/ sábado 4 de mayo de 2019

Rescates financieros ¿Dónde?

Me resisto a creer, amable lector, que con la construcción del nuevo Aeropuerto para la Ciudad de Mexico en Texcoco, algunos reconocidos empresarios mexicanos pretendieran que el gobierno lo construyera...

Manejarlo ellos, y en el caso de sobrevenir problemas económicos, que el gobierno los rescatara, y repetir la fórmula del “rescate carretero” efectuado en otros sexenios, donde los constructores, además ponerse la cachucha de concesionarios de las obras que ellos mismos “construyeron”, aparecieron como beneficiarios del citado rescate financiero.

Hoy en día, los mexicanos tenemos que aportar miles de millones de pesos en este rubro, cada año. Lector, no veo cómo en las aguas de la denominada transformación haya forma o manera de que persistan o se toleren esta clase de “bisnes”. Esto debe ser parte de la historia negra de Mexico. Pero ello no quita una pregunta, en nombre de qué verdaderos intereses resultó intocable el llamado neoliberalismo económico, tal y como lo concibió la tecnocracia en el poder. No es posible que casi cuatro décadas después de estar viendo el megafracaso de estas políticas, en lo cotidiano y en lo general, con la escasa industrialización del país y las corruptelas sin freno, todavía hay quienes se aferran a un modelo económico que solo creó miseria. ¿Será porque ellos son los directos beneficiarios y no aquellos que dijeron querer el bien de los mexicanos? De esta mascarada con tintes de tragicomedia han sido partícipes diputados, senadores, gobiernos federales y estatales, quienes ya una vez nos endilgaron el rescate bancario denominado Fobaproa, blanqueado a IPAB en la cincuenta y siete Legislatura. Y ni qué decir del trueque para que un presidente y su secretario de Hacienda convirtieran pesos en tostones, con “la suavidad del aguacate”, en un acto de magia financiera digno de mejor causa. La estrategia del trueque bien podría haber sido en todo caso para provecho del país, aplicado en favor del respeto que la gente perdió en las instituciones.

En el neoliberalismo se gozó de precios de barril de petróleo por encima de sesenta dólares la unidad, y aún así se generaron condiciones de pobreza extrema. ¿Hace falta decir más? Fueron sexenios en los que a pocos se les dio mucho y a muchos…poco o nada. Sexenios en los que se prometió crecimiento económico sostenido y se presumió de estabilidad macroeconómica, pero que fomentó la expatriación de millones de connacionales hacia territorio estadounidense en calidad de indocumentados. Sexenios en los que se dijo una cosa y se hizo lo diametralmente opuesto. Ahora es tiempo de que el trueque sea a favor de la mayoría de los mexicanos y, por qué no, se termine con el estado ruinoso de la agricultura, la ganadería y la riqueza de nuestros mares, que es fuente de alimentos.

El desperdicio de la riqueza de nuestros mares es un pecado capital en un país como el nuestro que cuenta con más litorales que Estados Unidos (suprimiendo Alaska), y sin que se le explote racionalmente ni exista algo que la proteja.

Las autoridades federales se encuentran obligadas a proveer los fondos con toda amplitud necesaria para apoyar la exploración y reconocimiento de nuestras aguas. La riqueza pesquera que es de México se ha venido explotando despiadadamente sin beneficio alguno para el país. Barcos rusos, japoneses, norteamericanos y de otros países, llevan a cabo un saqueo indiscriminado de las riquezas de nuestros mares, mientras que pasivamente se observa esto que pasa y tanto daña nuestro medio ambiente y economía. Deberíamos ser exportadores de alimentos. ¿Por qué es al revés?

Me resisto a creer, amable lector, que con la construcción del nuevo Aeropuerto para la Ciudad de Mexico en Texcoco, algunos reconocidos empresarios mexicanos pretendieran que el gobierno lo construyera...

Manejarlo ellos, y en el caso de sobrevenir problemas económicos, que el gobierno los rescatara, y repetir la fórmula del “rescate carretero” efectuado en otros sexenios, donde los constructores, además ponerse la cachucha de concesionarios de las obras que ellos mismos “construyeron”, aparecieron como beneficiarios del citado rescate financiero.

Hoy en día, los mexicanos tenemos que aportar miles de millones de pesos en este rubro, cada año. Lector, no veo cómo en las aguas de la denominada transformación haya forma o manera de que persistan o se toleren esta clase de “bisnes”. Esto debe ser parte de la historia negra de Mexico. Pero ello no quita una pregunta, en nombre de qué verdaderos intereses resultó intocable el llamado neoliberalismo económico, tal y como lo concibió la tecnocracia en el poder. No es posible que casi cuatro décadas después de estar viendo el megafracaso de estas políticas, en lo cotidiano y en lo general, con la escasa industrialización del país y las corruptelas sin freno, todavía hay quienes se aferran a un modelo económico que solo creó miseria. ¿Será porque ellos son los directos beneficiarios y no aquellos que dijeron querer el bien de los mexicanos? De esta mascarada con tintes de tragicomedia han sido partícipes diputados, senadores, gobiernos federales y estatales, quienes ya una vez nos endilgaron el rescate bancario denominado Fobaproa, blanqueado a IPAB en la cincuenta y siete Legislatura. Y ni qué decir del trueque para que un presidente y su secretario de Hacienda convirtieran pesos en tostones, con “la suavidad del aguacate”, en un acto de magia financiera digno de mejor causa. La estrategia del trueque bien podría haber sido en todo caso para provecho del país, aplicado en favor del respeto que la gente perdió en las instituciones.

En el neoliberalismo se gozó de precios de barril de petróleo por encima de sesenta dólares la unidad, y aún así se generaron condiciones de pobreza extrema. ¿Hace falta decir más? Fueron sexenios en los que a pocos se les dio mucho y a muchos…poco o nada. Sexenios en los que se prometió crecimiento económico sostenido y se presumió de estabilidad macroeconómica, pero que fomentó la expatriación de millones de connacionales hacia territorio estadounidense en calidad de indocumentados. Sexenios en los que se dijo una cosa y se hizo lo diametralmente opuesto. Ahora es tiempo de que el trueque sea a favor de la mayoría de los mexicanos y, por qué no, se termine con el estado ruinoso de la agricultura, la ganadería y la riqueza de nuestros mares, que es fuente de alimentos.

El desperdicio de la riqueza de nuestros mares es un pecado capital en un país como el nuestro que cuenta con más litorales que Estados Unidos (suprimiendo Alaska), y sin que se le explote racionalmente ni exista algo que la proteja.

Las autoridades federales se encuentran obligadas a proveer los fondos con toda amplitud necesaria para apoyar la exploración y reconocimiento de nuestras aguas. La riqueza pesquera que es de México se ha venido explotando despiadadamente sin beneficio alguno para el país. Barcos rusos, japoneses, norteamericanos y de otros países, llevan a cabo un saqueo indiscriminado de las riquezas de nuestros mares, mientras que pasivamente se observa esto que pasa y tanto daña nuestro medio ambiente y economía. Deberíamos ser exportadores de alimentos. ¿Por qué es al revés?