/ sábado 27 de enero de 2024

Gryta.com, Fylosofía en expresión | El nuevo amor al prójimo

Todo evoluciona y nada permanece.

Todo lo que existe está condenado a no existir.

Pero el amor no existe como tal, es solo una idea que llevada a la virtud puede ser sólo observable a través de sus efectos.

En este caso cuando se habla de “amar al prójimo” nos estaremos refiriendo posiblemente a una de las formas en que dicha virtud se vuelve más complicada de hacer realidad.

La frase más famosa que habla de el punto que titula esta entrega que viene a nuestra mente, probablemente sea aquella que se atribuye al Dios de los Hebreos y aparece en el libro de la Torá llamado Vayikrá que posteriormente nosotros conoceríamos como el Levítico en el capítulo 19.

Este libro se considera que fue escrito por el libertado Moshe a quien usted conoce como Moisés entre los años 1400 y 1440 antes de la Era Cristiana.

En él se menciona que el pueblo de Israel recibe del Eterno una guía detallada de conducta que debe de seguir a partir de ese momento al convertirse en una nación propia y concretamente en el verso 18 se refiere de esta manera al trato con los pares: "No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová."

Esta poderosa instrucción, que además de fomentar la paz y el perdón entre los iguales también promueve la elevada virtud del amor que llevada a su máxima expresión se traducirá irremediablemente en compasión, vuelve a aparecer en este libro sagrado en varias ocasiones.

Una de las más sonadas y quizá más utilizadas como enseñanza en las diversas corrientes religiosas que confluyen en el uso de esta escritura es probablemente la que se menciona en el libro de Hilel a quien usted conoce como Lucas del Nuevo Testamento, en el verso 25 en el que el Maestro responde que esta acción es una de las llaves para entrar en el reino de los cielos y ganar la vida eterna.

El cual a su letra dice: "Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27 Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás."

Bien, esta instrucción aparece algunas veces más en el gran libro atribuida al Maestro en diferentes momentos, hasta aparecer en Yohanan o Juan, como un mandamiento nuevo.

Aquí lo interesante sería saber cuáles podrían ser las aplicaciones más certeras de dicha sentencia a los momentos actuales, sin necesidad de profesar, si no se quiere, alguna creencia religiosa particular, sino más bien como una norma vigente de una vida apacible.

Me atrevo a interpretar de la siguiente manera, pero siempre dejando a ustedes la mejor consideración.

A pesar del tiempo en que esta frase fue acuñada, hoy vivimos momentos en que la agresividad se ha salido de control y en formas activas o pasivas se ha convertido en un monstruo difícil de contener.

Pudiera ser que implementando la medida, además de en sus grandes formatos como la guerra, en las cosas más simples podríamos de pronto ver un resultado.

Por ejemplo, hacer caridad y compartir con los más necesitados, no ignorar los requerimientos de los verdaderamente pobres, tratar de ayudar a nuestros cercanos que están en desgracia y por qué no a avanzar a aquellos que requieren nuestro apoyo.

No inmiscuirnos en asuntos no importantes tratando de dañar o criticar de forma destructiva en las redes sociales.

Intentar trabajar en bien de nosotros y en bien de la humanidad.

Cuidar mucho a quien favorecemos con nuestras decisiones.

Por último respetar nuestras diferencias.

Tal vez a usted se le puedan ocurrir algunas otras formas, pero al final puede ser que el amor termine por salvar a todos y a todas.

Amaos, si podéis, los unos a los otros.

Escríbeme.

gryitafuerte@gmail.com

fb: Gryita Fuerte

RE-GENERACIÓN 19

Todo evoluciona y nada permanece.

Todo lo que existe está condenado a no existir.

Pero el amor no existe como tal, es solo una idea que llevada a la virtud puede ser sólo observable a través de sus efectos.

En este caso cuando se habla de “amar al prójimo” nos estaremos refiriendo posiblemente a una de las formas en que dicha virtud se vuelve más complicada de hacer realidad.

La frase más famosa que habla de el punto que titula esta entrega que viene a nuestra mente, probablemente sea aquella que se atribuye al Dios de los Hebreos y aparece en el libro de la Torá llamado Vayikrá que posteriormente nosotros conoceríamos como el Levítico en el capítulo 19.

Este libro se considera que fue escrito por el libertado Moshe a quien usted conoce como Moisés entre los años 1400 y 1440 antes de la Era Cristiana.

En él se menciona que el pueblo de Israel recibe del Eterno una guía detallada de conducta que debe de seguir a partir de ese momento al convertirse en una nación propia y concretamente en el verso 18 se refiere de esta manera al trato con los pares: "No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová."

Esta poderosa instrucción, que además de fomentar la paz y el perdón entre los iguales también promueve la elevada virtud del amor que llevada a su máxima expresión se traducirá irremediablemente en compasión, vuelve a aparecer en este libro sagrado en varias ocasiones.

Una de las más sonadas y quizá más utilizadas como enseñanza en las diversas corrientes religiosas que confluyen en el uso de esta escritura es probablemente la que se menciona en el libro de Hilel a quien usted conoce como Lucas del Nuevo Testamento, en el verso 25 en el que el Maestro responde que esta acción es una de las llaves para entrar en el reino de los cielos y ganar la vida eterna.

El cual a su letra dice: "Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27 Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás."

Bien, esta instrucción aparece algunas veces más en el gran libro atribuida al Maestro en diferentes momentos, hasta aparecer en Yohanan o Juan, como un mandamiento nuevo.

Aquí lo interesante sería saber cuáles podrían ser las aplicaciones más certeras de dicha sentencia a los momentos actuales, sin necesidad de profesar, si no se quiere, alguna creencia religiosa particular, sino más bien como una norma vigente de una vida apacible.

Me atrevo a interpretar de la siguiente manera, pero siempre dejando a ustedes la mejor consideración.

A pesar del tiempo en que esta frase fue acuñada, hoy vivimos momentos en que la agresividad se ha salido de control y en formas activas o pasivas se ha convertido en un monstruo difícil de contener.

Pudiera ser que implementando la medida, además de en sus grandes formatos como la guerra, en las cosas más simples podríamos de pronto ver un resultado.

Por ejemplo, hacer caridad y compartir con los más necesitados, no ignorar los requerimientos de los verdaderamente pobres, tratar de ayudar a nuestros cercanos que están en desgracia y por qué no a avanzar a aquellos que requieren nuestro apoyo.

No inmiscuirnos en asuntos no importantes tratando de dañar o criticar de forma destructiva en las redes sociales.

Intentar trabajar en bien de nosotros y en bien de la humanidad.

Cuidar mucho a quien favorecemos con nuestras decisiones.

Por último respetar nuestras diferencias.

Tal vez a usted se le puedan ocurrir algunas otras formas, pero al final puede ser que el amor termine por salvar a todos y a todas.

Amaos, si podéis, los unos a los otros.

Escríbeme.

gryitafuerte@gmail.com

fb: Gryita Fuerte

RE-GENERACIÓN 19