/ martes 6 de noviembre de 2018

Guerra de agua

La inminente crisis a nivel global por la posesión del agua seguramente intensificará el asunto migratorio en grandes zonas del planeta

Esta lucha será tan cruenta o mayor que la denominada Guerra del petróleo.

La alarmante escasez del vital elemento será cosa común, y esta tendencia, de no revertirse, producirá sed y falta de comida en casi todo el mundo. Entonces, habría querellas e invasiones entre países con objeto de asegurarse el suministro de este bien.

La reciente “sequía” temporal de agua potable en la ciudad de México, y los trastornos que causo en los habitantes, es un juego de niños comparado con lo que nos espera en el futuro.

Si la gran crisis del agua nos toma a los mexicanos distraídos, como pasó con la caravana de migrantes centroamericanos mal documentados que avanza por nuestro territorio con destino hacia Estados Unidos, el golpe sería demoledor al comprobarse, con fuerza, la política de nuestros vecinos al norte de río Bravo en este y otros asuntos.

A través de la historia encontramos hechos que ponen de manifiesto la miopía de la humanidad. ¿Será este uno de esos casos? Aun más, ¿será posible el loable aunque inasequible propósito de evitar futuras guerras por el poder y disfrute del vital liquido? ¿Estaremos a tiempo, aún?

Sin agua no podemos vivir. Alrededor de este elemento se establecen ciudades y prosperan civilizaciones. Ninguna urbe de respeto es capaz de perdurar sin fuentes del vital líquido ni gigantescas obras hidráulicas que eleven el agua de los ríos y permitan reabastecerse. No hay urbe o población modernista que carezca de fuentes públicas y estructuras de las que brote…agua. El diccionario es generoso en letras para significar esta palabra. Cosa sorprendente, si aceptamos que se trata de un líquido insípido.

Es posible estar largo tiempo sin probar bocado, pero sin agua la vida se escapa rápidamente. Ello obedece a que el cuerpo humano se integra de un ochenta por ciento de este líquido.

Aunque estemos rodeados de ríos, lagunas y estuarios, parafraseando a Braudel, nunca parece haber agua potable en abundancia. Y en caso de extrema necesidad y emergencia, la mejor agua es la que se tiene a mano. Esto es.