/ domingo 27 de agosto de 2023

Liberándose del alcohol | ¿Hay un alcohólico en tu vida?

Nuestra sociedad mexicana es una sociedad acostumbrada a la fiesta, a la celebración, a la distracción y a siempre querer pasarla bien con alguien.

Esto está muy bien, porque en la alegría que se genera en esas reuniones es donde se esfuma el mal humor, la fatiga, el estrés y aquellas tensiones que surgen de una actividad sofocante.

Lo que no es del todo razonable, es que en la mayoría de esas reuniones familiares de carácter social o de festejo el principal invitado sea el alcohol. Esta circunstancia ya tiene sus bemoles. ¿Por qué? Porque el alcoholismo es una enfermedad progresiva. Se comienza con una copa cada semana y se termina con una copa cada veinte minutos.

Lo grave de estas reuniones, es que también participan los niños. Ellos en su mundo infantil, lleno de inocencia y de potencial de aprendizaje, absorben lo que ven y lo que escuchan en los adultos, esos adultos que son sus papás, sus padrinos, sus vecinos, sus tíos etc. es decir, personas en los que hay plena confianza.

Al correr de los años esos niños dejaron de serlo y en su memoria traen archivado con mucha claridad que en las fiestas hay alcohol y también que a uno que otro se le pierde el control de la bebida y se emborracha y hace acciones de las que después se avergüenza. Pero palo dado ni Dios lo quita.

Esos hogares son semilleros de borrachos que se convierten en enfermos alcohólicos. Y esta enfermedad es incurable, avanza y avanza ante la vista de la familia y no se le puede detener. Parece trágico, pero no solo parece, en verdad lo es.

Alcohólicos Anónimos es una agrupación que crece por todo el mundo, porque los enfermos alcohólicos que han tocado fondo se han multiplicado, y esta agrupación es, sin duda, la que más éxito ha logrado en la lucha por detener la enfermedad. La sobriedad que se persigue en A.A. no consiste solamente en tapar la botella, el esfuerzo de cada enfermo tiene que ir más allá, es decir luchar diariamente por su equilibrio emocional y lograr ser útil y feliz.

¿Hay un alcohólico en tu vida? La verdad es que la familia es la primera que observa la desgracia en la que cae un bebedor de alcohol, por lo mismo es la primera que tiene que buscar ayuda. Dejarlo a su suerte es abandonarlo en brazos de la muerte. El enfermo alcohólico, por muy detestable que logre ser, es un ser humano enfermo.

Un punto de apoyo confiable es ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, una comunidad de seres humanos que se liberan cada 24 horas del flagelo del alcohol. Su misión actual es apoyar al enfermo que se revuelca en el fango del alcohol. Ellos no estudiaron en una universidad para poder aprender a apoyar a un borracho en su recuperación, ellos sufrieron su experiencia personal contra el látigo del alcohol.

Tú puedes ayudar a que un borracho se recupere. Marca los teléfonos 833 2125634, 833 1055995 o el 833 2289003. Ahí te orientarán adecuadamente.

Nuestra sociedad mexicana es una sociedad acostumbrada a la fiesta, a la celebración, a la distracción y a siempre querer pasarla bien con alguien.

Esto está muy bien, porque en la alegría que se genera en esas reuniones es donde se esfuma el mal humor, la fatiga, el estrés y aquellas tensiones que surgen de una actividad sofocante.

Lo que no es del todo razonable, es que en la mayoría de esas reuniones familiares de carácter social o de festejo el principal invitado sea el alcohol. Esta circunstancia ya tiene sus bemoles. ¿Por qué? Porque el alcoholismo es una enfermedad progresiva. Se comienza con una copa cada semana y se termina con una copa cada veinte minutos.

Lo grave de estas reuniones, es que también participan los niños. Ellos en su mundo infantil, lleno de inocencia y de potencial de aprendizaje, absorben lo que ven y lo que escuchan en los adultos, esos adultos que son sus papás, sus padrinos, sus vecinos, sus tíos etc. es decir, personas en los que hay plena confianza.

Al correr de los años esos niños dejaron de serlo y en su memoria traen archivado con mucha claridad que en las fiestas hay alcohol y también que a uno que otro se le pierde el control de la bebida y se emborracha y hace acciones de las que después se avergüenza. Pero palo dado ni Dios lo quita.

Esos hogares son semilleros de borrachos que se convierten en enfermos alcohólicos. Y esta enfermedad es incurable, avanza y avanza ante la vista de la familia y no se le puede detener. Parece trágico, pero no solo parece, en verdad lo es.

Alcohólicos Anónimos es una agrupación que crece por todo el mundo, porque los enfermos alcohólicos que han tocado fondo se han multiplicado, y esta agrupación es, sin duda, la que más éxito ha logrado en la lucha por detener la enfermedad. La sobriedad que se persigue en A.A. no consiste solamente en tapar la botella, el esfuerzo de cada enfermo tiene que ir más allá, es decir luchar diariamente por su equilibrio emocional y lograr ser útil y feliz.

¿Hay un alcohólico en tu vida? La verdad es que la familia es la primera que observa la desgracia en la que cae un bebedor de alcohol, por lo mismo es la primera que tiene que buscar ayuda. Dejarlo a su suerte es abandonarlo en brazos de la muerte. El enfermo alcohólico, por muy detestable que logre ser, es un ser humano enfermo.

Un punto de apoyo confiable es ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, una comunidad de seres humanos que se liberan cada 24 horas del flagelo del alcohol. Su misión actual es apoyar al enfermo que se revuelca en el fango del alcohol. Ellos no estudiaron en una universidad para poder aprender a apoyar a un borracho en su recuperación, ellos sufrieron su experiencia personal contra el látigo del alcohol.

Tú puedes ayudar a que un borracho se recupere. Marca los teléfonos 833 2125634, 833 1055995 o el 833 2289003. Ahí te orientarán adecuadamente.