/ domingo 24 de marzo de 2024

El cumpleaños del perro / Pasión por el cine mexicano

México es de los pocos, si no el único país de América Latina, en que el desarrollo del cine fue paralelo con el desarrollo del cine mundial. El cine se dio a conocer en diciembre de 1895 en París, y el 6 de agosto del año siguiente, 1896, se proyectó la primera función en México. Se dieron dos factores: uno, el gabinete de Porfirio Díaz era, mayoritariamente, de la corriente del positivismo que estaba a favor de los avances tecnológicos y de la incorporación de las artes, esto ayudó mucho para recibir el invento de los hermanos Lumière que en ese tiempo era la gran novedad.

Por otro lado, Porfirio Díaz era fan de lo francés y el cine, lo sabemos, nació en Francia, lo cual fue favorable para su introducción a lo largo de México. Empresarios como Salvador Toscano, Jesús Avitia, Enrique Rosas y otros, invirtieron su capital en comprar cinematógrafos y se dieron a la tarea de filmar “tomas”, que era lo que duraba un rollo.

El cine tuvo una gran aceptación y crecimiento en los Estados Unidos, en parte porque los inmigrantes europeos no hablaban inglés, y obviamente el cine en ese tiempo era mudo, por ende asistían frecuentemente a ver películas, dándole un auge y relevancia al cine como tal. Al terminar la Primera Guerra Mundial, muchos técnicos se compartieron mutuamente, yendo de aquí para Estados Unidos y viniendo de Estados Unidos para acá. El cine se dinamizaba.

Con la distancia, esa época de 1940-41 al 58 se conoció como la Época de Oro del cine mexicano. Para ello, se dieron dos aspectos muy importantes: uno, se generó el concepto de industria, es decir, por primera vez en México se hablaba de un star system, nacían verdaderos actores estrellas de la pantalla grande, y se empezaron a abrir mercados para el cine mexicano.

Los actores más cotizados de ese período eran María Félix y Arturo de Córdova; María Félix llegó a cobrar por primera vez un millón de pesos. Una película de Arturo de Córdova que se iba a distribuir en Argentina, Chile y España ya estaba comprada antes de filmarse, entonces, los productores tenían gran elasticidad financiera gracias a que nuestras películas se consumían.

Vinieron otras etapas del cine mexicano (los años 60 con el Concurso de Cine Experimental, los 70 con directores con formación técnica y alta sensibilidad social, los 80 que fueron lamentables en calidad pero que mantuvieron a flote a la industria de nuestro cine). No es gratuito decir que lo sucedido del 2000 para acá, sobre todo con Amores perros, ha impulsado a nuevos cineastas con más información y estudios académicos sobre el cine, y ha hecho que se voltee no solamente al mercado interno sino, como dice McLuhan, se incorpore de una vez por todas a la globalización.

No podemos negar que la tecnología digital hizo más democrático al cine porque abarató costos, hoy casi ya no se filma en cine (celuloide); es más, en las escuelas de cine ya no se enseña cine en celuloide, ya todo está en digital, esto permitió lo que ya dije, que se democratizara, es decir, que se abrieran oportunidades muy importantes no solamente para cineastas de las urbes, sino para cineastas que vienen de pueblos. Incluso hay cineastas indígenas gracias a ésta que yo llamo “época prodigiosa de la era digital”, muchas películas, por no decir que casi todas, ya están no filmadas, ya están grabadas en video digital.

Eso no ha impactado en la calidad porque el cine es un lenguaje, tiene códigos, gramáticas, y cuenta una historia con base en ello, no es que la textura del celuloide fuera determinante para contar la historia, no digo que fue sustituida, sin embargo los avances tecnológicos han hecho que el video de alta definición se acerque mucho y casi parezca que es celuloide.

Cuando salió la televisión se dijo que era la muerte del cine, luego vino la computadora y se dijo ya murió el cine. Vino el digital y se dijo ahora sí ya se muere el cine, y no, el cine sigue vivo, dice David Lynch que el cine se ha atomizado en miles de pantallas, es decir, ya el streaming, los recursos de video por televisión —Netflix, Amazon, etcétera— se han derivado en una ventana en donde están, por ejemplo, las series y miniseries. No sé qué venga en el futuro, está pendiente el cine hecho en realidad virtual, esto generaría una nueva gramática, incluso una nueva tecnología para verla. Creo que para allá va el cine.

En México cada vez aumentan más las salas de cine, yo sostengo que esto sucede porque, al fin y al cabo, frente al teatro, a la ópera, incluso al circo (en vía de extinción), el cine sigue siendo el espectáculo más barato a pesar de que hay salas con mucho confort, con butacas que se mueven, con tecnología 3D, 4DX.

En el 2007, cuando Iñárritu, Cuarón y Del Toro estuvieron nominados en diferentes categorías al Óscar por El laberinto del fauno, Babel y Los hijos del hombre, respectivamente, se vino una oleada de que había que hacer algo por el cine. Vinieron a México los llamados “tres amigos”, propusieron a diputados que legislaran en favor de estímulos fiscales para los inversionistas en cine. Se aprobó la famosa ley de 226 que hacía deducible el ISR a los que invertían en cine y en teatro, esto ayudó mucho a que aumentara la producción mexicana, pero en términos de la importancia que ha tenido el cine para los políticos y la academia —entiéndase universidades y escuelas—, creo que para allá vamos pero aún estamos en pañales, no sé por qué no le han entrado a declarar al cine como patrimonio cultural de este país, para que surja una legislación que no solamente proteja al material que ya se tiene, o que se va a tener, sino para que se distribuya, se fomente, para que desde niños se les eduque a ver cine porque el cine es un producto cultural.

Es muy importante entender que el cine no solamente es entretenimiento, también es una forma de entendernos como civilización, yo tengo acuñada una frase que siempre arrojo: el cine es la memoria humana de la eternidad, porque lo que se produzca ya va a quedar ahí, a menos que venga una hecatombe nuclear, pero si no sucede, va a quedar ahí y nos va a dar, conforme pasen los años, una instantánea del momento, la época en que fue filmada, y por lo tanto, en que captó una sociedad, no importa que sea cine de ficción...

México es de los pocos, si no el único país de América Latina, en que el desarrollo del cine fue paralelo con el desarrollo del cine mundial. El cine se dio a conocer en diciembre de 1895 en París, y el 6 de agosto del año siguiente, 1896, se proyectó la primera función en México. Se dieron dos factores: uno, el gabinete de Porfirio Díaz era, mayoritariamente, de la corriente del positivismo que estaba a favor de los avances tecnológicos y de la incorporación de las artes, esto ayudó mucho para recibir el invento de los hermanos Lumière que en ese tiempo era la gran novedad.

Por otro lado, Porfirio Díaz era fan de lo francés y el cine, lo sabemos, nació en Francia, lo cual fue favorable para su introducción a lo largo de México. Empresarios como Salvador Toscano, Jesús Avitia, Enrique Rosas y otros, invirtieron su capital en comprar cinematógrafos y se dieron a la tarea de filmar “tomas”, que era lo que duraba un rollo.

El cine tuvo una gran aceptación y crecimiento en los Estados Unidos, en parte porque los inmigrantes europeos no hablaban inglés, y obviamente el cine en ese tiempo era mudo, por ende asistían frecuentemente a ver películas, dándole un auge y relevancia al cine como tal. Al terminar la Primera Guerra Mundial, muchos técnicos se compartieron mutuamente, yendo de aquí para Estados Unidos y viniendo de Estados Unidos para acá. El cine se dinamizaba.

Con la distancia, esa época de 1940-41 al 58 se conoció como la Época de Oro del cine mexicano. Para ello, se dieron dos aspectos muy importantes: uno, se generó el concepto de industria, es decir, por primera vez en México se hablaba de un star system, nacían verdaderos actores estrellas de la pantalla grande, y se empezaron a abrir mercados para el cine mexicano.

Los actores más cotizados de ese período eran María Félix y Arturo de Córdova; María Félix llegó a cobrar por primera vez un millón de pesos. Una película de Arturo de Córdova que se iba a distribuir en Argentina, Chile y España ya estaba comprada antes de filmarse, entonces, los productores tenían gran elasticidad financiera gracias a que nuestras películas se consumían.

Vinieron otras etapas del cine mexicano (los años 60 con el Concurso de Cine Experimental, los 70 con directores con formación técnica y alta sensibilidad social, los 80 que fueron lamentables en calidad pero que mantuvieron a flote a la industria de nuestro cine). No es gratuito decir que lo sucedido del 2000 para acá, sobre todo con Amores perros, ha impulsado a nuevos cineastas con más información y estudios académicos sobre el cine, y ha hecho que se voltee no solamente al mercado interno sino, como dice McLuhan, se incorpore de una vez por todas a la globalización.

No podemos negar que la tecnología digital hizo más democrático al cine porque abarató costos, hoy casi ya no se filma en cine (celuloide); es más, en las escuelas de cine ya no se enseña cine en celuloide, ya todo está en digital, esto permitió lo que ya dije, que se democratizara, es decir, que se abrieran oportunidades muy importantes no solamente para cineastas de las urbes, sino para cineastas que vienen de pueblos. Incluso hay cineastas indígenas gracias a ésta que yo llamo “época prodigiosa de la era digital”, muchas películas, por no decir que casi todas, ya están no filmadas, ya están grabadas en video digital.

Eso no ha impactado en la calidad porque el cine es un lenguaje, tiene códigos, gramáticas, y cuenta una historia con base en ello, no es que la textura del celuloide fuera determinante para contar la historia, no digo que fue sustituida, sin embargo los avances tecnológicos han hecho que el video de alta definición se acerque mucho y casi parezca que es celuloide.

Cuando salió la televisión se dijo que era la muerte del cine, luego vino la computadora y se dijo ya murió el cine. Vino el digital y se dijo ahora sí ya se muere el cine, y no, el cine sigue vivo, dice David Lynch que el cine se ha atomizado en miles de pantallas, es decir, ya el streaming, los recursos de video por televisión —Netflix, Amazon, etcétera— se han derivado en una ventana en donde están, por ejemplo, las series y miniseries. No sé qué venga en el futuro, está pendiente el cine hecho en realidad virtual, esto generaría una nueva gramática, incluso una nueva tecnología para verla. Creo que para allá va el cine.

En México cada vez aumentan más las salas de cine, yo sostengo que esto sucede porque, al fin y al cabo, frente al teatro, a la ópera, incluso al circo (en vía de extinción), el cine sigue siendo el espectáculo más barato a pesar de que hay salas con mucho confort, con butacas que se mueven, con tecnología 3D, 4DX.

En el 2007, cuando Iñárritu, Cuarón y Del Toro estuvieron nominados en diferentes categorías al Óscar por El laberinto del fauno, Babel y Los hijos del hombre, respectivamente, se vino una oleada de que había que hacer algo por el cine. Vinieron a México los llamados “tres amigos”, propusieron a diputados que legislaran en favor de estímulos fiscales para los inversionistas en cine. Se aprobó la famosa ley de 226 que hacía deducible el ISR a los que invertían en cine y en teatro, esto ayudó mucho a que aumentara la producción mexicana, pero en términos de la importancia que ha tenido el cine para los políticos y la academia —entiéndase universidades y escuelas—, creo que para allá vamos pero aún estamos en pañales, no sé por qué no le han entrado a declarar al cine como patrimonio cultural de este país, para que surja una legislación que no solamente proteja al material que ya se tiene, o que se va a tener, sino para que se distribuya, se fomente, para que desde niños se les eduque a ver cine porque el cine es un producto cultural.

Es muy importante entender que el cine no solamente es entretenimiento, también es una forma de entendernos como civilización, yo tengo acuñada una frase que siempre arrojo: el cine es la memoria humana de la eternidad, porque lo que se produzca ya va a quedar ahí, a menos que venga una hecatombe nuclear, pero si no sucede, va a quedar ahí y nos va a dar, conforme pasen los años, una instantánea del momento, la época en que fue filmada, y por lo tanto, en que captó una sociedad, no importa que sea cine de ficción...