/ sábado 26 de septiembre de 2020

Gryta.com, Fylosofía en expresión | Ley antichancla

Me duele más a mí que a ti.

Lo hago por tu bien.

Así nunca lo vas a olvidar.

Tráeme el cinturón, porque te voy a pegar.

Mejor un golpe a tiempo.

¿Cuántos hemos oído en nuestra vida estas sentencias?

¿Cuántos recuerdan el silbido que genera al surcar el aire una potente chancla voladora que pasa rozando la oreja cual furioso misil, ante la falla del tirador que regularmente es corregida en su segundo disparo?

¿O de pronto ver a su héroe o heroína, llámese papá, mamá, maestro, entrenador, líder religioso o cuidador, en transfiguración injertado en violento verdugo y sentir en el cuerpo el flagelo de un pedazo de cuero curtido, un cable de un silbato, una regla, un borrador o la vara flexible mojada de algún árbol frutal tropical?

¿Cuántos incluso con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada agradecen en sobremesas, festejos y reuniones familiares, llenos de sentimiento a sus padres, madres o tutores el haberles corregido con violencia ya que gracias a eso hoy son humanos de bien y no rufianes?

El Senado mexicano aprobó recientemente la iniciativa para reformar la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y al Código Civil Federal para prohibir cualquier tipo de violencia como método disciplinario en contra de niñas, niños y adolescentes.

En esta iniciativa también se habla de los daños físicos, emocionales y psicológicos que se ha podido comprobar se generan en los menores que lo viven y que les genera secuelas que les acompañan el resto de la vida.

También explica cómo pudiera ser que este tipo de educación sea un generador o factor que apoye la violencia en el mundo.

Hasta 2019 UNICEF decía que el 63% de niñas y niños de entre uno y 14 años han sufrido al menos una forma violenta de corrección, castigo que incluye manazos, pellizcos o nalgadas y ésta es una práctica que aún es aceptada socialmente y vista como un buen método de disciplina infantil.

También refiere que casi 4 de cada 10 madres y 2 de cada 10 padres admiten haber golpeado a sus hijos ante el enojo o desesperación.

Esta iniciativa habla también del castigo que incluye cualquier acto que tenga como objetivo provocar dolor, molestia o humillación, que atente contra la integridad física, psíquica o emocional del menor, pueda producir o no lesiones visibles e incluye al personal de instituciones educativas, deportivas, religiosas, de salud, de asistencia social y de cualquier otra índole que brinde asistencia a menores.

Avanzamos lentamente hacia soluciones reales, pero llevará tiempo, primero habrá que ver si esta iniciativa es aprobada por el Ejecutivo y después si su aplicación se vuelve viable.

En el artículo 423 dice concretamente que queda prohibido que la madre, padre o cualquier persona que ejerza la patria potestad, tutela o guarda, custodia y crianza de niños y adolescentes, utilice el castigo corporal o humillante como forma de corrección o disciplina de niños, niñas o adolescentes.

Las preguntas son:

¿Quién se encargará de enseñar al menor a pedir auxilio cuando algún súper héroe le ofrezca el amor a la mexicana?

¿Cómo se aplicará dicha ley o cuáles serán los correctivos que acabarán por entrenar a los violentos educadores hasta que aprendan que la educación, les parezca o no, legalmente no podrá incluir la bendita modalidad inoculada por sus padres, abuelos y ancestrales golpeadores?

Tal vez vendrá al fin la comprensión de que la violencia engendra violencia, que debemos cuidar todos de todos y que todos los niños de nuestra especie son responsabilidad de todos los adultos que la integran.

Por ahora si usted es parte del amoroso grupo de connacionales que aprueba este modelo educativo por la maravillosa paz que ha producido en su casi imperceptible energúmeno proceder, puede empezar a ver tutoriales de cómo educar a los niños sin golpearlos, probablemente pronto ocupará saberlo o enfrentar a la autoridad.

Me duele más a mí que a ti.

Lo hago por tu bien.

Así nunca lo vas a olvidar.

Tráeme el cinturón, porque te voy a pegar.

Mejor un golpe a tiempo.

¿Cuántos hemos oído en nuestra vida estas sentencias?

¿Cuántos recuerdan el silbido que genera al surcar el aire una potente chancla voladora que pasa rozando la oreja cual furioso misil, ante la falla del tirador que regularmente es corregida en su segundo disparo?

¿O de pronto ver a su héroe o heroína, llámese papá, mamá, maestro, entrenador, líder religioso o cuidador, en transfiguración injertado en violento verdugo y sentir en el cuerpo el flagelo de un pedazo de cuero curtido, un cable de un silbato, una regla, un borrador o la vara flexible mojada de algún árbol frutal tropical?

¿Cuántos incluso con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada agradecen en sobremesas, festejos y reuniones familiares, llenos de sentimiento a sus padres, madres o tutores el haberles corregido con violencia ya que gracias a eso hoy son humanos de bien y no rufianes?

El Senado mexicano aprobó recientemente la iniciativa para reformar la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y al Código Civil Federal para prohibir cualquier tipo de violencia como método disciplinario en contra de niñas, niños y adolescentes.

En esta iniciativa también se habla de los daños físicos, emocionales y psicológicos que se ha podido comprobar se generan en los menores que lo viven y que les genera secuelas que les acompañan el resto de la vida.

También explica cómo pudiera ser que este tipo de educación sea un generador o factor que apoye la violencia en el mundo.

Hasta 2019 UNICEF decía que el 63% de niñas y niños de entre uno y 14 años han sufrido al menos una forma violenta de corrección, castigo que incluye manazos, pellizcos o nalgadas y ésta es una práctica que aún es aceptada socialmente y vista como un buen método de disciplina infantil.

También refiere que casi 4 de cada 10 madres y 2 de cada 10 padres admiten haber golpeado a sus hijos ante el enojo o desesperación.

Esta iniciativa habla también del castigo que incluye cualquier acto que tenga como objetivo provocar dolor, molestia o humillación, que atente contra la integridad física, psíquica o emocional del menor, pueda producir o no lesiones visibles e incluye al personal de instituciones educativas, deportivas, religiosas, de salud, de asistencia social y de cualquier otra índole que brinde asistencia a menores.

Avanzamos lentamente hacia soluciones reales, pero llevará tiempo, primero habrá que ver si esta iniciativa es aprobada por el Ejecutivo y después si su aplicación se vuelve viable.

En el artículo 423 dice concretamente que queda prohibido que la madre, padre o cualquier persona que ejerza la patria potestad, tutela o guarda, custodia y crianza de niños y adolescentes, utilice el castigo corporal o humillante como forma de corrección o disciplina de niños, niñas o adolescentes.

Las preguntas son:

¿Quién se encargará de enseñar al menor a pedir auxilio cuando algún súper héroe le ofrezca el amor a la mexicana?

¿Cómo se aplicará dicha ley o cuáles serán los correctivos que acabarán por entrenar a los violentos educadores hasta que aprendan que la educación, les parezca o no, legalmente no podrá incluir la bendita modalidad inoculada por sus padres, abuelos y ancestrales golpeadores?

Tal vez vendrá al fin la comprensión de que la violencia engendra violencia, que debemos cuidar todos de todos y que todos los niños de nuestra especie son responsabilidad de todos los adultos que la integran.

Por ahora si usted es parte del amoroso grupo de connacionales que aprueba este modelo educativo por la maravillosa paz que ha producido en su casi imperceptible energúmeno proceder, puede empezar a ver tutoriales de cómo educar a los niños sin golpearlos, probablemente pronto ocupará saberlo o enfrentar a la autoridad.