/ lunes 10 de septiembre de 2018

Alfonso Cuarón, director auteur

El sábado 8 de septiembre Alfonso Cuarón alzó el León de Oro del festival de Venecia por su reciente filme Roma lo que le allana, sin duda, el camino hacia el Oscar el próximo año.

Alfonso Cuarón/ CDMX- 1961, es una rara avis dentro de la dirección de cine. Si uno atiende a sus colegas mexicanos que también han tenido éxito tanto en Europa como en Hollywood (Guillermo del Toro, Carlos Reygadas, Alejandro González Iñárritu, Amat Escalante, Nicolás Pereda, Fernando Eimbecke, Guillermo Arriaga, Gael García y Diego Luna), advertiremos que el prurito de algunos de ellos, especialmente Reygadas y Del Toro, es más que específico: el trazo personal de un estilo – cine de arte o fantástico- sin querer salirse del mismo.

En cambio, Cuarón se sitúa en coordenadas fílmicas más ubicuas, que dificultan, en aras de querer tercamente etiquetar su estilo, su localización. ¿Por qué? Porque el cine de Alfonso Cuarón pese a la bola enorme de nieve mediática que rueda en los tabloides y, sobre todo, en las redes sociales, que lo describen como un cine de vanguardia tecnológica, de innovaciones en los efectos visuales y otros menjurjes, lo cierto es que (en lo que verdaderamente importa: hálito narrativo, andamiaje en la estructura estética) se parece al de los narradores clásicos del cine mundial: Howard Hawks, Ernest Lubitsch, Stanley Donen y Vincent Minnelli.

Y es que lo directores antes citados tuvieron una voz fílmica polifónica. Lo mismo narraron sus filmes con la “voz” de la comedia, el melodrama, el musical, el western, la ciencia ficción. Es en este rumbo que Alfonso Cuarón perfila su obra fílmica y que lo hace diferente al resto de sus colegas mexicanos.

Si revisamos la aún corta filmografía de Cuarón, veremos que ha concatenado su apuesta visual a través de la comedia (Sólo con tu pareja/1991, Y tu mamá también/2001), la fantasía (La princesita/1995, El prisionero de Azkabán/2004 el melodrama (Grandes esperanzas/1998) y la ciencia ficción (Los hijos del hombre/2006, Gravedad).

¿Se puede hablar de una “estética Cuarón”? Antes de responder, tendríamos que atender dos aspectos no muy frecuentes en la mayoría de los directores llamados importantes: Cuarón es, además, coescritor y editor de buena parte de sus filmes (Sólo con tu pareja, Y tu mamá también, Los hijos del hombre, Gravedad y el segmento Parc Monceau de París, te amo/2006), lo que de facto lo convierte en un autor fílmico total.

Mientras el cine de arte de Reygadas, Escalante y Pereda se regodea en la estética proto tarkovskyana mediante el encuadre contemplativo y la auscultación ontológica, vía los largos planos secuencias, no hay que olvidar que el cine de Cuarón se pulsa, precisamente, por el uso (que no abuso) del plano secuencia.

El plano secuencia es uno de los recursos más difíciles y socorridos del lenguaje cinematográfico. En términos de tiempo de filmación y manufactura de montaje, el plano secuencia es la mejor opción, sin embargo (como diría el gran Pedro Armendáriz: no a todos les queda el puro, nomás a los hocicones) el mal uso se advierte si no existe una correlación entre la ecuación esteticismo-narración. Por ello, del filme Y tu mamá también es notable el uso del plano secuencia que hace Cuarón cuando Gael, Diego y Maribel cenan en una fonda, mientras la cámara (de Emmanuel Lubezki, faltaba más) sigue a una mujer que entra a la cocina y nos devela otro microcosmos, ajeno al de los tres protagonistas cachondos y aventureros.

¿Es Alfonso Cuarón un cineasta auteur? Sí, en razón que posee dominio de una estética definitiva, identificable y un discurso tentacular mediante los referidos géneros que aborda. Que si su cine es o no mexicano, que si ya no pertenece a la industria nacional, que si en sus filmes no incluye actores mexicanos, todo enterrado con su incontestable Roma, filmada totalmente en México y con crew nacional…


El sábado 8 de septiembre Alfonso Cuarón alzó el León de Oro del festival de Venecia por su reciente filme Roma lo que le allana, sin duda, el camino hacia el Oscar el próximo año.

Alfonso Cuarón/ CDMX- 1961, es una rara avis dentro de la dirección de cine. Si uno atiende a sus colegas mexicanos que también han tenido éxito tanto en Europa como en Hollywood (Guillermo del Toro, Carlos Reygadas, Alejandro González Iñárritu, Amat Escalante, Nicolás Pereda, Fernando Eimbecke, Guillermo Arriaga, Gael García y Diego Luna), advertiremos que el prurito de algunos de ellos, especialmente Reygadas y Del Toro, es más que específico: el trazo personal de un estilo – cine de arte o fantástico- sin querer salirse del mismo.

En cambio, Cuarón se sitúa en coordenadas fílmicas más ubicuas, que dificultan, en aras de querer tercamente etiquetar su estilo, su localización. ¿Por qué? Porque el cine de Alfonso Cuarón pese a la bola enorme de nieve mediática que rueda en los tabloides y, sobre todo, en las redes sociales, que lo describen como un cine de vanguardia tecnológica, de innovaciones en los efectos visuales y otros menjurjes, lo cierto es que (en lo que verdaderamente importa: hálito narrativo, andamiaje en la estructura estética) se parece al de los narradores clásicos del cine mundial: Howard Hawks, Ernest Lubitsch, Stanley Donen y Vincent Minnelli.

Y es que lo directores antes citados tuvieron una voz fílmica polifónica. Lo mismo narraron sus filmes con la “voz” de la comedia, el melodrama, el musical, el western, la ciencia ficción. Es en este rumbo que Alfonso Cuarón perfila su obra fílmica y que lo hace diferente al resto de sus colegas mexicanos.

Si revisamos la aún corta filmografía de Cuarón, veremos que ha concatenado su apuesta visual a través de la comedia (Sólo con tu pareja/1991, Y tu mamá también/2001), la fantasía (La princesita/1995, El prisionero de Azkabán/2004 el melodrama (Grandes esperanzas/1998) y la ciencia ficción (Los hijos del hombre/2006, Gravedad).

¿Se puede hablar de una “estética Cuarón”? Antes de responder, tendríamos que atender dos aspectos no muy frecuentes en la mayoría de los directores llamados importantes: Cuarón es, además, coescritor y editor de buena parte de sus filmes (Sólo con tu pareja, Y tu mamá también, Los hijos del hombre, Gravedad y el segmento Parc Monceau de París, te amo/2006), lo que de facto lo convierte en un autor fílmico total.

Mientras el cine de arte de Reygadas, Escalante y Pereda se regodea en la estética proto tarkovskyana mediante el encuadre contemplativo y la auscultación ontológica, vía los largos planos secuencias, no hay que olvidar que el cine de Cuarón se pulsa, precisamente, por el uso (que no abuso) del plano secuencia.

El plano secuencia es uno de los recursos más difíciles y socorridos del lenguaje cinematográfico. En términos de tiempo de filmación y manufactura de montaje, el plano secuencia es la mejor opción, sin embargo (como diría el gran Pedro Armendáriz: no a todos les queda el puro, nomás a los hocicones) el mal uso se advierte si no existe una correlación entre la ecuación esteticismo-narración. Por ello, del filme Y tu mamá también es notable el uso del plano secuencia que hace Cuarón cuando Gael, Diego y Maribel cenan en una fonda, mientras la cámara (de Emmanuel Lubezki, faltaba más) sigue a una mujer que entra a la cocina y nos devela otro microcosmos, ajeno al de los tres protagonistas cachondos y aventureros.

¿Es Alfonso Cuarón un cineasta auteur? Sí, en razón que posee dominio de una estética definitiva, identificable y un discurso tentacular mediante los referidos géneros que aborda. Que si su cine es o no mexicano, que si ya no pertenece a la industria nacional, que si en sus filmes no incluye actores mexicanos, todo enterrado con su incontestable Roma, filmada totalmente en México y con crew nacional…