/ sábado 17 de octubre de 2020

Hablemos de Tecnología | Con fecha de caducidad

No hay nada más atemporal que la verdad, y pocas cosas tienen más implícita una fecha de caducidad que la mentira. Pues el peligro no radica en la mentira misma, sino en sus consecuencias, esas que generan falsedad, ignorancia o desconocimiento, y ese abstracto abordamos hoy, el que le pone fecha de caducidad a la información, a la verdad y al conocimiento.

“Eppur si muove” (sin embargo, se mueve) según cuenta la leyenda, es la hipotética frase en italiano que, según la tradición, Galileo Galilei habría pronunciado después de abjurar de la visión heliocéntrica del mundo, su máxima aportación a la humanidad, ante el tribunal de la Santa Inquisición.

Hoy día, amable lector, pararse en cualquier foro, formal o no, y hablar de temas como el terraplanismo o supersticiones, nos refiere al campo de la mofa, de la burla y de la locura. Sabemos que Ciencia y Tecnología, como pilares constructores del mundo, avanzan, presentan un soporte de todo lo que entendemos como “real” y como “verdadero”.

Pero la buena ciencia tiene vigencia, y muchas de las cosas que defendíamos acérrimamente como verdaderas pudieran ser refutadas en cualquier momento por personas que tal vez ni siquiera deseaban hacerlo, ya sea por suerte, si es que esta existe o por casualidad, muchas de las grandes teorías pueden llegar a caer, y los genios de antaño dejar libre su pedestal a los del futuro.

En todo lo expuesto, existen riesgos implícitos que probablemente no alcanzamos a vislumbrar a primera vista, y en las más de 1,700 millones de páginas web que existen actualmente publicadas es difícil creer, que no exista información desfasada, obsoleta, o peor aún, errónea.

Hasta hace algunos años, bastaba con mostrar una captura impresa, un pantallazo o incluso una dirección de Internet en donde se expusiera un artículo o noticia para tratar de sustentar su veracidad y validez, como si solo los grandes gobiernos, científicos o casas editoriales reconocidas como OEM tuvieran los recursos y la capacidad de elaborarlas, y así fue por algunos años, sin embargo hoy, el comprar y registrar un nombre de dominio en internet del tipo www.sunombre.com es accesible casi a cualquier persona y bolsillo actualmente, y el desarrollar un sitio con herramientas prestablecidas se ha vuelto labor de oficio incluso para personas con escasa formación en tecnología, el mundo cambió, pero muchos de nosotros nos quedamos igual.

Y por muy modernos, avanzados y vanguardistas que nos lleguemos a sentir como humanidad, la realidad es que muchos de nuestros sistemas de comunicaciones, de transporte y hasta de soporte de vida, siguen trabajando con tecnologías que ya existían incluso antes de que naciéramos, le cito algunos ejemplos para enriquecer su cultura general y aportar “esos datitos” que siempre le ponen sabor a una conversación: El Pentágono sigue utilizando sistemas que datan de los años 70s en su arsenal nuclear, algunos con discos flexibles de 8.5”. Al día de hoy, el sector bancario sigue utilizando a nivel interno sistemas escritos con lenguaje COBOL. Se trata de un lenguaje creado en 1959 para su uso en entornos empresariales. El transbordador espacial ORION de la NASA esta controlado por dos ordenadores IBM PowerPC 750X con procesadores de un solo núcleo, para entender esto, si lee estas líneas desde un teléfono inteligente, el aparato que lleva en su mano tiene más potencia informática que ese transbordador.

Como estos ejemplos podríamos encontrar muchos más, como el metro de Nueva York cuya infraestructura tecnológica data de los años 30s, cajeros automáticos en México y muchas partes de América Latina que siguen usando Windows XP® el que fue filtrado en su totalidad hace unas semanas, o plantas de energía nuclear en todo el mundo que siguen usando tecnología de los años 80s. Y es porque así es nuestro mundo, privilegiamos lo superfluo y denostamos lo primordial.

Somos una especie tan contradictoria, tan llena de claroscuros, de pasiones, de virtudes, pero también de odios y egoísmos, somos simios calvos políticos, que nos rompemos la cabeza para tratar de entender el tiempo, que sacrificamos la salud por tener dinero, que luego sacrificaremos por tener salud. Así somos, locos por explorar Marte, sin haber terminado de explorar la tierra, capaces de pagar miles de pesos por entretenimiento e ignorancia, e incapaces de pagar 100 pesos por un buen libro. Y probablemente la peor contradicción de todas, amar más a quién menos nos ama.

Reflexionemos, porque con el Covid-19 el destino nos recordó que la humanidad, también tiene fecha de caducidad.

Quédate en Casa.

Facebook:

www.facebook.com/soylalodelatorre

Twitter:

@lalodelatorreg

Correo:

tecnologia@lalodelatorre.com

No hay nada más atemporal que la verdad, y pocas cosas tienen más implícita una fecha de caducidad que la mentira. Pues el peligro no radica en la mentira misma, sino en sus consecuencias, esas que generan falsedad, ignorancia o desconocimiento, y ese abstracto abordamos hoy, el que le pone fecha de caducidad a la información, a la verdad y al conocimiento.

“Eppur si muove” (sin embargo, se mueve) según cuenta la leyenda, es la hipotética frase en italiano que, según la tradición, Galileo Galilei habría pronunciado después de abjurar de la visión heliocéntrica del mundo, su máxima aportación a la humanidad, ante el tribunal de la Santa Inquisición.

Hoy día, amable lector, pararse en cualquier foro, formal o no, y hablar de temas como el terraplanismo o supersticiones, nos refiere al campo de la mofa, de la burla y de la locura. Sabemos que Ciencia y Tecnología, como pilares constructores del mundo, avanzan, presentan un soporte de todo lo que entendemos como “real” y como “verdadero”.

Pero la buena ciencia tiene vigencia, y muchas de las cosas que defendíamos acérrimamente como verdaderas pudieran ser refutadas en cualquier momento por personas que tal vez ni siquiera deseaban hacerlo, ya sea por suerte, si es que esta existe o por casualidad, muchas de las grandes teorías pueden llegar a caer, y los genios de antaño dejar libre su pedestal a los del futuro.

En todo lo expuesto, existen riesgos implícitos que probablemente no alcanzamos a vislumbrar a primera vista, y en las más de 1,700 millones de páginas web que existen actualmente publicadas es difícil creer, que no exista información desfasada, obsoleta, o peor aún, errónea.

Hasta hace algunos años, bastaba con mostrar una captura impresa, un pantallazo o incluso una dirección de Internet en donde se expusiera un artículo o noticia para tratar de sustentar su veracidad y validez, como si solo los grandes gobiernos, científicos o casas editoriales reconocidas como OEM tuvieran los recursos y la capacidad de elaborarlas, y así fue por algunos años, sin embargo hoy, el comprar y registrar un nombre de dominio en internet del tipo www.sunombre.com es accesible casi a cualquier persona y bolsillo actualmente, y el desarrollar un sitio con herramientas prestablecidas se ha vuelto labor de oficio incluso para personas con escasa formación en tecnología, el mundo cambió, pero muchos de nosotros nos quedamos igual.

Y por muy modernos, avanzados y vanguardistas que nos lleguemos a sentir como humanidad, la realidad es que muchos de nuestros sistemas de comunicaciones, de transporte y hasta de soporte de vida, siguen trabajando con tecnologías que ya existían incluso antes de que naciéramos, le cito algunos ejemplos para enriquecer su cultura general y aportar “esos datitos” que siempre le ponen sabor a una conversación: El Pentágono sigue utilizando sistemas que datan de los años 70s en su arsenal nuclear, algunos con discos flexibles de 8.5”. Al día de hoy, el sector bancario sigue utilizando a nivel interno sistemas escritos con lenguaje COBOL. Se trata de un lenguaje creado en 1959 para su uso en entornos empresariales. El transbordador espacial ORION de la NASA esta controlado por dos ordenadores IBM PowerPC 750X con procesadores de un solo núcleo, para entender esto, si lee estas líneas desde un teléfono inteligente, el aparato que lleva en su mano tiene más potencia informática que ese transbordador.

Como estos ejemplos podríamos encontrar muchos más, como el metro de Nueva York cuya infraestructura tecnológica data de los años 30s, cajeros automáticos en México y muchas partes de América Latina que siguen usando Windows XP® el que fue filtrado en su totalidad hace unas semanas, o plantas de energía nuclear en todo el mundo que siguen usando tecnología de los años 80s. Y es porque así es nuestro mundo, privilegiamos lo superfluo y denostamos lo primordial.

Somos una especie tan contradictoria, tan llena de claroscuros, de pasiones, de virtudes, pero también de odios y egoísmos, somos simios calvos políticos, que nos rompemos la cabeza para tratar de entender el tiempo, que sacrificamos la salud por tener dinero, que luego sacrificaremos por tener salud. Así somos, locos por explorar Marte, sin haber terminado de explorar la tierra, capaces de pagar miles de pesos por entretenimiento e ignorancia, e incapaces de pagar 100 pesos por un buen libro. Y probablemente la peor contradicción de todas, amar más a quién menos nos ama.

Reflexionemos, porque con el Covid-19 el destino nos recordó que la humanidad, también tiene fecha de caducidad.

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