/ martes 12 de abril de 2022

Economía y bienestar | Radiografía del sector industrial

De acuerdo con la teoría, en el análisis económico, la productividad depende de cómo se combinen los factores de la producción en la denominada función de producción, considerando que tales factores son tierra, trabajo y capital.

Estos se determinan por sus precios en el mercado, es decir, el factor tierra se determina por la renta y ésta a su vez por las características tanto naturales como de infraestructura, así como de su ubicación con los mercados; por otro lado, el factor trabajo se determina en el mercado de trabajo por su precio, que son los sueldos y salarios que los trabajadores perciben dependiendo su especialidad, bien sea de tipo técnico, físico o intelectual; por último se encuentra el factor capital, su precio es la tasa de interés que se determina por la escases o abundancia de dinero en el mercado. Aun con lo anterior, se han ido sumando otros factores que son de suma importancia, entre los que destacan el uso de la tecnología que promueve mejoras en los procesos productivos, así como una buena administración del tiempo y espacio en las áreas productivas, es decir, otros elementos se suman a los previamente establecidos en la teoría económica y que potencian la productividad, pero aquí habrá que cuestionarnos cuando se presentan las economías de escala que implica que cuando una empresa al momento de llegar a su nivel óptimo de producción porque está utilizando todos sus factores y elementos de producción, es necesario hacer inversiones a fin de que la planta y sus capacidades productivas se incrementen, para ello deberá hacer proyectos de inversión y así garantizar tanto su margen de rentabilidad como su permanencia en el mercado.

Esta lógica que es meramente teórica, hace suponer que la adecuada combinación de los factores productivos generará a largo plazo que las microempresas terminen siendo grades empresas con un predominio importante en el mercado, sin embargo, hay que preguntarnos si realmente sucede esto en la realidad, cuando se tiene que las micro y pequeñas empresas son las más vulnerables y muchas de ellas desaparecen del mercado antes de cumplir tres años por múltiples causas, entre las que destacan las serias dificultades en el ámbito de su capacidad de comercialización; asimilación de avances tecnológicos; dificultades de gestión administrativa, así como de acceso al crédito, lo anterior las limita seriamente en cuanto a establecer cadenas de valor o bien economías de escala. Lo anterior pone en evidencia que es sumamente complejo que la micro y pequeña empresa logre consolidarse en el mercado, y además que esta se convierta en una gran empresa al paso de los años. De acuerdo con el INEGI, del universo de unidades económicas en México, 95.2 por ciento son microempresas y generan 45.6 por ciento del empleo y contribuyen con cerca de 15 por ciento del valor agregado de la economía.

En el caso de la zona sur del estado de Tamaulipas, que comprende los municipios de Altamira, Ciudad Madero y Tampico, la radiografía que se tiene del sector industrial, de acuerdo con el Directorio de Unidades Económicas del INEGI, es que 92.1 por ciento de las unidades económicas son microempresas; 5.2 por ciento son pequeñas empresas; 1.7 por ciento son medianas empresas y solo uno por ciento está clasificada como gran empresa. Dicha radiografía industrial de la zona abre una ventana de oportunidad para programas de emprendedurismo, consultoría profesional, además de la formación desde las instituciones de educación superior de perfiles de profesionales que acompañen a las micro y pequeñas empresas a fin de fortalecerlas y poder consolidarlas en el mercado, lo cual podría traer significativos beneficios, empezando por el formación de empleo formal, así como el fortalecimiento del mercado interno y desde luego del desarrollo local.

  • Regeneración 19

De acuerdo con la teoría, en el análisis económico, la productividad depende de cómo se combinen los factores de la producción en la denominada función de producción, considerando que tales factores son tierra, trabajo y capital.

Estos se determinan por sus precios en el mercado, es decir, el factor tierra se determina por la renta y ésta a su vez por las características tanto naturales como de infraestructura, así como de su ubicación con los mercados; por otro lado, el factor trabajo se determina en el mercado de trabajo por su precio, que son los sueldos y salarios que los trabajadores perciben dependiendo su especialidad, bien sea de tipo técnico, físico o intelectual; por último se encuentra el factor capital, su precio es la tasa de interés que se determina por la escases o abundancia de dinero en el mercado. Aun con lo anterior, se han ido sumando otros factores que son de suma importancia, entre los que destacan el uso de la tecnología que promueve mejoras en los procesos productivos, así como una buena administración del tiempo y espacio en las áreas productivas, es decir, otros elementos se suman a los previamente establecidos en la teoría económica y que potencian la productividad, pero aquí habrá que cuestionarnos cuando se presentan las economías de escala que implica que cuando una empresa al momento de llegar a su nivel óptimo de producción porque está utilizando todos sus factores y elementos de producción, es necesario hacer inversiones a fin de que la planta y sus capacidades productivas se incrementen, para ello deberá hacer proyectos de inversión y así garantizar tanto su margen de rentabilidad como su permanencia en el mercado.

Esta lógica que es meramente teórica, hace suponer que la adecuada combinación de los factores productivos generará a largo plazo que las microempresas terminen siendo grades empresas con un predominio importante en el mercado, sin embargo, hay que preguntarnos si realmente sucede esto en la realidad, cuando se tiene que las micro y pequeñas empresas son las más vulnerables y muchas de ellas desaparecen del mercado antes de cumplir tres años por múltiples causas, entre las que destacan las serias dificultades en el ámbito de su capacidad de comercialización; asimilación de avances tecnológicos; dificultades de gestión administrativa, así como de acceso al crédito, lo anterior las limita seriamente en cuanto a establecer cadenas de valor o bien economías de escala. Lo anterior pone en evidencia que es sumamente complejo que la micro y pequeña empresa logre consolidarse en el mercado, y además que esta se convierta en una gran empresa al paso de los años. De acuerdo con el INEGI, del universo de unidades económicas en México, 95.2 por ciento son microempresas y generan 45.6 por ciento del empleo y contribuyen con cerca de 15 por ciento del valor agregado de la economía.

En el caso de la zona sur del estado de Tamaulipas, que comprende los municipios de Altamira, Ciudad Madero y Tampico, la radiografía que se tiene del sector industrial, de acuerdo con el Directorio de Unidades Económicas del INEGI, es que 92.1 por ciento de las unidades económicas son microempresas; 5.2 por ciento son pequeñas empresas; 1.7 por ciento son medianas empresas y solo uno por ciento está clasificada como gran empresa. Dicha radiografía industrial de la zona abre una ventana de oportunidad para programas de emprendedurismo, consultoría profesional, además de la formación desde las instituciones de educación superior de perfiles de profesionales que acompañen a las micro y pequeñas empresas a fin de fortalecerlas y poder consolidarlas en el mercado, lo cual podría traer significativos beneficios, empezando por el formación de empleo formal, así como el fortalecimiento del mercado interno y desde luego del desarrollo local.

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