/ domingo 15 de mayo de 2022

Vivencias | El odio a las mujeres

Quizá usted ha escuchado la palabra “misoginia”, significa “el odio a la mujer”. Palabras fuertes, ¿no? pero han acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales.

Decir que un hombre es misógino significa que desprecia a la mujer, que la hace menos, que la ofende, que no la cree capaz, que la siente inferior.

Todas las mujeres me entenderán, no importa nuestra clase social, ni nuestro nivel de preparación académica, ni nuestra destreza ni nuestra inteligencia, ni la experiencia ni la capacidad, en algún momento de nuestra vida o en muchos, nos topamos con estos “hombres” que, sin averiguar más, nos denigran y nos ofenden, no sólo con sus comentarios sino con sus acciones.

Desde opinar sobre por qué te dedicas a algo que es para “hombres”, hasta los extremos de pensar que el lugar de la mujer está solamente en la casa.

Odiar a las mujeres, detestarlas, despreciarlas, llega a veces más allá de los comentarios absurdos, y se insulta, se ofende. Todas hemos enfrentado situaciones, las hemos padecido y a veces hemos tenido que poner un alto de alguna manera a algún hombre que intenta menospreciarnos.

Yo tuve la fortuna de nacer y crecer en una familia donde la misoginia no existía, para mis padres éramos iguales y así nos trataban. Pero conozco muchos casos de compañeras mías que sufrían diariamente ese tipo de desprecio en distintos grados.

La historia misma de todas partes muestra el papel de subordinación de la mujer al hombre y cómo demasiado lentamente vamos cambiando el paradigma. No me tocará a mí verlo terminado, pero tengo la esperanza de que algún día no exista la misoginia en ninguna parte de este mundo.

Y digo que muy lentamente, porque cada día conocemos de más casos de violencia contra la mujer: mujeres humilladas, mujeres golpeadas, mujeres desaparecidas, mujeres abusadas, mujeres asesinadas.

Aun con los avances de los últimos años, hasta en términos legislativos, no hemos podido extirpar estas conductas que nos debieran de avergonzar a todos.

Como sociedad tenemos que desterrar todos los comportamientos misóginos y desde nuestro entorno, desde nuestra casa educar a hombres y mujeres libres de todo tipo de prejucios y enseñarlos a respetar a la otra.

Las mujeres somos por naturaleza, fuertes, solo tenemos que mostrarle su fuerza a cada una y demostrarle a los hombres que juntas somos indestructibles.

No es tema de partidos, no es tema de mujeres, no es tema de gobiernos.

Es un tema pendiente de todos.

Quizá usted ha escuchado la palabra “misoginia”, significa “el odio a la mujer”. Palabras fuertes, ¿no? pero han acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales.

Decir que un hombre es misógino significa que desprecia a la mujer, que la hace menos, que la ofende, que no la cree capaz, que la siente inferior.

Todas las mujeres me entenderán, no importa nuestra clase social, ni nuestro nivel de preparación académica, ni nuestra destreza ni nuestra inteligencia, ni la experiencia ni la capacidad, en algún momento de nuestra vida o en muchos, nos topamos con estos “hombres” que, sin averiguar más, nos denigran y nos ofenden, no sólo con sus comentarios sino con sus acciones.

Desde opinar sobre por qué te dedicas a algo que es para “hombres”, hasta los extremos de pensar que el lugar de la mujer está solamente en la casa.

Odiar a las mujeres, detestarlas, despreciarlas, llega a veces más allá de los comentarios absurdos, y se insulta, se ofende. Todas hemos enfrentado situaciones, las hemos padecido y a veces hemos tenido que poner un alto de alguna manera a algún hombre que intenta menospreciarnos.

Yo tuve la fortuna de nacer y crecer en una familia donde la misoginia no existía, para mis padres éramos iguales y así nos trataban. Pero conozco muchos casos de compañeras mías que sufrían diariamente ese tipo de desprecio en distintos grados.

La historia misma de todas partes muestra el papel de subordinación de la mujer al hombre y cómo demasiado lentamente vamos cambiando el paradigma. No me tocará a mí verlo terminado, pero tengo la esperanza de que algún día no exista la misoginia en ninguna parte de este mundo.

Y digo que muy lentamente, porque cada día conocemos de más casos de violencia contra la mujer: mujeres humilladas, mujeres golpeadas, mujeres desaparecidas, mujeres abusadas, mujeres asesinadas.

Aun con los avances de los últimos años, hasta en términos legislativos, no hemos podido extirpar estas conductas que nos debieran de avergonzar a todos.

Como sociedad tenemos que desterrar todos los comportamientos misóginos y desde nuestro entorno, desde nuestra casa educar a hombres y mujeres libres de todo tipo de prejucios y enseñarlos a respetar a la otra.

Las mujeres somos por naturaleza, fuertes, solo tenemos que mostrarle su fuerza a cada una y demostrarle a los hombres que juntas somos indestructibles.

No es tema de partidos, no es tema de mujeres, no es tema de gobiernos.

Es un tema pendiente de todos.