/ viernes 12 de octubre de 2018

Quien es bueno para enemigo, mejor será para amigo

En mis inicios en el futbol, allá en mi cañera Xicoténcatl, solía ser seleccionado para representar a la Liga de Ciudad Mante en los juegos estatales y no recuerdo una selección de Ciudad Madero.

Competían Victoria, Ocampo, Mante, Matamoros y las dos Ligas de Tampico, la Liga Mayor y la Liga Reforma. Los equipos importantes de Madero jugaban en estas ligas. Fue la escasez de campos en Tampico lo que se fue llevando al futbol para Ciudad Madero.

Entonces, era común ver los domingos al Mercedes, Herrería Artística, Gavilanes y Estrella Roja, etc., jugando en los campos de la 21, uno junto al Auditorio, el dos enseguida y el tres justo en donde ahora se ubica una supertienda.

Al aumentar los equipos y escasear los campos, la liga de Madero comenzó a usar el enorme espacio llamado Siete y Medio, propiedad de Pemex, que fue agregando campos al número uno, que era ocupado para entrenar al equipo profesional de Ciudad Madero, hasta lograr contar con los diez o doce campos que actualmente dan servicio a las distintas Ligas que allí compiten.

Es difícil par mí nombrar a los responsables de este gigantesco paso en el deporte, pero los que tengo más presentes son: Ricardo Guzmán “Casarín” y José “Diamante” Robles y al frente de las Ligas más importantes a Jesús Muñoz y a Alfonso Iglesias, dos grandes personajes a los que tanto debemos los futbolistas metropolitanos, porque el Siete y Medio ha sido el más importante recurso del futbol regional.

Me molesta ver cómo los medios de comunicación intentan fabricar ídolos, leyendas, ignorando que éstas son producto de aspectos axiomáticos resultantes de la presencia de valores como la iniciativa, la tenacidad, la responsabilidad, la honestidad.

He aquí los nombres de cuatro honorables caballeros, Ricardo Guzmán, José Robles, Jesús Muñoz y Alfonso Iglesias. Los tres primeros, desaparecidos ya hace tiempo, continúan siendo mencionados en el Siete y Medio, para quienes no los conocieron, se despierta el interés por saber quiénes fueron y, para quienes conocimos a los cuatro, nos queda la imagen permanente e imborrable en el Siete y Medio, porque ellos son parte de ese gran recinto que nos ha concedido Pemex, al que hemos convertido en la Catedral del Futbol regional.

Qué extrañas suelen ser algunas transiciones. De la misma forma que a los jugadores extranjeros del América se les dificulta encontrar sentido a que a las Chivas tengan que jugarle distinto que a los demás equipos, los nuevos jugadores ticos y mexicanos se limitan a que sean los abuelos los que busquen desde su inofensivo sillón, reavivar aquella pasión que ahora hubiera llenado el estadio Universitario. Nuestro “odio” continúa sin extinguirse de forma alguna enfocado en USA, ya que nada podrá devolvernos el gran territorio que nos arrebataron.

Y como el futbol es para nosotros, el único recurso para humillarlos, Costa Rica pasó a segundo término.

De las cosas curiosas que surgen de las rivalidades deportivas, este fraternal antagonismo entre Costa Rica y México, existe una que resultaba una gran contradicción.

Cuando en el estadio de Saprissa se anunciaban las alineaciones, la silbatina se escuchaba generalizada para nuestro tricolor, pero curiosamente, en el momento que se pronunciaba el nombre de Héctor Hernández, el alboroto era mayor, tornándose en ovación...

¿Cómo poder odiar a los Ticos, que honraban al “Chale” como si fuera de ellos? ¡Qué tiempos señores! ¡Cuánta pasión, cuánto nerviosismo, cuánta emoción! ¿Quién no recuerda a Jorge “El Palmareño” Solís? Compacto tanque de guerra que se destacara con el Atlas como defensa lateral derecho y que acabó jugando después como defensa central, vistió la camiseta celeste del Tampico aquel dirigido por Nicolás Palma, fortachón y duro como una roca, que hacía alarde de potencia en sus relampagueantes sprints cortos, o en sus saltos para cabecear o patear de chilena o media tijera, que solía dominar el balón con la cabeza, pero haciéndolo sentado y con las piernas extendidas sin tocar el suelo. Aquí llegó ya veterano siendo con el Atlas con quien más brilló.

Con dos tiempos distintos, México y Costa Rica nos han brindado un juego del que se esperaba mucho menos. Una primera parte en la que los ticos a los 28 minutos se pusieron adelante para que Guzmán igualara mas adelante con un buen cabezazo. Luego Bryan Ruiz cobrando un penalti volvió a tomar ventaja y llegaron los cambios, entrando Gudiño, Henry Martín, Jurgen Dam, Raúl Jiménez y Jesús Corona. Rápido Dam pone un bombón a Henry Martín que aprovecha para una nueva igualada en el 55, y a los 70, Raúl Jiménez, cobrando un penalty, engaña a Navas para remontar el marcador. Lo mejor de este juego fue ver el entendimiento de Henry Martín con Raúl Jiménez.


En mis inicios en el futbol, allá en mi cañera Xicoténcatl, solía ser seleccionado para representar a la Liga de Ciudad Mante en los juegos estatales y no recuerdo una selección de Ciudad Madero.

Competían Victoria, Ocampo, Mante, Matamoros y las dos Ligas de Tampico, la Liga Mayor y la Liga Reforma. Los equipos importantes de Madero jugaban en estas ligas. Fue la escasez de campos en Tampico lo que se fue llevando al futbol para Ciudad Madero.

Entonces, era común ver los domingos al Mercedes, Herrería Artística, Gavilanes y Estrella Roja, etc., jugando en los campos de la 21, uno junto al Auditorio, el dos enseguida y el tres justo en donde ahora se ubica una supertienda.

Al aumentar los equipos y escasear los campos, la liga de Madero comenzó a usar el enorme espacio llamado Siete y Medio, propiedad de Pemex, que fue agregando campos al número uno, que era ocupado para entrenar al equipo profesional de Ciudad Madero, hasta lograr contar con los diez o doce campos que actualmente dan servicio a las distintas Ligas que allí compiten.

Es difícil par mí nombrar a los responsables de este gigantesco paso en el deporte, pero los que tengo más presentes son: Ricardo Guzmán “Casarín” y José “Diamante” Robles y al frente de las Ligas más importantes a Jesús Muñoz y a Alfonso Iglesias, dos grandes personajes a los que tanto debemos los futbolistas metropolitanos, porque el Siete y Medio ha sido el más importante recurso del futbol regional.

Me molesta ver cómo los medios de comunicación intentan fabricar ídolos, leyendas, ignorando que éstas son producto de aspectos axiomáticos resultantes de la presencia de valores como la iniciativa, la tenacidad, la responsabilidad, la honestidad.

He aquí los nombres de cuatro honorables caballeros, Ricardo Guzmán, José Robles, Jesús Muñoz y Alfonso Iglesias. Los tres primeros, desaparecidos ya hace tiempo, continúan siendo mencionados en el Siete y Medio, para quienes no los conocieron, se despierta el interés por saber quiénes fueron y, para quienes conocimos a los cuatro, nos queda la imagen permanente e imborrable en el Siete y Medio, porque ellos son parte de ese gran recinto que nos ha concedido Pemex, al que hemos convertido en la Catedral del Futbol regional.

Qué extrañas suelen ser algunas transiciones. De la misma forma que a los jugadores extranjeros del América se les dificulta encontrar sentido a que a las Chivas tengan que jugarle distinto que a los demás equipos, los nuevos jugadores ticos y mexicanos se limitan a que sean los abuelos los que busquen desde su inofensivo sillón, reavivar aquella pasión que ahora hubiera llenado el estadio Universitario. Nuestro “odio” continúa sin extinguirse de forma alguna enfocado en USA, ya que nada podrá devolvernos el gran territorio que nos arrebataron.

Y como el futbol es para nosotros, el único recurso para humillarlos, Costa Rica pasó a segundo término.

De las cosas curiosas que surgen de las rivalidades deportivas, este fraternal antagonismo entre Costa Rica y México, existe una que resultaba una gran contradicción.

Cuando en el estadio de Saprissa se anunciaban las alineaciones, la silbatina se escuchaba generalizada para nuestro tricolor, pero curiosamente, en el momento que se pronunciaba el nombre de Héctor Hernández, el alboroto era mayor, tornándose en ovación...

¿Cómo poder odiar a los Ticos, que honraban al “Chale” como si fuera de ellos? ¡Qué tiempos señores! ¡Cuánta pasión, cuánto nerviosismo, cuánta emoción! ¿Quién no recuerda a Jorge “El Palmareño” Solís? Compacto tanque de guerra que se destacara con el Atlas como defensa lateral derecho y que acabó jugando después como defensa central, vistió la camiseta celeste del Tampico aquel dirigido por Nicolás Palma, fortachón y duro como una roca, que hacía alarde de potencia en sus relampagueantes sprints cortos, o en sus saltos para cabecear o patear de chilena o media tijera, que solía dominar el balón con la cabeza, pero haciéndolo sentado y con las piernas extendidas sin tocar el suelo. Aquí llegó ya veterano siendo con el Atlas con quien más brilló.

Con dos tiempos distintos, México y Costa Rica nos han brindado un juego del que se esperaba mucho menos. Una primera parte en la que los ticos a los 28 minutos se pusieron adelante para que Guzmán igualara mas adelante con un buen cabezazo. Luego Bryan Ruiz cobrando un penalti volvió a tomar ventaja y llegaron los cambios, entrando Gudiño, Henry Martín, Jurgen Dam, Raúl Jiménez y Jesús Corona. Rápido Dam pone un bombón a Henry Martín que aprovecha para una nueva igualada en el 55, y a los 70, Raúl Jiménez, cobrando un penalty, engaña a Navas para remontar el marcador. Lo mejor de este juego fue ver el entendimiento de Henry Martín con Raúl Jiménez.