/ viernes 19 de junio de 2020

El cumpleaños del perro | El escritor Carlos Montemayor

En febrero de este año se cumplieron diez años de la muerte del escritor Carlos Montemayor y su pensamiento sigue más que vigente.

Siempre he dicho que cuando muere un escritor en algo la lengua también pierde algo de su brillo. El escritor es, antes que nada, una conciencia porque su labor es anfibia: con su labor literaria hace su obra y la crítica de la sociedad en la que está incrustado.

Un escritor y un intelectual como Carlos Montemayor (1947-2010) le daba prestigio al concierto cultural de este país que, a veces se nos olvida, no es un territorio planchado: tiene arrugas sociales, malestares, injusticias ancestrales que se renuevan –malditamente- ante cada gobernante en turno.

A México se le comprende y esto no es materia para justificarlo. En sus tormentas políticas subyace un ciclón olvidado: la impunidad que, gracias ella, es que se producen monstruos como violencia hacia las mujeres, corrupción y políticos infames.

Una de las formas de combatir dichos engendros es con la palabra. La palabra denota y connota, denuncia y desnuda a la verdad. La misión de un escritor como Montemayor no era con el fusil sino con la palabra para darles voz a personajes desamparados como los pueblos indígenas y los obreros y todos aquellos que no han encontrado en sus representantes populares algo parecido a la justicia.

Artesano inteligente de la palabra, Montemayor nos dijo en su obra que México se está deshaciendo y fragmentando pero aún hay esperanza: la del diálogo. Hombre de palabra y cultura universales, Montemayor le dijo al poder que no estaba solo, había un ejército de voces desde la sombras queriendo decir todo con el silencio. Y el silencio, lo sabemos, muchas de las veces es más poderoso que cualquier palabra.

En uno de sus poemas, Montemayor apuntaba: “Tengo un sentimiento tan transparente como el vidrio de una ventana. Es como la ventana en que miraba la nieve al amanecer, hace muchos años, cuando era niño, y pegaba la cara contra el cristal y comprendía toda la vida.”

Así, el poeta, ensayista, novelista, traductor y tenor Carlos Montemayor miraba a México: a través de la ventana de la literatura no para darnos imágenes transparentes sino para decirnos, al igual que Juan Rulfo, que aún hay esperanza, a pesar nuestro…

En febrero de este año se cumplieron diez años de la muerte del escritor Carlos Montemayor y su pensamiento sigue más que vigente.

Siempre he dicho que cuando muere un escritor en algo la lengua también pierde algo de su brillo. El escritor es, antes que nada, una conciencia porque su labor es anfibia: con su labor literaria hace su obra y la crítica de la sociedad en la que está incrustado.

Un escritor y un intelectual como Carlos Montemayor (1947-2010) le daba prestigio al concierto cultural de este país que, a veces se nos olvida, no es un territorio planchado: tiene arrugas sociales, malestares, injusticias ancestrales que se renuevan –malditamente- ante cada gobernante en turno.

A México se le comprende y esto no es materia para justificarlo. En sus tormentas políticas subyace un ciclón olvidado: la impunidad que, gracias ella, es que se producen monstruos como violencia hacia las mujeres, corrupción y políticos infames.

Una de las formas de combatir dichos engendros es con la palabra. La palabra denota y connota, denuncia y desnuda a la verdad. La misión de un escritor como Montemayor no era con el fusil sino con la palabra para darles voz a personajes desamparados como los pueblos indígenas y los obreros y todos aquellos que no han encontrado en sus representantes populares algo parecido a la justicia.

Artesano inteligente de la palabra, Montemayor nos dijo en su obra que México se está deshaciendo y fragmentando pero aún hay esperanza: la del diálogo. Hombre de palabra y cultura universales, Montemayor le dijo al poder que no estaba solo, había un ejército de voces desde la sombras queriendo decir todo con el silencio. Y el silencio, lo sabemos, muchas de las veces es más poderoso que cualquier palabra.

En uno de sus poemas, Montemayor apuntaba: “Tengo un sentimiento tan transparente como el vidrio de una ventana. Es como la ventana en que miraba la nieve al amanecer, hace muchos años, cuando era niño, y pegaba la cara contra el cristal y comprendía toda la vida.”

Así, el poeta, ensayista, novelista, traductor y tenor Carlos Montemayor miraba a México: a través de la ventana de la literatura no para darnos imágenes transparentes sino para decirnos, al igual que Juan Rulfo, que aún hay esperanza, a pesar nuestro…