/ viernes 18 de diciembre de 2020

¡De bien para arriba! | La vacuna contra el Covid-19 y la pseudociencia

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen en desarrollo al menos 43 vacunas contra el Covid-19 de las cuales, la de la empresa Pfizer-BioNTech ha sido aprobada en Estados Unidos, México, Reino Unido, Canadá, Arabia Saudita y Bahréin; previo visto bueno de las autoridades sanitarias de los respectivos países, además existen ensayos clínicos (fase 3) a gran escala en curso y previstos para tres vacunas contra el Covid-19 en los Estados Unidos, llevados a cabo por las compañías: AstraZeneca, Janssen y Moderna; siendo el gran desafío fabricar y distribuir suficientes vacunas de calidad para responder a la demanda mundial.

Otro de los grandes retos es contar con la infraestructura de transporte y logística para hacerla llegar a todos los puntos donde se requiere, tarea en la que estarán involucrados los operadores logísticos, fabricantes, laboratorios y el sistema de salud; nuestro país jugará un papel clave en la producción y distribución de la vacuna desarrollada por los laboratorios AstraZeneca y la Universidad de Oxford, pues tendrá que participar en la distribución de hasta 250 millones de dosis en Latinoamérica y el Caribe, por tanto se debe contar con un plan de entregas para determinar la infraestructura logística requerida y realizarlo con la suficiente anticipación para coordinar todos los recursos necesarios.

Un peligro importante al que se enfrenta la vacuna contra el Covid-19 y que se circula por los diversos medios de comunicación y las redes sociales, en las cuales se difunden considerablemente y sin control alguno, son las pseudociencias: conjunto de creencias que se presentan al público como si tuvieran un fundamento científico o efectos demostrables supuestamente basados en métodos científicos, actualmente uno de los casos más populares es el movimiento antivacunas, el cual ha presentado afectaciones en los últimos años en países donde se habían erradicado muchas enfermedades, gracias a los programas estatales de vacunación. Este movimiento hace difusión de falsas noticias y engaños, con datos pseudocientíficos han conseguido que muchas personas no vacunen a sus hijos, de tal suerte que, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en nuestro país se está produciendo un brote epidémico en el primer cuatrimestre de 2020, registrándose 1,364 casos probables de sarampión.

La pseudociencia satisface necesidades emocionales poderosas que la ciencia suele dejar insatisfechas, promete fantasías sobre poderes personales que nos faltan o anhelamos, centra la idea de que todo está en la mente y que con solo desearlo se cumple; estas pseudociencias están en cada campo de la ciencia, por ejemplo los geofísicos tienen que enfrentarse a tierras planas, los botánicos a plantas con apasionantes resultados en las vidas de las personas, los arqueólogos enfrentan constructores extraterrestres de pirámides y ruinas falsificadas, los físicos luchan contra aficionados dedicados a refutar la relatividad, los químicos a los alquimistas y así una lista interminable, mientras los científicos están siempre dispuestos a revisar sus teorías y cuando aparecen signos de que algo no funciona en ellas, deberán mencionar que la teoría debe ser modificada o rechazada, reemplazándola por otra mejor; en cambio, los pseudocientíficos se consideran “dueños de la verdad” y no aceptan revisar sus ideas, ni la posibilidad de estar equivocados, para ellos la teoría está siempre por encima de la experiencia y esta diferencia de actitud es crucial e independiente al método utilizado.

Mientras los ciudadanos sigan consultando al Dr. Google que es escaparate para muchos pseudocientíficos en búsqueda de protagonismo apoyado en ocurrencias y opiniones que no abonan más que a la desinformación y desestima el método científico, considerando a las vacunas como algo agresivo, tóxico y peligroso que puede alterar el funcionamiento natural del organismo, en algunos casos, esto podría obstaculizar el beneficio del programa de vacunación, lo que no contribuirá a combatir la enfermedad, generando miedo. Entendamos pues, que la ciencia médica pone a disposición del enfermo todos los conocimientos disponibles para curar/tratar una enfermedad.

Y a manera de conclusión, ya es tiempo de proponer modificar la legislación vigente para que no sea impune el mentir en la ciencia y en la política.

Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!

Re-Generación 19.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen en desarrollo al menos 43 vacunas contra el Covid-19 de las cuales, la de la empresa Pfizer-BioNTech ha sido aprobada en Estados Unidos, México, Reino Unido, Canadá, Arabia Saudita y Bahréin; previo visto bueno de las autoridades sanitarias de los respectivos países, además existen ensayos clínicos (fase 3) a gran escala en curso y previstos para tres vacunas contra el Covid-19 en los Estados Unidos, llevados a cabo por las compañías: AstraZeneca, Janssen y Moderna; siendo el gran desafío fabricar y distribuir suficientes vacunas de calidad para responder a la demanda mundial.

Otro de los grandes retos es contar con la infraestructura de transporte y logística para hacerla llegar a todos los puntos donde se requiere, tarea en la que estarán involucrados los operadores logísticos, fabricantes, laboratorios y el sistema de salud; nuestro país jugará un papel clave en la producción y distribución de la vacuna desarrollada por los laboratorios AstraZeneca y la Universidad de Oxford, pues tendrá que participar en la distribución de hasta 250 millones de dosis en Latinoamérica y el Caribe, por tanto se debe contar con un plan de entregas para determinar la infraestructura logística requerida y realizarlo con la suficiente anticipación para coordinar todos los recursos necesarios.

Un peligro importante al que se enfrenta la vacuna contra el Covid-19 y que se circula por los diversos medios de comunicación y las redes sociales, en las cuales se difunden considerablemente y sin control alguno, son las pseudociencias: conjunto de creencias que se presentan al público como si tuvieran un fundamento científico o efectos demostrables supuestamente basados en métodos científicos, actualmente uno de los casos más populares es el movimiento antivacunas, el cual ha presentado afectaciones en los últimos años en países donde se habían erradicado muchas enfermedades, gracias a los programas estatales de vacunación. Este movimiento hace difusión de falsas noticias y engaños, con datos pseudocientíficos han conseguido que muchas personas no vacunen a sus hijos, de tal suerte que, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en nuestro país se está produciendo un brote epidémico en el primer cuatrimestre de 2020, registrándose 1,364 casos probables de sarampión.

La pseudociencia satisface necesidades emocionales poderosas que la ciencia suele dejar insatisfechas, promete fantasías sobre poderes personales que nos faltan o anhelamos, centra la idea de que todo está en la mente y que con solo desearlo se cumple; estas pseudociencias están en cada campo de la ciencia, por ejemplo los geofísicos tienen que enfrentarse a tierras planas, los botánicos a plantas con apasionantes resultados en las vidas de las personas, los arqueólogos enfrentan constructores extraterrestres de pirámides y ruinas falsificadas, los físicos luchan contra aficionados dedicados a refutar la relatividad, los químicos a los alquimistas y así una lista interminable, mientras los científicos están siempre dispuestos a revisar sus teorías y cuando aparecen signos de que algo no funciona en ellas, deberán mencionar que la teoría debe ser modificada o rechazada, reemplazándola por otra mejor; en cambio, los pseudocientíficos se consideran “dueños de la verdad” y no aceptan revisar sus ideas, ni la posibilidad de estar equivocados, para ellos la teoría está siempre por encima de la experiencia y esta diferencia de actitud es crucial e independiente al método utilizado.

Mientras los ciudadanos sigan consultando al Dr. Google que es escaparate para muchos pseudocientíficos en búsqueda de protagonismo apoyado en ocurrencias y opiniones que no abonan más que a la desinformación y desestima el método científico, considerando a las vacunas como algo agresivo, tóxico y peligroso que puede alterar el funcionamiento natural del organismo, en algunos casos, esto podría obstaculizar el beneficio del programa de vacunación, lo que no contribuirá a combatir la enfermedad, generando miedo. Entendamos pues, que la ciencia médica pone a disposición del enfermo todos los conocimientos disponibles para curar/tratar una enfermedad.

Y a manera de conclusión, ya es tiempo de proponer modificar la legislación vigente para que no sea impune el mentir en la ciencia y en la política.

Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!

Re-Generación 19.