/ sábado 16 de marzo de 2024

Cantos del poder / Miscelánea sabatina

Durante la presidencia de Ernesto Zedillo el empresario Carlos Slim Helú obtuvo una autopista a precio de ganga y en nuestra zona se habló de la alternativa de que el gobierno de Veracruz y el de Tamaulipas o ambos de manera conjunta realizaran la compra del Puente Tampico al gobierno Federal.

Hoy, sectores productivos solicitan nuevamente la reubicación de la caseta de cobro del Puente Tampico, que luego de casi 36 años de actividades y a consecuencia del aumento del tráfico vehicular se puede convertir en un cuello de botella para el crecimiento comercial, de servicios e industrial de la región.

El nuevo lugar de la Caseta en referencia sería pasando el municipio de Tampico Alto, al valorar el beneficio para miles de usuarios que por motivos de trabajo, estudio y esparcimiento, tienen que pasar por esta obra varias veces al día; además de favorecer el desarrollo de importantes proyectos en la franja norveracruzana.

Este proyecto, al decir de observadores, predispone el despegue económico de esta región y otras que conforman el sistema del Golfo de México, integrado por buen número de entidades federativas.

Durante el ciclo del Lic. Carlos Ruiz Sacristán al frente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), se impugnó el traslado de la caseta de cobro número 49; se adujo que la reubicación demanda gran cantidad de dinero y recursos que son escasos, además de una sensible elevación en los gastos de mantenimiento de un gran número de kilómetros de pavimento.

Se requiere una estrecha coordinación entre las autoridades Estatales, Municipales, funcionarios de Capufe, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y de la SHCP para que la reubicación de la caseta de cobro se aclare íntegramente. Hoy mas que nunca surge la posibilidad gracias a la coordinación que existe entre los gobiernos estatales, lo que permite no dejar cabos sueltos y actuar con el espíritu de que asuntos de índole político o administrativo sean resueltos para el progreso de la zona sur de Tamaulipas y el norte de Veracruz. Por otra parte, queridos lectores, estamos en dos mil veinticuatro, las condiciones de la geopolítica cambiaron, al igual que los equilibrios entre países. Ahora los peligros de una lucha generalizada son reales, mucho más de lo que imaginamos.

La guerra monetaria de Rusia y China para instaurar el valor oro como pago del petróleo, con su capítulo reciente en Ucrania, implica disociar no solamente el papel moneda en su relación con el dorado metal, sino la virtual depreciación del dólar estadounidense, situación que podría ser la mecha para que la llama se extienda rápidamente.

Nadie imaginó que un disparo en mil novecientos catorce provocaría la primera guerra mundial, y hoy pocos suponen que lo que acontece en Ucrania pueda desembocar en una tercera contienda.

La reciente andanada verbal de líderes de grandes potencias a favor y en contra de la entrada de Suecia y Finlandia a la OTAN es un asunto que puede salirse de control.

De suscitarse en el planeta --nuestra única casa--, una confrontación telúrica—una confrontación nuclear, pues—,de seguro no quedaría finalmente ni la esperanza del expansionismo territorial y financiero, y mucho menos vencedores (ni vencidos).

La hipótesis de los vencedores es una creencia que sostienen líderes soberbios, quienes víctimas de su propia ambición y brutalidad aseguran es posible ganar una guerra desatada por la rabia inaudita del átomo.

No son actitudes alarmistas de este escribidor, como pudieran suponer espíritus imbuidos de un pueril optimismo. Las encuestas de opinión en el vecino país del norte son claras, y las interpretaciones que pueden darse al decidido apoyo de grandes sectores de la población estadounidense a líderes que manejan un lenguaje injerencista, que consideran prioritario aumentar dramáticamente el presupuesto dedicado a la industria bélica.

La situación al norte del río Bravo nos dice que el pueblo deposita su confianza en los líderes que se muestran más procazmente determinados. Y que hay políticos (quienes tienen en sus manos la conducción y el destino de millones de personas), para los cuales la muerte de centenares de millones de seres humanos en un ataque nuclear no significaría gran cosa. Es como si los daños colaterales los fueran a sufrir objetos, individuos zombies que no sienten, no piensan, simples números en una hoja de estadística.

Durante la presidencia de Ernesto Zedillo el empresario Carlos Slim Helú obtuvo una autopista a precio de ganga y en nuestra zona se habló de la alternativa de que el gobierno de Veracruz y el de Tamaulipas o ambos de manera conjunta realizaran la compra del Puente Tampico al gobierno Federal.

Hoy, sectores productivos solicitan nuevamente la reubicación de la caseta de cobro del Puente Tampico, que luego de casi 36 años de actividades y a consecuencia del aumento del tráfico vehicular se puede convertir en un cuello de botella para el crecimiento comercial, de servicios e industrial de la región.

El nuevo lugar de la Caseta en referencia sería pasando el municipio de Tampico Alto, al valorar el beneficio para miles de usuarios que por motivos de trabajo, estudio y esparcimiento, tienen que pasar por esta obra varias veces al día; además de favorecer el desarrollo de importantes proyectos en la franja norveracruzana.

Este proyecto, al decir de observadores, predispone el despegue económico de esta región y otras que conforman el sistema del Golfo de México, integrado por buen número de entidades federativas.

Durante el ciclo del Lic. Carlos Ruiz Sacristán al frente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), se impugnó el traslado de la caseta de cobro número 49; se adujo que la reubicación demanda gran cantidad de dinero y recursos que son escasos, además de una sensible elevación en los gastos de mantenimiento de un gran número de kilómetros de pavimento.

Se requiere una estrecha coordinación entre las autoridades Estatales, Municipales, funcionarios de Capufe, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y de la SHCP para que la reubicación de la caseta de cobro se aclare íntegramente. Hoy mas que nunca surge la posibilidad gracias a la coordinación que existe entre los gobiernos estatales, lo que permite no dejar cabos sueltos y actuar con el espíritu de que asuntos de índole político o administrativo sean resueltos para el progreso de la zona sur de Tamaulipas y el norte de Veracruz. Por otra parte, queridos lectores, estamos en dos mil veinticuatro, las condiciones de la geopolítica cambiaron, al igual que los equilibrios entre países. Ahora los peligros de una lucha generalizada son reales, mucho más de lo que imaginamos.

La guerra monetaria de Rusia y China para instaurar el valor oro como pago del petróleo, con su capítulo reciente en Ucrania, implica disociar no solamente el papel moneda en su relación con el dorado metal, sino la virtual depreciación del dólar estadounidense, situación que podría ser la mecha para que la llama se extienda rápidamente.

Nadie imaginó que un disparo en mil novecientos catorce provocaría la primera guerra mundial, y hoy pocos suponen que lo que acontece en Ucrania pueda desembocar en una tercera contienda.

La reciente andanada verbal de líderes de grandes potencias a favor y en contra de la entrada de Suecia y Finlandia a la OTAN es un asunto que puede salirse de control.

De suscitarse en el planeta --nuestra única casa--, una confrontación telúrica—una confrontación nuclear, pues—,de seguro no quedaría finalmente ni la esperanza del expansionismo territorial y financiero, y mucho menos vencedores (ni vencidos).

La hipótesis de los vencedores es una creencia que sostienen líderes soberbios, quienes víctimas de su propia ambición y brutalidad aseguran es posible ganar una guerra desatada por la rabia inaudita del átomo.

No son actitudes alarmistas de este escribidor, como pudieran suponer espíritus imbuidos de un pueril optimismo. Las encuestas de opinión en el vecino país del norte son claras, y las interpretaciones que pueden darse al decidido apoyo de grandes sectores de la población estadounidense a líderes que manejan un lenguaje injerencista, que consideran prioritario aumentar dramáticamente el presupuesto dedicado a la industria bélica.

La situación al norte del río Bravo nos dice que el pueblo deposita su confianza en los líderes que se muestran más procazmente determinados. Y que hay políticos (quienes tienen en sus manos la conducción y el destino de millones de personas), para los cuales la muerte de centenares de millones de seres humanos en un ataque nuclear no significaría gran cosa. Es como si los daños colaterales los fueran a sufrir objetos, individuos zombies que no sienten, no piensan, simples números en una hoja de estadística.