/ lunes 30 de mayo de 2022

El cumpleaños del perro | Una película de Nicolás Pereda

El cine de Nicolás Pereda (1982, Ciudad de México) parece ser destinado a verse solo en festivales o en plataformas de streaming de cine de arte. No es un cine que se proyecte en salas comerciales. ¿Por qué? Tal vez por la exigencia que demanda su minimalismo terco y obcecado por parte de su director.

Los personajes que plantea Nicolás Pereda no es que sean perdedores o derrotados, son más bien domesticados por las bestias de sus destinos y que se dejan devorar por la sencillez de un fracaso latente, oxidado por el azar maldito e indeseado. Un ejemplo es “Perpetuum mobile”

En Perpetuum mobile/ 2009 (ganadora del Mayahuel de Oro por Mejor Película en el FICG 2010), Pereda asume y resume todas sus instalaciones estéticas: orfandad aparente de estructura dramática, aniquilación de los limítrofes entre realidad y ficción, restauración del “cine directo” con apostillas de cotidianidad deslindada de agendas vitales, diálogos insuflados de parsimonia y elucubraciones espontáneas, silencios dormitados en los brazos de los tiempos muertos vía planos abandonados (adrede mientras va por las chelas tal vez), desaseos estéticos con instrucciones de ser correctos y vigorosos, sólo que en “Los mejores temas”/ México- Canadá- Holanda- 2012 Pereda los eleva al cuadrado y le agrega sazón a su caldo: la representación orgánica de los actores, la inversión de los roles, la auscultación de la sensorialidad visual, el arrumaco a cánones consabidos (Pedro Costa/Kaurismäki/ Miguel Gomes/ Bresson), la expropiación de la candidez sórdida, la teatralidad esterilizada por la cámara digital y la escrituración de los prolegómenos del cine alternativo.

“Los mejores temas” es, aunque parezca lo contrario, un desenfado fílmico de Pereda anclado en los estadios del metacine y la metaficción. La historia de Gabino/ Gabino Rodríguez, gandul vendedor de rolas piratas (con los mejores temas o hits), que vive con su madre/ Teresa Sánchez, es llevado por Pereda al borde de la crispación por el asunto de la repentina aparición del padre/ José Rodríguez López (padre en la vida real de Gabino) porque cómo, pues para qué vuelves si te fuiste.

Es entonces cuando Pereda se pone su bata de laboratorio y empieza hacer sus ensayitos: con el bisturí de la representación, saca la catarsis de los personajes (no los actores) para que echen su choro existencial hasta que los actores (no los personajes) se mimeticen en una representación orgánica, aunque el colmo de Pereda llega al sustituirle al papá a Gabino por otro actor a la manera del Buñuel de “Ese oscuro objeto del deseo”/ 1977.

Cual si fuesen actores en busca de director, emulando a Pirandello, Gabino y su familia cuentan (y desarrollan su historia) mientras Pereda entra en trance y cuenta dos historias: la de ellos y la del film que está haciendo (eso llamado cine dentro del cine) tal vez para confirmar lo que dijo en alguna entrevista: “Se refleja la condición humana a partir de los cotidiano, porque vivimos casi toda la vida sin eventos muy importantes…”.

El cine de Nicolás Pereda (1982, Ciudad de México) parece ser destinado a verse solo en festivales o en plataformas de streaming de cine de arte. No es un cine que se proyecte en salas comerciales. ¿Por qué? Tal vez por la exigencia que demanda su minimalismo terco y obcecado por parte de su director.

Los personajes que plantea Nicolás Pereda no es que sean perdedores o derrotados, son más bien domesticados por las bestias de sus destinos y que se dejan devorar por la sencillez de un fracaso latente, oxidado por el azar maldito e indeseado. Un ejemplo es “Perpetuum mobile”

En Perpetuum mobile/ 2009 (ganadora del Mayahuel de Oro por Mejor Película en el FICG 2010), Pereda asume y resume todas sus instalaciones estéticas: orfandad aparente de estructura dramática, aniquilación de los limítrofes entre realidad y ficción, restauración del “cine directo” con apostillas de cotidianidad deslindada de agendas vitales, diálogos insuflados de parsimonia y elucubraciones espontáneas, silencios dormitados en los brazos de los tiempos muertos vía planos abandonados (adrede mientras va por las chelas tal vez), desaseos estéticos con instrucciones de ser correctos y vigorosos, sólo que en “Los mejores temas”/ México- Canadá- Holanda- 2012 Pereda los eleva al cuadrado y le agrega sazón a su caldo: la representación orgánica de los actores, la inversión de los roles, la auscultación de la sensorialidad visual, el arrumaco a cánones consabidos (Pedro Costa/Kaurismäki/ Miguel Gomes/ Bresson), la expropiación de la candidez sórdida, la teatralidad esterilizada por la cámara digital y la escrituración de los prolegómenos del cine alternativo.

“Los mejores temas” es, aunque parezca lo contrario, un desenfado fílmico de Pereda anclado en los estadios del metacine y la metaficción. La historia de Gabino/ Gabino Rodríguez, gandul vendedor de rolas piratas (con los mejores temas o hits), que vive con su madre/ Teresa Sánchez, es llevado por Pereda al borde de la crispación por el asunto de la repentina aparición del padre/ José Rodríguez López (padre en la vida real de Gabino) porque cómo, pues para qué vuelves si te fuiste.

Es entonces cuando Pereda se pone su bata de laboratorio y empieza hacer sus ensayitos: con el bisturí de la representación, saca la catarsis de los personajes (no los actores) para que echen su choro existencial hasta que los actores (no los personajes) se mimeticen en una representación orgánica, aunque el colmo de Pereda llega al sustituirle al papá a Gabino por otro actor a la manera del Buñuel de “Ese oscuro objeto del deseo”/ 1977.

Cual si fuesen actores en busca de director, emulando a Pirandello, Gabino y su familia cuentan (y desarrollan su historia) mientras Pereda entra en trance y cuenta dos historias: la de ellos y la del film que está haciendo (eso llamado cine dentro del cine) tal vez para confirmar lo que dijo en alguna entrevista: “Se refleja la condición humana a partir de los cotidiano, porque vivimos casi toda la vida sin eventos muy importantes…”.