/ domingo 23 de enero de 2022

Vivencias | Entre el caos y la solidaridad

Hemos vivido tiempos inéditos sobre todo por la presencia de un virus que se resiste a ser controlado y que ha llenado de luto muchos hogares.

Con tanto tiempo viviendo en esas condiciones, uno esperaría que hubiera temas que nos acercaran y que más allá de nuestras preferencias políticas nos unieran para enfrentar retos como este desafío de salud.

Sin señalar a unos o a otros, todos hemos sido testigos, hemos sufrido o hemos sorteado la increíble desorganización de esta jornada de vacunación.

En medio de un aumento impresionante de contagios, se abrieron inexplicablemente en el inicio, solo dos módulos en cada ciudad del sur para atender a una gran parte de ciudadanos: Maestros, rezagados, mayores de 50 y de 60 y más, con menos personal, con menos puntos de atención y sin información.

Filas interminables de personas y vehículos, sin baños, sin alimentos, sin agua, sin orientación alguna, ingredientes suficientes para generar el caos. Aunado a la prepotencia de algunos ciudadanos, la falta de respeto, por ejemplo, a las letras, a la falta de documentos necesarios y el comportamiento a veces grosero, contra el personal de apoyo.

Uno pensaría que cuando la autoridad ya se ha enfrentado a una situación similar, tendría mayor capacidad de organizar, de informar, de prever, pero desgraciadamente fue peor que las dos experiencias que me tocó vivir. Parecía que nunca lo habían hecho antes, lamentable que no aprendamos de lo vivido.

Pero aun así, fuimos testigos de grandes muestras de solidaridad que nos llenan de esperanza, jóvenes dormitando en los carros para que fueran ocupados en la mañana por sus padres o familiares, personas llevando papeles faltantes, ofreciéndose a sacar copias, atendiendo a personas desmayadas, adultos fuertes parados pacientemente toda la noche guardando lugar para los suyos más débiles, personas compartiendo alimentos y bebidas, otros departiendo para sobrellevar la larga espera, la misma gente organizándose dando papelitos de turno para que pudieran ir al baño y no perdieran el lugar.

Todos lo vivimos, muchos lo sufrimos y otros se enteraron. La gran lección queda. Debemos exigir todos, que en temas relevantes dejen las autoridades atrás sus diferencias y se ayuden desde el principio.

Sin duda habrá otras crisis, esperamos las resuelvan juntos. No estamos para ver quien se cuelga la medalla. Con la salud NO SE JUEGA.

Todos lo vivimos, muchos lo sufrimos y otros se enteraron. La gran lección queda. Debemos exigir todos, que en temas relevantes dejen las autoridades atrás sus diferencias y se ayuden desde el principio.

Hemos vivido tiempos inéditos sobre todo por la presencia de un virus que se resiste a ser controlado y que ha llenado de luto muchos hogares.

Con tanto tiempo viviendo en esas condiciones, uno esperaría que hubiera temas que nos acercaran y que más allá de nuestras preferencias políticas nos unieran para enfrentar retos como este desafío de salud.

Sin señalar a unos o a otros, todos hemos sido testigos, hemos sufrido o hemos sorteado la increíble desorganización de esta jornada de vacunación.

En medio de un aumento impresionante de contagios, se abrieron inexplicablemente en el inicio, solo dos módulos en cada ciudad del sur para atender a una gran parte de ciudadanos: Maestros, rezagados, mayores de 50 y de 60 y más, con menos personal, con menos puntos de atención y sin información.

Filas interminables de personas y vehículos, sin baños, sin alimentos, sin agua, sin orientación alguna, ingredientes suficientes para generar el caos. Aunado a la prepotencia de algunos ciudadanos, la falta de respeto, por ejemplo, a las letras, a la falta de documentos necesarios y el comportamiento a veces grosero, contra el personal de apoyo.

Uno pensaría que cuando la autoridad ya se ha enfrentado a una situación similar, tendría mayor capacidad de organizar, de informar, de prever, pero desgraciadamente fue peor que las dos experiencias que me tocó vivir. Parecía que nunca lo habían hecho antes, lamentable que no aprendamos de lo vivido.

Pero aun así, fuimos testigos de grandes muestras de solidaridad que nos llenan de esperanza, jóvenes dormitando en los carros para que fueran ocupados en la mañana por sus padres o familiares, personas llevando papeles faltantes, ofreciéndose a sacar copias, atendiendo a personas desmayadas, adultos fuertes parados pacientemente toda la noche guardando lugar para los suyos más débiles, personas compartiendo alimentos y bebidas, otros departiendo para sobrellevar la larga espera, la misma gente organizándose dando papelitos de turno para que pudieran ir al baño y no perdieran el lugar.

Todos lo vivimos, muchos lo sufrimos y otros se enteraron. La gran lección queda. Debemos exigir todos, que en temas relevantes dejen las autoridades atrás sus diferencias y se ayuden desde el principio.

Sin duda habrá otras crisis, esperamos las resuelvan juntos. No estamos para ver quien se cuelga la medalla. Con la salud NO SE JUEGA.

Todos lo vivimos, muchos lo sufrimos y otros se enteraron. La gran lección queda. Debemos exigir todos, que en temas relevantes dejen las autoridades atrás sus diferencias y se ayuden desde el principio.