/ sábado 24 de febrero de 2024

Gryita / Filosofía en expresión

"Cuando el cambio te cambia, cambia, porque si no cambias el cambio te cambia, porque el cambio ya cambió"

Este aparente juego de palabras me tomó por sorpresa aquella tarde en que acompañaba a un conferencista quien acudía como invitado especial a un evento de una asociación de la ciudad.

Por mi trabajo en la estación de radio me había sido encomendado acompañarle para auxiliarlo en la promoción de su participación y la mencionó durante la entrevista en la que habló de aspectos que tenían que ver con lo necesario para tener una voluntad inquebrantable y el poder para cambiar.

Se quedó grabada en mi memoria y ha sido motivo e inspiración de muchas de mis conferencias y publicaciones al respecto.

Qué difícil es cambiar

Y no estoy hablando de aquello que nos molesta y simplemente determinamos suplir por otra cosa semejante o que nos brinde el mismo placer, servicio o satisfacción, sino de aquello que aunque nos dañe tremendamente, simplemente deseamos volverlo a tener, a vivir o a consumir.

Dejar de hacer

Palabras clave para empezar a buscar de manera seria y responsable la salida de círculos viciosos.

Sin entrar en detalles sobre algún abordaje con fundamento científico, simplemente apelando al sentido común y al sentido de supervivencia desmenucemos el tema.

Cuando descubrimos que algo cotidiano nos está causando un daño, es evidente que dicho asunto se ha vuelto una costumbre, ya que algo que hacemos una sola vez y no nos gusta, no pasará de ser una mala experiencia y al rechazarlo jamás se volverá una dependencia.

Se requiere de la repetición, el acto consciente de volver a transitar con insistencia por la misma situación.

Cuando hablamos de sustancias las cosas se tornan tal vez un poco más sensacionales porque se habla de temas que pueden tocar zonas sensibles de la ley y daños colaterales que pueden ofender incluso a la sociedad, pero ¿qué me dice de lo permitido?

El alcohol por ejemplo y los cigarrillos.

En alguna entrega anterior hablé específicamente del carácter dañino de esta sustancia anestésica depresora del sistema nervioso central y madre y padre de muchos perjuicios para la humanidad y su reinado falso como "alma de la fiesta", dada la libertad con que es promovido y consumido.

El caso de los cigarrillos es algo semejante y ya dedicaré alguna entrega posterior solo a ellos.

Pero hoy hablaré de algo más sutil.

Las dependencias que generamos a la comida chatarra, industrializados, el azúcar, la sal, la harina blanca, las relaciones tóxicas y la agresividad pasiva.

Esta mezcla infernal de alimentos, bebidas y conductas está causando un daño enorme y tal vez no bastarán algunos textos para detenerla.

¿Cuántas veces a la semana consume usted frituras, bebidas azucaradas, grasas animales, harinas y alimentos industrializados?

¿Las sentencias de excesos de las nuevas etiquetas le han hecho disminuir la compra e ingesta de estos productos?

¿Su diversión consiste en salir o comprar algo que comer?

¿Acompaña usted sus emociones, alegrías, tristezas, miedos, frustraciones o dudas con deliciosos manjares que le endulzan al menos la mente, pero también le perjudican su cuerpo?

¿Usted o alguno de sus cercanos vive algún tipo de sufrimiento a causa de una relación tóxica, agresividad pasiva, violencia psicológica o de género, discriminación, bullying o ataques de cualquier tipo en su trabajo?

Definitivamente algunas de estas cosas van a requerir auxilio profesional o el apoyo de sus pares, pero otras bastaría simplemente aplicar el principio mencionado arriba.

No compre, no vaya, no insista, no ruegue, no dependa, no repita, no lo vuelva a hacer.

Así de simple.

No use la primera dosis de todo aquello que le esté causando un daño, busque ayuda y empiece su camino de salida de cualquier laberinto.

Algunas cosas mejorarán sin tener que hacer algo, será más bien dejando de hacer algo.

gryitafuerte@gmail.com

Facebook Gryita Fuerte

RE-GENERACIÓN 19

"Cuando el cambio te cambia, cambia, porque si no cambias el cambio te cambia, porque el cambio ya cambió"

Este aparente juego de palabras me tomó por sorpresa aquella tarde en que acompañaba a un conferencista quien acudía como invitado especial a un evento de una asociación de la ciudad.

Por mi trabajo en la estación de radio me había sido encomendado acompañarle para auxiliarlo en la promoción de su participación y la mencionó durante la entrevista en la que habló de aspectos que tenían que ver con lo necesario para tener una voluntad inquebrantable y el poder para cambiar.

Se quedó grabada en mi memoria y ha sido motivo e inspiración de muchas de mis conferencias y publicaciones al respecto.

Qué difícil es cambiar

Y no estoy hablando de aquello que nos molesta y simplemente determinamos suplir por otra cosa semejante o que nos brinde el mismo placer, servicio o satisfacción, sino de aquello que aunque nos dañe tremendamente, simplemente deseamos volverlo a tener, a vivir o a consumir.

Dejar de hacer

Palabras clave para empezar a buscar de manera seria y responsable la salida de círculos viciosos.

Sin entrar en detalles sobre algún abordaje con fundamento científico, simplemente apelando al sentido común y al sentido de supervivencia desmenucemos el tema.

Cuando descubrimos que algo cotidiano nos está causando un daño, es evidente que dicho asunto se ha vuelto una costumbre, ya que algo que hacemos una sola vez y no nos gusta, no pasará de ser una mala experiencia y al rechazarlo jamás se volverá una dependencia.

Se requiere de la repetición, el acto consciente de volver a transitar con insistencia por la misma situación.

Cuando hablamos de sustancias las cosas se tornan tal vez un poco más sensacionales porque se habla de temas que pueden tocar zonas sensibles de la ley y daños colaterales que pueden ofender incluso a la sociedad, pero ¿qué me dice de lo permitido?

El alcohol por ejemplo y los cigarrillos.

En alguna entrega anterior hablé específicamente del carácter dañino de esta sustancia anestésica depresora del sistema nervioso central y madre y padre de muchos perjuicios para la humanidad y su reinado falso como "alma de la fiesta", dada la libertad con que es promovido y consumido.

El caso de los cigarrillos es algo semejante y ya dedicaré alguna entrega posterior solo a ellos.

Pero hoy hablaré de algo más sutil.

Las dependencias que generamos a la comida chatarra, industrializados, el azúcar, la sal, la harina blanca, las relaciones tóxicas y la agresividad pasiva.

Esta mezcla infernal de alimentos, bebidas y conductas está causando un daño enorme y tal vez no bastarán algunos textos para detenerla.

¿Cuántas veces a la semana consume usted frituras, bebidas azucaradas, grasas animales, harinas y alimentos industrializados?

¿Las sentencias de excesos de las nuevas etiquetas le han hecho disminuir la compra e ingesta de estos productos?

¿Su diversión consiste en salir o comprar algo que comer?

¿Acompaña usted sus emociones, alegrías, tristezas, miedos, frustraciones o dudas con deliciosos manjares que le endulzan al menos la mente, pero también le perjudican su cuerpo?

¿Usted o alguno de sus cercanos vive algún tipo de sufrimiento a causa de una relación tóxica, agresividad pasiva, violencia psicológica o de género, discriminación, bullying o ataques de cualquier tipo en su trabajo?

Definitivamente algunas de estas cosas van a requerir auxilio profesional o el apoyo de sus pares, pero otras bastaría simplemente aplicar el principio mencionado arriba.

No compre, no vaya, no insista, no ruegue, no dependa, no repita, no lo vuelva a hacer.

Así de simple.

No use la primera dosis de todo aquello que le esté causando un daño, busque ayuda y empiece su camino de salida de cualquier laberinto.

Algunas cosas mejorarán sin tener que hacer algo, será más bien dejando de hacer algo.

gryitafuerte@gmail.com

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RE-GENERACIÓN 19