/ martes 9 de junio de 2020

Economía y bienestar | Medio ambiente y desarrollo económico


Durante mucho tiempo se pensó, desde la teoría económica neoclásica, que el espacio era isotrópico, es decir, que todos los lugares físicos eran iguales para el desarrollo de las actividades económicas.

Razón que se diluyó poco a poco, ya que al paso del tiempo ha quedado más que demostrado que el espacio donde se desarrollan las actividades son de suma importancia, dadas las características físicas de cada una de las regiones donde se desarrollarán las actividades, de aquí que las principales interrogantes económicas hayan crecido, ya que originalmente se pensaba solo en tres.

Estas eran qué producir, cómo producir y para quién producir; actualmente las interrogantes son más, ya que ahora hay que cuestionarnos dónde producir, haciendo alusión al ámbito geográfico y a las condiciones físicas y ambientales que cada espacio tiene, y una siguiente interrogante que últimamente emerge, que es el para qué producir; sí, para qué producir tanto, si cada proceso de producción conlleva a un proceso de destrucción de recursos naturales, muchos de ellos no renovables. Es por ello que aflora con mucha urgencia la imperiosa necesidad de pensar de manera racional en cuanto al uso de los recursos naturales cuando se considera que éstos son escasos, y en cierto punto estamos llegando al límite.

Por ello, hoy más que nunca es necesario el replantear tanto la producción como el consumo de bienes y servicios, éstos deben ser más racionales, considerando el riesgo que se corre de los problemas que se pueden generar, muchos de ellos con consecuencias irreversibles como es el cambio climático, así como los grandes niveles de polución que actualmente vivimos.

Tal situación ha sido abordada desde hace ya algunos años, por ejemplo, en 1972 con la Declaración de la ONU sobre el medio humano; posteriormente en 1987, se presenta el Informe Brundtland, que fue la primera aproximación para mediar una disputa entre el desarrollo económico y la sustentabilidad. En este Informe se hace por primera vez un acercamiento al concepto de sostenibilidad, entendiéndolo como aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades.

Años más tarde, en 1992, en la denominada Cumbre de Río se presenta la Declaración sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en esta última se establecen 27 principios orientados todos a buscar un justo acuerdo entre el medio ambiente, la cultura y la vida humana, por ejemplo, en el principio 1 dicta que los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza.

Posteriormente, en el año 2001-2002 se llevaron a cabo cuatro sesiones para discutir el tema; dicho evento se conoce como la Cumbre de Johannesburgo.

Actualmente se tiene vigente el compromiso por parte de los gobiernos que integran la ONU, a fin de poner en marcha la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, firmada en el año 2015; consta de 17 objetivos que constituyen una llamada universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo.

Dichos objetivos tiene un plazo de 15 años para ser alcanzados, de acuerdo a los planes previstos; los objetivos son: fin de la pobreza; Hambre cero; Salud y bienestar; Educación de calidad; Igualdad de género; Agua limpia y saneamiento; Energía asequible y no contaminante; Trabajo decente y crecimiento económico; Industria, innovación e infraestructura; Reducción de desigualdades; Ciudades y comunidades sostenibles; Producción y consumo responsables; Acción por el clima; Vida submarina; Vida de econsistemas terrestres; Paz, justicia e instituciones sólidas y por último Alianzas para lograr los objetivos. Dichos objetivos si se logran alcanzar para el año 2030, con seguiridad se estará llegando a un modelo que pudiera al menos garantizar a las futuras generaciones calidad de vida y un medio ambiente sano, ¿habrá que cuestionarnos en México, si se tiene la posibilidad de crear las condiciones entre el desarrollo económico, el desarrollo humano y ambiental? Para ahora sí, pensar en las futuras generaciones.


Durante mucho tiempo se pensó, desde la teoría económica neoclásica, que el espacio era isotrópico, es decir, que todos los lugares físicos eran iguales para el desarrollo de las actividades económicas.

Razón que se diluyó poco a poco, ya que al paso del tiempo ha quedado más que demostrado que el espacio donde se desarrollan las actividades son de suma importancia, dadas las características físicas de cada una de las regiones donde se desarrollarán las actividades, de aquí que las principales interrogantes económicas hayan crecido, ya que originalmente se pensaba solo en tres.

Estas eran qué producir, cómo producir y para quién producir; actualmente las interrogantes son más, ya que ahora hay que cuestionarnos dónde producir, haciendo alusión al ámbito geográfico y a las condiciones físicas y ambientales que cada espacio tiene, y una siguiente interrogante que últimamente emerge, que es el para qué producir; sí, para qué producir tanto, si cada proceso de producción conlleva a un proceso de destrucción de recursos naturales, muchos de ellos no renovables. Es por ello que aflora con mucha urgencia la imperiosa necesidad de pensar de manera racional en cuanto al uso de los recursos naturales cuando se considera que éstos son escasos, y en cierto punto estamos llegando al límite.

Por ello, hoy más que nunca es necesario el replantear tanto la producción como el consumo de bienes y servicios, éstos deben ser más racionales, considerando el riesgo que se corre de los problemas que se pueden generar, muchos de ellos con consecuencias irreversibles como es el cambio climático, así como los grandes niveles de polución que actualmente vivimos.

Tal situación ha sido abordada desde hace ya algunos años, por ejemplo, en 1972 con la Declaración de la ONU sobre el medio humano; posteriormente en 1987, se presenta el Informe Brundtland, que fue la primera aproximación para mediar una disputa entre el desarrollo económico y la sustentabilidad. En este Informe se hace por primera vez un acercamiento al concepto de sostenibilidad, entendiéndolo como aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades.

Años más tarde, en 1992, en la denominada Cumbre de Río se presenta la Declaración sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en esta última se establecen 27 principios orientados todos a buscar un justo acuerdo entre el medio ambiente, la cultura y la vida humana, por ejemplo, en el principio 1 dicta que los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza.

Posteriormente, en el año 2001-2002 se llevaron a cabo cuatro sesiones para discutir el tema; dicho evento se conoce como la Cumbre de Johannesburgo.

Actualmente se tiene vigente el compromiso por parte de los gobiernos que integran la ONU, a fin de poner en marcha la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, firmada en el año 2015; consta de 17 objetivos que constituyen una llamada universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo.

Dichos objetivos tiene un plazo de 15 años para ser alcanzados, de acuerdo a los planes previstos; los objetivos son: fin de la pobreza; Hambre cero; Salud y bienestar; Educación de calidad; Igualdad de género; Agua limpia y saneamiento; Energía asequible y no contaminante; Trabajo decente y crecimiento económico; Industria, innovación e infraestructura; Reducción de desigualdades; Ciudades y comunidades sostenibles; Producción y consumo responsables; Acción por el clima; Vida submarina; Vida de econsistemas terrestres; Paz, justicia e instituciones sólidas y por último Alianzas para lograr los objetivos. Dichos objetivos si se logran alcanzar para el año 2030, con seguiridad se estará llegando a un modelo que pudiera al menos garantizar a las futuras generaciones calidad de vida y un medio ambiente sano, ¿habrá que cuestionarnos en México, si se tiene la posibilidad de crear las condiciones entre el desarrollo económico, el desarrollo humano y ambiental? Para ahora sí, pensar en las futuras generaciones.