/ miércoles 31 de octubre de 2018

Yo, Federico Fellini

En el libro de Charlotte Chandler (Seix Barral/ 1995)...

Yo, Fellini, cuya sentencia autobiográfica del gran director italiano era que “mi única vida es la que he contado a Charlotte Chandler; esta es mi última voluntad”, sobresale indudablemente el prólogo del maestro de los géneros cinematográficos: Billy Wilder.

A continuación, el prólogo de Billy Wilder:

“Conocí las películas de Federico Fellini antes de conocerle a él. Le descubrí como director en La strada. La gente se fijó en él inmediatamente con este filme.

“Fue después de La dolce vita cuando le descubrí como persona: Me encontraba en Roma, y él me llevó a almorzar a un restaurante situado a unos cinco minutos de Cinecittà.

“Volví a verle después de Otto e mezzo (Ocho y medio). Fuimos otra vez al mismo restaurante. Los pollos seguían, aunque supongo que no eran los mismos.

“Él sentía un gran interés por la comida. Era muy italiano, y yo disfrutaba oyéndole hablar de mujeres, de sexo, de romance, de pasión. Podía ser muy divertido. Le gustaba escandalizar.

“Nos dedicamos a hablar, y así de una cosa nos íbamos a otra. Juntos formábamos una pareja de capitanes de barco. Yo soy un viejo capitán de barco. He conocido mares borrascosos, y él también.

“Nuestros orígenes eran parecidos. Él había sido periodista, al igual que yo. Ambos empezamos nuestra carrera en el cine entrevistando a estrellas y directores. Yo trabajé en el mismo periódico con Erich Maria Remarque. Fellini y yo nos convertimos en directores para velar por nuestros guiones. La dolce vita no se refiere sólo a Roma del mismo modo que Sunset boulevard (El crepúsculo de los dioses) no trata sólo de Hollywood.

“Él estaba muy interesado en el arte, como yo, y tenía ojo de artista. La diferencia estribaba en que él tenía talento para dibujar, y yo no sé pintar ni esculpir, sólo apreciar las obras de arte.

“Otra diferencia era que a mí siempre me ha gustado emplear a los actores más profesionales, y él se sentía feliz con personas que jamás habían actuado; y también, que a mí me gustaba rodar las escenas esenciales escuetas, porque la energía del actor se desvanece si haces demasiadas tomas, y él prefería tener muchas elecciones, incluso escenas que jamás usaba.”

“Mi película favorita de Fellini es la maravillosa Le notti di Cabiria (Las noches de Cabiria). Si hubiera trabajado en inglés en vez de hacerlo en italiano, habría sido mucho más famoso.

“En la sala, siempre reconoces un filme de Fellini. Tiene un estilo individual. Hay cosas que no puedes aprender en un cursillo. Has nacido con ello. En la vida, cuando estabas con Fellini, siempre sabías que no estabas con nadie más. Él estaba en su propia órbita.

“Cuando alguien como Fellini muere, no hay forma de transmitir su fórmula, porque no hay ninguna fórmula. Lo que él hacía salía de la persona, de él. La gente estudia, y analiza y copia, y quizá alguien llegue al punto en que diga de él: “Su película es como las de Fellini”. Pero sólo puede ser “como” Fellini. Cuando no puedes transmitirlo, eso es lo auténtico…”


En el libro de Charlotte Chandler (Seix Barral/ 1995)...

Yo, Fellini, cuya sentencia autobiográfica del gran director italiano era que “mi única vida es la que he contado a Charlotte Chandler; esta es mi última voluntad”, sobresale indudablemente el prólogo del maestro de los géneros cinematográficos: Billy Wilder.

A continuación, el prólogo de Billy Wilder:

“Conocí las películas de Federico Fellini antes de conocerle a él. Le descubrí como director en La strada. La gente se fijó en él inmediatamente con este filme.

“Fue después de La dolce vita cuando le descubrí como persona: Me encontraba en Roma, y él me llevó a almorzar a un restaurante situado a unos cinco minutos de Cinecittà.

“Volví a verle después de Otto e mezzo (Ocho y medio). Fuimos otra vez al mismo restaurante. Los pollos seguían, aunque supongo que no eran los mismos.

“Él sentía un gran interés por la comida. Era muy italiano, y yo disfrutaba oyéndole hablar de mujeres, de sexo, de romance, de pasión. Podía ser muy divertido. Le gustaba escandalizar.

“Nos dedicamos a hablar, y así de una cosa nos íbamos a otra. Juntos formábamos una pareja de capitanes de barco. Yo soy un viejo capitán de barco. He conocido mares borrascosos, y él también.

“Nuestros orígenes eran parecidos. Él había sido periodista, al igual que yo. Ambos empezamos nuestra carrera en el cine entrevistando a estrellas y directores. Yo trabajé en el mismo periódico con Erich Maria Remarque. Fellini y yo nos convertimos en directores para velar por nuestros guiones. La dolce vita no se refiere sólo a Roma del mismo modo que Sunset boulevard (El crepúsculo de los dioses) no trata sólo de Hollywood.

“Él estaba muy interesado en el arte, como yo, y tenía ojo de artista. La diferencia estribaba en que él tenía talento para dibujar, y yo no sé pintar ni esculpir, sólo apreciar las obras de arte.

“Otra diferencia era que a mí siempre me ha gustado emplear a los actores más profesionales, y él se sentía feliz con personas que jamás habían actuado; y también, que a mí me gustaba rodar las escenas esenciales escuetas, porque la energía del actor se desvanece si haces demasiadas tomas, y él prefería tener muchas elecciones, incluso escenas que jamás usaba.”

“Mi película favorita de Fellini es la maravillosa Le notti di Cabiria (Las noches de Cabiria). Si hubiera trabajado en inglés en vez de hacerlo en italiano, habría sido mucho más famoso.

“En la sala, siempre reconoces un filme de Fellini. Tiene un estilo individual. Hay cosas que no puedes aprender en un cursillo. Has nacido con ello. En la vida, cuando estabas con Fellini, siempre sabías que no estabas con nadie más. Él estaba en su propia órbita.

“Cuando alguien como Fellini muere, no hay forma de transmitir su fórmula, porque no hay ninguna fórmula. Lo que él hacía salía de la persona, de él. La gente estudia, y analiza y copia, y quizá alguien llegue al punto en que diga de él: “Su película es como las de Fellini”. Pero sólo puede ser “como” Fellini. Cuando no puedes transmitirlo, eso es lo auténtico…”