, al que en complicidad con "Tote", jugador español, hizo las delicias de cuantos los miraron jugar.

Y ahora, un jugador del mismo equipo que lesionó a Cuauhtémoc, vuelve a disfrutar de la permisividad arbitral, ocasionando una grave lesión a otro importante jugador mexicano que juega en Italia.

Escudados en la falsa inocencia del que es tan torpe que no puede evitar que se produzcan estas lesiones, no nos queda más que entender que CONCACAF y su Asociación de árbitros nos están acusando de no saber defendernos de un oso, que no sabe que nos hace daño cuando por el simple hecho de acercarnos a él, nos ataca.

Un oso es estúpido claro, pero si los trinitarios después de tanto daño causado no aprenden a jugar sin dañar al contrario, tendré que verlos como osos y, si nuestra Femexfut insiste en seguir ganando dinero a cambio de que nuestros jugadores se expongan al peligro, deberé entender que son tan osos como la CONCACAF.

Miren a los tontitos gringos, que enfrentan a los osos con un grupo de muchachitos que no oponen resistencia alguna "sufriendo" posiblemente una goleada que a ellos no los hace más pobres ni a los trinitarios más ricos.

Y luego los comentaristas junto con la borregada, critican a los que no quieren saber nada de la selección y, a los que van, los ponen contra la espada y la pared, si le ganan a Trinidad y Tobago... ¡Ah!, que chiste... Si empatan ¡Qué vergüenza!... y si no ganan por siete a cero, aquello es todo un fracaso... ¡México creo en ti!

¡Hasta pronto amigo!