/ sábado 4 de septiembre de 2021

Gryita.com, Fylosofía en expresión | Pon tus barbas a remojar

Esta semana me dí a la tarea de revisar lo que ocurre en otros países con respecto al virus, con el afán de dar una oportunidad a los argumentos que avalan la apertura de las escuelas y promover con esto un incremento inevitable de la de por sí descontrolada movilidad.

Conversé con familias de Texas y están preocupadas, me refieren el hecho de que a raíz de las disposiciones que tienen que ver con la escuela presencial se han provocado incrementos como nunca en número de contagios, además de que perciben datos alarmantes sobre el punto de que los menores llevan a casa el virus y el incremento del porcentaje de hospitalizados de menores de 11 años.

También voces que exigen al gobierno el presupuesto necesa-rio para reactivar las clases virtuales, hasta que este asunto esté bajo control, refiriendo el aumento infeccioso que ofrecen las nuevas variantes de la cepa, que dicho sea de paso pudiera ser que el incremento de la mutación tuviera que ver con la propagación de las mismas.

En un debate previo que sostuve con expertos mexicanos en movilidad social se me pedía no utilizar información unitaria para elaborar una generalización, con lo cual estoy de acuerdo y la opinión que antes menciono no tiene ese objetivo, más bien humanizar mi comentario y sacarlo un poco a mi libre arbitrio de las cifras oficiales, los datos que proponen los medios de comunicación, además de las diferentes facciones con sus intereses políticos.

También volví a comunicarme con autoridades y docentes de la Secretaría de Educación del Estado de Tamaulipas para saber si existía algún cambio a favor de la baja de recursos de la federación y del Gobierno Estatal para ir poniendo en condiciones las escuelas, para enterarme solamente de que la triste historia de la que a nadie le gusta hablar sobre la decadencia del sistema educativo, sigue en boga.

Imágenes de maestros y padres de familia que con recursos propios barren y trapean escuelas, equipos de limpieza que llegaron una sola vez, raquíticos, limitados y por supuesto con el carácter “simbólico” que ostentan hace años los recursos de la educación, la cual por sus resultados en la conducta de la población y su innegable miseria cognitiva y pobreza intelectual, me resulta simbólica más que nunca.

Historia añeja de cómo las instituciones federales subsisten sin recursos, igual que las inspecciones correspondientes, debiendo subsanar necesidades administrativas con recursos propios, no siendo en la actualidad la excepción, aún en medio de la terrible crisis que enfrentamos. Una vez más las autoridades responsables ven la tempestad y no se hincan.

El cobro de cuotas “voluntarias” para iniciar curso, las aportaciones por parte de padres de familia en especie, que van desde la pintura de bardas y edificios, hasta la limpieza que hoy se considera preventiva y que únicamente es ocasional y sin guianza profesional que lo garantice, mucho menos controles y seguimientos, la aplicación de equipos especiales o productos de alta calidad.

También que después de las actividades que se han reanudado por parte de personal de apoyo y administrativo ya existen casos de contagios en estos últimos.

Pareciera que pretendemos tapar el sol con un dedazo.

Debemos ser autocríticos y darnos cuenta que esto no ha funcionado, que la pandemia no cederá a costa de decretos, instrucciones, ni romanticismos, también que existen presiones internacionales y que los confinamientos intermitentes, caprichosos y políticamente irresponsables, están asfixiando a la población y a la economía.

Hoy igual que en navidad, en el buen fin, en las campañas políticas y las elecciones por mencionar algunos momentos, solo estamos esperando que ocurra el resultado.

Lo malo es que ahora el precio incluye a nuestros niños, fibra hipersensible del tejido social.

¿En verdad vamos a esperar que eso suceda?

gryitafuerte@gmail.com

Esta semana me dí a la tarea de revisar lo que ocurre en otros países con respecto al virus, con el afán de dar una oportunidad a los argumentos que avalan la apertura de las escuelas y promover con esto un incremento inevitable de la de por sí descontrolada movilidad.

Conversé con familias de Texas y están preocupadas, me refieren el hecho de que a raíz de las disposiciones que tienen que ver con la escuela presencial se han provocado incrementos como nunca en número de contagios, además de que perciben datos alarmantes sobre el punto de que los menores llevan a casa el virus y el incremento del porcentaje de hospitalizados de menores de 11 años.

También voces que exigen al gobierno el presupuesto necesa-rio para reactivar las clases virtuales, hasta que este asunto esté bajo control, refiriendo el aumento infeccioso que ofrecen las nuevas variantes de la cepa, que dicho sea de paso pudiera ser que el incremento de la mutación tuviera que ver con la propagación de las mismas.

En un debate previo que sostuve con expertos mexicanos en movilidad social se me pedía no utilizar información unitaria para elaborar una generalización, con lo cual estoy de acuerdo y la opinión que antes menciono no tiene ese objetivo, más bien humanizar mi comentario y sacarlo un poco a mi libre arbitrio de las cifras oficiales, los datos que proponen los medios de comunicación, además de las diferentes facciones con sus intereses políticos.

También volví a comunicarme con autoridades y docentes de la Secretaría de Educación del Estado de Tamaulipas para saber si existía algún cambio a favor de la baja de recursos de la federación y del Gobierno Estatal para ir poniendo en condiciones las escuelas, para enterarme solamente de que la triste historia de la que a nadie le gusta hablar sobre la decadencia del sistema educativo, sigue en boga.

Imágenes de maestros y padres de familia que con recursos propios barren y trapean escuelas, equipos de limpieza que llegaron una sola vez, raquíticos, limitados y por supuesto con el carácter “simbólico” que ostentan hace años los recursos de la educación, la cual por sus resultados en la conducta de la población y su innegable miseria cognitiva y pobreza intelectual, me resulta simbólica más que nunca.

Historia añeja de cómo las instituciones federales subsisten sin recursos, igual que las inspecciones correspondientes, debiendo subsanar necesidades administrativas con recursos propios, no siendo en la actualidad la excepción, aún en medio de la terrible crisis que enfrentamos. Una vez más las autoridades responsables ven la tempestad y no se hincan.

El cobro de cuotas “voluntarias” para iniciar curso, las aportaciones por parte de padres de familia en especie, que van desde la pintura de bardas y edificios, hasta la limpieza que hoy se considera preventiva y que únicamente es ocasional y sin guianza profesional que lo garantice, mucho menos controles y seguimientos, la aplicación de equipos especiales o productos de alta calidad.

También que después de las actividades que se han reanudado por parte de personal de apoyo y administrativo ya existen casos de contagios en estos últimos.

Pareciera que pretendemos tapar el sol con un dedazo.

Debemos ser autocríticos y darnos cuenta que esto no ha funcionado, que la pandemia no cederá a costa de decretos, instrucciones, ni romanticismos, también que existen presiones internacionales y que los confinamientos intermitentes, caprichosos y políticamente irresponsables, están asfixiando a la población y a la economía.

Hoy igual que en navidad, en el buen fin, en las campañas políticas y las elecciones por mencionar algunos momentos, solo estamos esperando que ocurra el resultado.

Lo malo es que ahora el precio incluye a nuestros niños, fibra hipersensible del tejido social.

¿En verdad vamos a esperar que eso suceda?

gryitafuerte@gmail.com