/ sábado 20 de enero de 2024

Gryta.com, Fylosofía en expresión | El triángulo de la paz

Nadie nos enseñó a pensar. Aprendemos a reaccionar, no a reflexionar.

El estímulo permanente del "premio" y el "castigo" al amparo de los poderosísimos conceptos del "bien" y del "mal" nos llevan a convertirnos en esclavos de nuestras emociones, a "sentir" y luego "existir" y de esa forma nos vemos obligados a cumplir con formatos preestablecidos de vida, los cuales no siempre logran ponerse de acuerdo con nuestra naturaleza y al final tal desacuerdo genera sufrimiento.

Algunas experiencias del camino, las enseñanzas y los conceptos a través de los cuales conformamos "nuestra realidad" nos orillan a perder el sentido de la sola existencia y por ende la felicidad.

Comparar nuestra vida con los estándares que nos han sido impostados por "el monstruo" que habita en el imaginario popular, la propaganda, la educación y el poder adquisitivo, nos lleva a consumirnos a nosotros mismos en estados ansiosos que en el esfuerzo por llenar un "barril sin fondo" de expectativas inalcanzables termina por dejarnos vacíos, sin fuerza pero conservando irónicamente los anhelos y tristemente una calificación insatisfactoria de nuestro desempeño, condición que solo da pie al desánimo y en casos extremos a la depresión y otras afecciones.

Empezamos por tomarnos muy en serio y a mantenernos enfocados en la tensión, las preocupaciones, el estrés y la subsistencia en medio de este sistema de consumo y competencia, en el cual por cierto jamás logramos llegar a la meta ni acabamos por encontrar la satisfacción. La búsqueda de aquello que construimos en nuestra mente como "calidad de vida" se vuelve una obsesión y genera que la concentración de nuestra atención se dirija únicamente al logro de metas y objetivos relacionados con la materialidad, dejando por completo de lado la construcción de un sistema espiritual emocional que genere paz, serenidad y abrigo.

Creando solamente sistemas de apoyo, a través de prácticas espirituales, mentales o puramente de distracción y relajación los cuales utilizamos solamente para fortalecer la producción, de modo que acudimos a ellos solo como generadores de energía para poder continuar con el efecto consumista.

Esto deja sin lugar en el análisis, es decir, fuera de la mesa a la vida misma, esa energía que es posiblemente no solo lo más valioso sino quizás lo único que realmente tiene un valor y a la cual terminamos por relegar hasta el día en que la vemos en riesgo o se termina.

Esta es la razón por la cual llegamos incluso a afectarnos con los malos hábitos, decisiones irracionales, como por ejemplo, el mantenimiento de relaciones tóxicas, el fomento de malas prácticas que solo nos traen dolor, culpabilidad y sufrimiento, la generación de adicciones y visto más profundamente el apego al supuesto placer y el escape del dolor, espejismos ambos causados por el mundo sensorial que al ser parte incluso de la educación logra por último esclavizar al ser humano y volviéndolo a la vez víctima y victimario de sí mismo, de su especie y del mundo en que habita.

Aquí el punto es comprender que es posible volar más ligero y aunque suene trillado disfrutar del viaje, abrazar cada instante, disfrutar los beneficios de esta oportunidad y de la experiencia considerando de valor todo lo que comprende, sin dejar de cumplir con nuestras responsabilidades, ni de hacer un esfuerzo por mejorar en todo lo que a cada quien le interese, enriqueciendo nuestras relaciones interpersonales y todo lo que nos rodea mientras vamos favoreciendo con dedicación aquellos planes y proyectos que llenan nuestros sueños pero sin olvidarnos de ser felices y gozar el trayecto en todo lo que sea posible, sin hacernos daño, sin dañar a otros y sin infringir la ley, el maravilloso triángulo de la paz de Gryita Fuerte, una gran herramienta de vida.

Viva la felicidad.

corro electrónico: gryitafuerte@gmail.com

Facebook: Gryita Fuerte

RE-GENERACIÓN 19

Nadie nos enseñó a pensar. Aprendemos a reaccionar, no a reflexionar.

El estímulo permanente del "premio" y el "castigo" al amparo de los poderosísimos conceptos del "bien" y del "mal" nos llevan a convertirnos en esclavos de nuestras emociones, a "sentir" y luego "existir" y de esa forma nos vemos obligados a cumplir con formatos preestablecidos de vida, los cuales no siempre logran ponerse de acuerdo con nuestra naturaleza y al final tal desacuerdo genera sufrimiento.

Algunas experiencias del camino, las enseñanzas y los conceptos a través de los cuales conformamos "nuestra realidad" nos orillan a perder el sentido de la sola existencia y por ende la felicidad.

Comparar nuestra vida con los estándares que nos han sido impostados por "el monstruo" que habita en el imaginario popular, la propaganda, la educación y el poder adquisitivo, nos lleva a consumirnos a nosotros mismos en estados ansiosos que en el esfuerzo por llenar un "barril sin fondo" de expectativas inalcanzables termina por dejarnos vacíos, sin fuerza pero conservando irónicamente los anhelos y tristemente una calificación insatisfactoria de nuestro desempeño, condición que solo da pie al desánimo y en casos extremos a la depresión y otras afecciones.

Empezamos por tomarnos muy en serio y a mantenernos enfocados en la tensión, las preocupaciones, el estrés y la subsistencia en medio de este sistema de consumo y competencia, en el cual por cierto jamás logramos llegar a la meta ni acabamos por encontrar la satisfacción. La búsqueda de aquello que construimos en nuestra mente como "calidad de vida" se vuelve una obsesión y genera que la concentración de nuestra atención se dirija únicamente al logro de metas y objetivos relacionados con la materialidad, dejando por completo de lado la construcción de un sistema espiritual emocional que genere paz, serenidad y abrigo.

Creando solamente sistemas de apoyo, a través de prácticas espirituales, mentales o puramente de distracción y relajación los cuales utilizamos solamente para fortalecer la producción, de modo que acudimos a ellos solo como generadores de energía para poder continuar con el efecto consumista.

Esto deja sin lugar en el análisis, es decir, fuera de la mesa a la vida misma, esa energía que es posiblemente no solo lo más valioso sino quizás lo único que realmente tiene un valor y a la cual terminamos por relegar hasta el día en que la vemos en riesgo o se termina.

Esta es la razón por la cual llegamos incluso a afectarnos con los malos hábitos, decisiones irracionales, como por ejemplo, el mantenimiento de relaciones tóxicas, el fomento de malas prácticas que solo nos traen dolor, culpabilidad y sufrimiento, la generación de adicciones y visto más profundamente el apego al supuesto placer y el escape del dolor, espejismos ambos causados por el mundo sensorial que al ser parte incluso de la educación logra por último esclavizar al ser humano y volviéndolo a la vez víctima y victimario de sí mismo, de su especie y del mundo en que habita.

Aquí el punto es comprender que es posible volar más ligero y aunque suene trillado disfrutar del viaje, abrazar cada instante, disfrutar los beneficios de esta oportunidad y de la experiencia considerando de valor todo lo que comprende, sin dejar de cumplir con nuestras responsabilidades, ni de hacer un esfuerzo por mejorar en todo lo que a cada quien le interese, enriqueciendo nuestras relaciones interpersonales y todo lo que nos rodea mientras vamos favoreciendo con dedicación aquellos planes y proyectos que llenan nuestros sueños pero sin olvidarnos de ser felices y gozar el trayecto en todo lo que sea posible, sin hacernos daño, sin dañar a otros y sin infringir la ley, el maravilloso triángulo de la paz de Gryita Fuerte, una gran herramienta de vida.

Viva la felicidad.

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RE-GENERACIÓN 19