/ lunes 12 de noviembre de 2018

Rapsodia breve para Freddie Mercury

Freddie Mercury fue un desterrado, un apátrida del rock, un doloroso grito de punk, pero también fue un clavel en carretera de asfalto.

Mercury habló más con el diablo que con Dios y tuvo en sus manos cenizas y orfandades con olores a noches viudas y desenfrenadas.

Queen fue su isla y él, moderno Robinson Crusoe, habitó el horizonte con sonrisas rosas y espinas en los dientes.

Ya no hay hombres como Mercury porque el mundo cambia y ésta es su misión. Ya no hay tipos como Mercury porque ahora huele tanto a fragilidad que si un hombre- vidrio como él se rompe, hay muchos hipócritas que acudirían a su auxilio.

La música de Mercury- Queen es rectángulo asfixiante, liberador, espacio de vértigos y desconciertos. Su música es calendario e instante de Eros y Baco, es la constatación de Anteo: si te alzas un milímetro del suelo mueres, no porque te llegue tu hora, sino porque te matan los otros, los que consumen tu música y vomitan cruces.

Freddie Mercury hizo del escenario coliseo de mariposas, de éxtasis y de albedríos barrocos, bizarros donde la luz neón era el demiurgo reconciliador.


Freddie Mercury fue un desterrado, un apátrida del rock, un doloroso grito de punk, pero también fue un clavel en carretera de asfalto.

Mercury habló más con el diablo que con Dios y tuvo en sus manos cenizas y orfandades con olores a noches viudas y desenfrenadas.

Queen fue su isla y él, moderno Robinson Crusoe, habitó el horizonte con sonrisas rosas y espinas en los dientes.

Ya no hay hombres como Mercury porque el mundo cambia y ésta es su misión. Ya no hay tipos como Mercury porque ahora huele tanto a fragilidad que si un hombre- vidrio como él se rompe, hay muchos hipócritas que acudirían a su auxilio.

La música de Mercury- Queen es rectángulo asfixiante, liberador, espacio de vértigos y desconciertos. Su música es calendario e instante de Eros y Baco, es la constatación de Anteo: si te alzas un milímetro del suelo mueres, no porque te llegue tu hora, sino porque te matan los otros, los que consumen tu música y vomitan cruces.

Freddie Mercury hizo del escenario coliseo de mariposas, de éxtasis y de albedríos barrocos, bizarros donde la luz neón era el demiurgo reconciliador.