/ viernes 23 de noviembre de 2018

Dialéctica del poder

El título de la novela “Miramar”, del escritor de nacionalidad egipcia, Naguib Mafhouz, es el nombre de una pensión que ha sobrevivido a las convulsiones que han sacudido al Egipto moderno desde la revolución.

Escrita en el año de mil novecientos sesenta y siete, “Miramar” es el microcosmos en el que fluye la vida cotidiana de los favorecidos y desterrados por la entrada al poder de una clase política que desplaza a otra, en este caso, producto de una reforma revolucionaria, aunque podría ser un golpe de Estado, cambio de cuadros dirigentes o tema semejante.

“Miramar” es una obra muy humana, premonitoria y atemporal.

En los personajes de “Miramar” resalta el enfrentamiento de las clases sociales y la contraposición del Egipto Islámico, con el nuevo orden de jóvenes en ascenso. Predomina una suerte de callada resignación o fatalidad en el sentido que toman los movimientos sociales. Y parece dar lo mismo si se trata del arribo de la derecha o la izquierda al gobierno. En la dialéctica del poder esto es indistinto.

NOTA DEL DÍA -- Los acontecimientos se presentan de tal modo,-- hay que decirlo--, que la frase “tecnócrata insensible” es un pleonasmo en nuestro territorio.

El ser tecnócrata visiblemente lleva implícito una suerte de insensibilidad social, un afán por situar los números por sobre la persona.

La manera tecnocrática sólo puede pensar eficientemente, fría y calculada, mientras que la manera política, tiende a utilizar los instrumentos técnicos con conocimiento y emoción para resolver los problemas que aquejan al pueblo.

En el político existe la esperanza de que emplee sus conocimientos con un sentido humanista y en beneficio de la gente. El tecnócrata piensa únicamente en la belleza de una fórmula que se cumple con exactitud.

El título de la novela “Miramar”, del escritor de nacionalidad egipcia, Naguib Mafhouz, es el nombre de una pensión que ha sobrevivido a las convulsiones que han sacudido al Egipto moderno desde la revolución.

Escrita en el año de mil novecientos sesenta y siete, “Miramar” es el microcosmos en el que fluye la vida cotidiana de los favorecidos y desterrados por la entrada al poder de una clase política que desplaza a otra, en este caso, producto de una reforma revolucionaria, aunque podría ser un golpe de Estado, cambio de cuadros dirigentes o tema semejante.

“Miramar” es una obra muy humana, premonitoria y atemporal.

En los personajes de “Miramar” resalta el enfrentamiento de las clases sociales y la contraposición del Egipto Islámico, con el nuevo orden de jóvenes en ascenso. Predomina una suerte de callada resignación o fatalidad en el sentido que toman los movimientos sociales. Y parece dar lo mismo si se trata del arribo de la derecha o la izquierda al gobierno. En la dialéctica del poder esto es indistinto.

NOTA DEL DÍA -- Los acontecimientos se presentan de tal modo,-- hay que decirlo--, que la frase “tecnócrata insensible” es un pleonasmo en nuestro territorio.

El ser tecnócrata visiblemente lleva implícito una suerte de insensibilidad social, un afán por situar los números por sobre la persona.

La manera tecnocrática sólo puede pensar eficientemente, fría y calculada, mientras que la manera política, tiende a utilizar los instrumentos técnicos con conocimiento y emoción para resolver los problemas que aquejan al pueblo.

En el político existe la esperanza de que emplee sus conocimientos con un sentido humanista y en beneficio de la gente. El tecnócrata piensa únicamente en la belleza de una fórmula que se cumple con exactitud.