/ viernes 11 de marzo de 2022

¡De bien para arriba! | Obsolescencia programada

Esperar el Buen Fin o el Black Friday para aprovechar los descuentos, estar atentos al 2 x 1 y del 3 x 2 en el centro comercial y hacer valer las rebajas de temporada, ya sean las rebajas de invierno o las de verano, acabar con el estrés al ir de compras, ir de paseo a los centros comerciales, pensar que el celular que tenemos en uso ya tiene 2 años, observar el ropero y ver que no tenemos la nueva playera de nuestro equipo favorito; parece que existe una fuerza invisible que nos empuja a renovar y cambiar aquello que tenemos desde hace muy poco y que justo cuando nos hemos acostumbrado a ello, tenemos que cambiarlo.

Entre lo que compramos sin necesitar y lo que se programa para que deje de funcionar, la dinámica consumista lo devora todo y nos damos cuenta de la influencia de la publicidad y en esa competencia están los coches, las computadoras, impresoras, tabletas, celulares, entre otros artículos, dicha dinámica se convierte en un proceso tan común y repetido que desde hace un siglo fue la piedra angular sobre la que se empezó a edificar el hiperconsumo y propiciando lo que hoy conocemos como la obsolescencia programada.

En 1928, todo artículo que no se desgastaba era considerado como una tragedia para la economía, en 1929 entra en crisis Wall Street con el crack de la Bolsa, en este contexto, se pensó en reducir la vida útil de los productos como medida para reactivar la economía, poniendo así una fecha de caducidad a cada producto. B. London (1932) escribió un artículo titulado “Ending the Depression through Planned Obsolescence” en el cual defendía la necesidad de acortar la vida útil de los productos para reactivar la economía y salir de la depresión producida por el crack de la bolsa.

Uno de los problemas al que hacía referencia dicho ensayo, era la calidad del producto, al ser esté más duradero el consumo bajaría, por tanto, cambiando los hábitos de consumo se crearían más oportunidades de empleo y por supuesto, para el autor, la gente estaba desobedeciendo la “ley de la obsolescencia” dado que la mayoría de la gente seguía usando su viejo coche, viviendo en su vieja casa y vistiendo la ropa de hace mucho tiempo y aplazando los principales beneficios de la propuesta como: poner orden al caos económico y social que existía, crear oportunidades de empleo, y el gobierno tendría unas cuentas más saneadas y unos ingresos más estables.

En contexto, la literatura diferencia dos maneras de acortar la vida útil de un producto: la durabilidad artificial se da cuando es producto de una estrategia de acortamiento de vida útil antes del lanzamiento del producto nuevo al mercado, muchas veces es debido a la elección de los recursos y procesos productivos por parte del fabricante, en cambio, la obsolescencia programada es la estrategia de acortamiento de la vida útil del producto después de haber sido lanzado al mercado, bajo esta estrategia el fabricante pretende convencer al consumidor de que reemplace su viejo producto por uno más nuevo haciendo que el tiempo de uso del viejo producto sea inferior a su vida útil real.

La problemática de la obsolescencia de los productos presenta varias aristas y ha preocupado a economistas, sociólogos, ingenieros y pensadores que se han ocupado de estudiar las consecuencias de la denominada sociedad de consumo desde el surgimiento de la producción en masa, la obsolescencia tiene impacto en la duración de la vida de un producto, pues regularmente se confunde la “duración del uso” con la “duración de la tenencia” del producto, lo cual no generaría problema si los usos del producto permanecieran estables, pero esto no siempre es así.

Por otro lado, el inconveniente más visible que provoca la obsolescencia programada al medio ambiente es la basura electrónica, cuanto menos dura la vida útil de un producto más unidades del mismo se desechan y no es el mayor flujo de basura por volumen, no es tan grande como los envases, por ejemplo, sin embargo, tiene un impacto medioambiental importante, debido a los metales y los elementos químicos que contienen los productos electrónicos, en un informe de la ONU se calculaba en 50 millones de toneladas los residuos electrónicos generados en un año, de ellos solo el 20 por ciento se recicla adecuadamente.

Concluyendo, como usuarios debemos propiciar una nueva tendencia basada en la reutilización y reparación de dispositivos y de esta manera participar en la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, situación muy demandante en nuestros días, teniendo presente no tenemos 2 planetas y como valor agregado ayudamos a que la obsolescencia programada pase de moda.

Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!

Re-Generación 19.

Esperar el Buen Fin o el Black Friday para aprovechar los descuentos, estar atentos al 2 x 1 y del 3 x 2 en el centro comercial y hacer valer las rebajas de temporada, ya sean las rebajas de invierno o las de verano, acabar con el estrés al ir de compras, ir de paseo a los centros comerciales, pensar que el celular que tenemos en uso ya tiene 2 años, observar el ropero y ver que no tenemos la nueva playera de nuestro equipo favorito; parece que existe una fuerza invisible que nos empuja a renovar y cambiar aquello que tenemos desde hace muy poco y que justo cuando nos hemos acostumbrado a ello, tenemos que cambiarlo.

Entre lo que compramos sin necesitar y lo que se programa para que deje de funcionar, la dinámica consumista lo devora todo y nos damos cuenta de la influencia de la publicidad y en esa competencia están los coches, las computadoras, impresoras, tabletas, celulares, entre otros artículos, dicha dinámica se convierte en un proceso tan común y repetido que desde hace un siglo fue la piedra angular sobre la que se empezó a edificar el hiperconsumo y propiciando lo que hoy conocemos como la obsolescencia programada.

En 1928, todo artículo que no se desgastaba era considerado como una tragedia para la economía, en 1929 entra en crisis Wall Street con el crack de la Bolsa, en este contexto, se pensó en reducir la vida útil de los productos como medida para reactivar la economía, poniendo así una fecha de caducidad a cada producto. B. London (1932) escribió un artículo titulado “Ending the Depression through Planned Obsolescence” en el cual defendía la necesidad de acortar la vida útil de los productos para reactivar la economía y salir de la depresión producida por el crack de la bolsa.

Uno de los problemas al que hacía referencia dicho ensayo, era la calidad del producto, al ser esté más duradero el consumo bajaría, por tanto, cambiando los hábitos de consumo se crearían más oportunidades de empleo y por supuesto, para el autor, la gente estaba desobedeciendo la “ley de la obsolescencia” dado que la mayoría de la gente seguía usando su viejo coche, viviendo en su vieja casa y vistiendo la ropa de hace mucho tiempo y aplazando los principales beneficios de la propuesta como: poner orden al caos económico y social que existía, crear oportunidades de empleo, y el gobierno tendría unas cuentas más saneadas y unos ingresos más estables.

En contexto, la literatura diferencia dos maneras de acortar la vida útil de un producto: la durabilidad artificial se da cuando es producto de una estrategia de acortamiento de vida útil antes del lanzamiento del producto nuevo al mercado, muchas veces es debido a la elección de los recursos y procesos productivos por parte del fabricante, en cambio, la obsolescencia programada es la estrategia de acortamiento de la vida útil del producto después de haber sido lanzado al mercado, bajo esta estrategia el fabricante pretende convencer al consumidor de que reemplace su viejo producto por uno más nuevo haciendo que el tiempo de uso del viejo producto sea inferior a su vida útil real.

La problemática de la obsolescencia de los productos presenta varias aristas y ha preocupado a economistas, sociólogos, ingenieros y pensadores que se han ocupado de estudiar las consecuencias de la denominada sociedad de consumo desde el surgimiento de la producción en masa, la obsolescencia tiene impacto en la duración de la vida de un producto, pues regularmente se confunde la “duración del uso” con la “duración de la tenencia” del producto, lo cual no generaría problema si los usos del producto permanecieran estables, pero esto no siempre es así.

Por otro lado, el inconveniente más visible que provoca la obsolescencia programada al medio ambiente es la basura electrónica, cuanto menos dura la vida útil de un producto más unidades del mismo se desechan y no es el mayor flujo de basura por volumen, no es tan grande como los envases, por ejemplo, sin embargo, tiene un impacto medioambiental importante, debido a los metales y los elementos químicos que contienen los productos electrónicos, en un informe de la ONU se calculaba en 50 millones de toneladas los residuos electrónicos generados en un año, de ellos solo el 20 por ciento se recicla adecuadamente.

Concluyendo, como usuarios debemos propiciar una nueva tendencia basada en la reutilización y reparación de dispositivos y de esta manera participar en la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, situación muy demandante en nuestros días, teniendo presente no tenemos 2 planetas y como valor agregado ayudamos a que la obsolescencia programada pase de moda.

Mientras tanto, recuerda que todo está previsto para que tengas un día ¡de bien para arriba!

Re-Generación 19.