/ miércoles 27 de marzo de 2024

El cumpleaños del perro / Una mirada fílmica a la figura de Cristo

Uno de los filmes más interesantes que abonan en la figura de Jesucristo es La pasión de Cristo, filmada por Mel Gibson -apoyado en los Evangelios- en Italia en 2003. Con Jim Caviezel como Cristo y con un elenco enteramente europeo, Gibson cuenta la historia de las últimas 12 horas de la vida de Cristo.

La narración fílmica inicia cuando Jesús reza en el Huerto de los Olivos y es aprehendido por los enviados de los sumos sacerdotes. Entregado por Judas y con la rebeldía sangrienta de Pedro, Jesús es puesto ante Caifás para ser acusado de llamarse El Mesías. Sometidos ante el Imperio Romano, los sacerdotes llevan a Jesús ante la autoridad respectiva (Poncio Pilatos) para que condenen legalmente a Jesús a morir crucificado. Pilatos, al no ver delito en Jesús, lo remite a Herodes, quien tampoco ve en el nazareno otra cosa que locura.

Llevado de nuevo ante Pilatos, Jesús continúa siendo repelido por los judíos. El Cónsul Pilatos les pone una disyuntiva: liberar al asesino Barrabás o liberar a Jesús. A grito abierto piden que sea soltado Barrabás. Lavándose las manos, Pilatos –y temiendo que una decisión adversa alborote a la colonia judía- entrega a Jesús a sus captores para que sea ejecutado.

A través de un largo y pasional vía crucis, Jesús cargará la cruz hasta llegar al Gólgota (junto a Dimas y Gestas) para cumplir con las escrituras. Durante el recorrido –al igual que en el Getsemaní y durante los azotes por los soldados- a Jesús lo acompañará Satán (Rosalinda Celentano) en forma de mujer.

María/ Maia Morgenstern, su madre, María Magdalena/ Mónica Belluci y Juan/ Hristo Jivkov siguen el camino de Jesús hasta la cruz. Durante las caídas, se irán viendo trozos de la vida pública de Jesús: el Sermón de la Montaña, la Última Cena, la defensa de María Magdalena ante la turba y el lavatorio de los pies. Al final Jesús muere en la cruz, al lado de Dimas y Gestas. Al tercer día resucita… La película, aparte de su polémica generada y en nuestro país clasificada con una cuestionable C, contiene una estética interesante. La fotografía de Caleb Deschanel se regodea entre tonalidades oscuras semisepias y una pedante cámara lenta.

Es probable que los aciertos del filme se encuentren en la crudeza de su violencia. Acorde a la idea de querer plasmar lo más real la historia, Gibson aboga por el uso de efectos especiales en las torturas, en los azotes y en la crucifixión. Incluso, podría decirse que la puesta en escena raya a ratos en lo barroco.

Evidentemente didáctico y sin mucho arriesgue en lo formal (salvo la aparición de Satán como mujer, recordándonos a Silvia Pinal en Simón del desierto, de Buñuel), La pasión de Cristo intenta ajustarse a los textos bíblicos con tal exactitud que está hablada toda en latín y arameo. Pero si se hace una aproximación a lo políticamente correcto, la mirada enfocará varias figuras: ¿tergiversación de los hechos? ¿O un éxtasis personal gore de Gibson ante su deleite evidente: la violencia, el gore per se? Sin duda la música (o soundtrack) de John Debney le otorga al filme bastante emotividad, aunado al tema en sí. Con La pasión de Cristo, Mel Gibson se ubicaba como un cineasta comercialmente interesante (aunque muy arrebatado, y para mayor muestra fue su filme Apocalypto, hablado en maya)…

Uno de los filmes más interesantes que abonan en la figura de Jesucristo es La pasión de Cristo, filmada por Mel Gibson -apoyado en los Evangelios- en Italia en 2003. Con Jim Caviezel como Cristo y con un elenco enteramente europeo, Gibson cuenta la historia de las últimas 12 horas de la vida de Cristo.

La narración fílmica inicia cuando Jesús reza en el Huerto de los Olivos y es aprehendido por los enviados de los sumos sacerdotes. Entregado por Judas y con la rebeldía sangrienta de Pedro, Jesús es puesto ante Caifás para ser acusado de llamarse El Mesías. Sometidos ante el Imperio Romano, los sacerdotes llevan a Jesús ante la autoridad respectiva (Poncio Pilatos) para que condenen legalmente a Jesús a morir crucificado. Pilatos, al no ver delito en Jesús, lo remite a Herodes, quien tampoco ve en el nazareno otra cosa que locura.

Llevado de nuevo ante Pilatos, Jesús continúa siendo repelido por los judíos. El Cónsul Pilatos les pone una disyuntiva: liberar al asesino Barrabás o liberar a Jesús. A grito abierto piden que sea soltado Barrabás. Lavándose las manos, Pilatos –y temiendo que una decisión adversa alborote a la colonia judía- entrega a Jesús a sus captores para que sea ejecutado.

A través de un largo y pasional vía crucis, Jesús cargará la cruz hasta llegar al Gólgota (junto a Dimas y Gestas) para cumplir con las escrituras. Durante el recorrido –al igual que en el Getsemaní y durante los azotes por los soldados- a Jesús lo acompañará Satán (Rosalinda Celentano) en forma de mujer.

María/ Maia Morgenstern, su madre, María Magdalena/ Mónica Belluci y Juan/ Hristo Jivkov siguen el camino de Jesús hasta la cruz. Durante las caídas, se irán viendo trozos de la vida pública de Jesús: el Sermón de la Montaña, la Última Cena, la defensa de María Magdalena ante la turba y el lavatorio de los pies. Al final Jesús muere en la cruz, al lado de Dimas y Gestas. Al tercer día resucita… La película, aparte de su polémica generada y en nuestro país clasificada con una cuestionable C, contiene una estética interesante. La fotografía de Caleb Deschanel se regodea entre tonalidades oscuras semisepias y una pedante cámara lenta.

Es probable que los aciertos del filme se encuentren en la crudeza de su violencia. Acorde a la idea de querer plasmar lo más real la historia, Gibson aboga por el uso de efectos especiales en las torturas, en los azotes y en la crucifixión. Incluso, podría decirse que la puesta en escena raya a ratos en lo barroco.

Evidentemente didáctico y sin mucho arriesgue en lo formal (salvo la aparición de Satán como mujer, recordándonos a Silvia Pinal en Simón del desierto, de Buñuel), La pasión de Cristo intenta ajustarse a los textos bíblicos con tal exactitud que está hablada toda en latín y arameo. Pero si se hace una aproximación a lo políticamente correcto, la mirada enfocará varias figuras: ¿tergiversación de los hechos? ¿O un éxtasis personal gore de Gibson ante su deleite evidente: la violencia, el gore per se? Sin duda la música (o soundtrack) de John Debney le otorga al filme bastante emotividad, aunado al tema en sí. Con La pasión de Cristo, Mel Gibson se ubicaba como un cineasta comercialmente interesante (aunque muy arrebatado, y para mayor muestra fue su filme Apocalypto, hablado en maya)…