/ domingo 27 de junio de 2021

Paradigmas | Retos de la huella tecnológica

Le pregunto, mi estimado lector, ¿cuántos celulares ha comprado para estar a la vanguardia de la comunicación desde que comenzó la carrera tecnológica? Le diré, yo me inicié con un modesto celular con características básicas que adquirí en una de esas tantas tiendas de la esquina que pagan muy poco por la electricidad que consumen.

De ahí, la obsolescencia planificada me tiene por ahora atrapada en un quinto aparato cuyas funciones totales no termino de entender.

El informe “Niños y vertederos digitales” https://www.who.int/publications/i/item/ 9789240023901 dado a conocer hace unos días por la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre el uso de los aparatos electrónicos.

Y nos dice que hasta 18 millones de niños y adolescentes y 12.9 millones de mujeres, incluido un número desconocido de damas en edad fértil, pueden estar en riesgo de sufrir resultados de salud adversos, relacionados con el reciclaje de desechos electrónicos.

La OMS señaló que la basura de aparatos electrónicos es el desecho doméstico que crece más rápidamente en el planeta y detalló que los datos de la Asociación Mundial de Estadísticas de Residuos Electrónicos (GESP) indican que, en 2019, por ejemplo, se produjeron 53.6 millones de toneladas de esos desperdicios y apenas el 17.4% se registró como recolectado y reciclado de manera adecuada.

Entre el 50% y 80% de la chatarra tecnológica acaba en ciudades-vertedero de China o de países en vía de desarrollo como India, Pakistán y Nigeria, donde los trabajadores informales, incluidos niños y adolescentes, recogen, desmantelan, utilizando ácido para extraer metales y materiales valiosos de esa basura.

México es la tercera nación que más basura electrónica produce en América, sólo después de Estados Unidos y Brasil. Con un promedio de entre siete y 10 kilogramos por habitante. Nuestro país contribuye con, aproximadamente, un millón de toneladas al año.

A pesar de ello, en México sólo hay una ley que regula el reciclaje y desecho de pantallas, celulares y hornos de microondas, entre otros, que no está actualizada y es muy laxa.

Es importante saber que la basura tecnológica no debe desecharse junto a la basura normal, pues parte de sus componentes tiene en pequeñas cantidades: plomo, cadmio, cromo, mercurio, selenio, cobalto y arsénico.

Que producen enfermedades tales como cáncer, alteración del sistema endocrino, crecimiento y desarrollo fetal (bajo peso al nacer, bajo perímetro cefálico o restricción del crecimiento intrauterino), entre otras.

El exceso de la basura electrónica es un mal de la época. Alto es el costo asumido cada vez que adquirimos un nuevo artículo facilitador de una vida placentera.

La obsolescencia ya sea programada o percibida, llegó después de la lámpara incandescente o de las medias de seda, es disruptiva, contrapone con el control de una limitada huella ecológica; hoy un desafío para toda esa sociedad que lucha por salir de la precariedad en una paradoja que le devuelve menos años de vida.

CORONAVIRUS.- Impactantes las escenas del número de tumbas poco profundas, descubiertas durante la crecida del Ganges y que alimentan las sospechas entre la población de que el total de muertes en India, entre abril y mayo por el Covid-19 puede superar el millón y no el número oficial de casi 400,000.

Algunas familias no podían obtener leña para las tradicionales cremaciones hindúes, por lo que los cuerpos se sumergían en el Ganges o se enterraban en bancos de arena adyacentes al río.

lupitarico@hotmail.com

El exceso de la basura electrónica es un mal de la época. Alto es el costo asumido cada vez que adquirimos un nuevo artículo facilitador de una vida placentera.

Le pregunto, mi estimado lector, ¿cuántos celulares ha comprado para estar a la vanguardia de la comunicación desde que comenzó la carrera tecnológica? Le diré, yo me inicié con un modesto celular con características básicas que adquirí en una de esas tantas tiendas de la esquina que pagan muy poco por la electricidad que consumen.

De ahí, la obsolescencia planificada me tiene por ahora atrapada en un quinto aparato cuyas funciones totales no termino de entender.

El informe “Niños y vertederos digitales” https://www.who.int/publications/i/item/ 9789240023901 dado a conocer hace unos días por la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre el uso de los aparatos electrónicos.

Y nos dice que hasta 18 millones de niños y adolescentes y 12.9 millones de mujeres, incluido un número desconocido de damas en edad fértil, pueden estar en riesgo de sufrir resultados de salud adversos, relacionados con el reciclaje de desechos electrónicos.

La OMS señaló que la basura de aparatos electrónicos es el desecho doméstico que crece más rápidamente en el planeta y detalló que los datos de la Asociación Mundial de Estadísticas de Residuos Electrónicos (GESP) indican que, en 2019, por ejemplo, se produjeron 53.6 millones de toneladas de esos desperdicios y apenas el 17.4% se registró como recolectado y reciclado de manera adecuada.

Entre el 50% y 80% de la chatarra tecnológica acaba en ciudades-vertedero de China o de países en vía de desarrollo como India, Pakistán y Nigeria, donde los trabajadores informales, incluidos niños y adolescentes, recogen, desmantelan, utilizando ácido para extraer metales y materiales valiosos de esa basura.

México es la tercera nación que más basura electrónica produce en América, sólo después de Estados Unidos y Brasil. Con un promedio de entre siete y 10 kilogramos por habitante. Nuestro país contribuye con, aproximadamente, un millón de toneladas al año.

A pesar de ello, en México sólo hay una ley que regula el reciclaje y desecho de pantallas, celulares y hornos de microondas, entre otros, que no está actualizada y es muy laxa.

Es importante saber que la basura tecnológica no debe desecharse junto a la basura normal, pues parte de sus componentes tiene en pequeñas cantidades: plomo, cadmio, cromo, mercurio, selenio, cobalto y arsénico.

Que producen enfermedades tales como cáncer, alteración del sistema endocrino, crecimiento y desarrollo fetal (bajo peso al nacer, bajo perímetro cefálico o restricción del crecimiento intrauterino), entre otras.

El exceso de la basura electrónica es un mal de la época. Alto es el costo asumido cada vez que adquirimos un nuevo artículo facilitador de una vida placentera.

La obsolescencia ya sea programada o percibida, llegó después de la lámpara incandescente o de las medias de seda, es disruptiva, contrapone con el control de una limitada huella ecológica; hoy un desafío para toda esa sociedad que lucha por salir de la precariedad en una paradoja que le devuelve menos años de vida.

CORONAVIRUS.- Impactantes las escenas del número de tumbas poco profundas, descubiertas durante la crecida del Ganges y que alimentan las sospechas entre la población de que el total de muertes en India, entre abril y mayo por el Covid-19 puede superar el millón y no el número oficial de casi 400,000.

Algunas familias no podían obtener leña para las tradicionales cremaciones hindúes, por lo que los cuerpos se sumergían en el Ganges o se enterraban en bancos de arena adyacentes al río.

lupitarico@hotmail.com

El exceso de la basura electrónica es un mal de la época. Alto es el costo asumido cada vez que adquirimos un nuevo artículo facilitador de una vida placentera.