/ viernes 30 de agosto de 2019

Arte de caminar

Un viaje de mil millas comienza con el primer paso, dijo el filósofo Lao Tse.

Generalmente, nuestra marcha nos conduce en varios sentidos, por varias rutas.

En ocasiones, al experimentar alguna dificultad eventual para andar nos permite corroborar que poner un pie delante del otro, una y otra vez, movimiento que los seres humanos realizamos un sinfín de veces a lo largo de nuestra historia, es un privilegio del cual no nos damos cuenta. Al menos, no como debiera.

Una metáfora en términos actuales del cosmos es el momento en que el primer hombre que pisó la superficie lunar, el comandante Neil Armstrong, expuso la manera en que un pequeño paso puede ser un salto gigantesco para la humanidad. La representación del comandante del Apolo 11 es ejemplarizante, pese a que no estoy muy seguro si esta máxima fue en tono de broma o en serio, pues su rostro permaneció oculto en la escafandra de cosmonauta.

El comandante Neil Armstrong, expuso la manera en que un pequeño paso puede ser un salto gigantesco para la humanidad

El que Armstrong haya lanzado un mensaje cifrado a los ingenuos terrícolas desde la soledad de los inexplorados parajes de la superficie selenita es todavía un misterio, tema propio de las teorías conspirativas. Lo cierto es que no existen pasos gigantes ni pasos pequeños, en su totalidad, participan de lo insignificante y de lo grande. En el ámbito del universo relativo, ¿Qué diferencia hay en una escala entre un dinosaurio y una hormiga? Muy poca, imagino.

En síntesis, caminar es importante. Quien ya no pueda correr, que trote; quien no pueda trotar que camine. Quien posea el don…que lo ejercite.

Es una maravilla el poder desplazarnos libremente hacia donde queramos y hacerlo con libertad y autonomía. Ir de aquí para allá. Estar en movimiento.Participar de lo que es la esencia del universo.

Un viaje de mil millas comienza con el primer paso, dijo el filósofo Lao Tse.

Generalmente, nuestra marcha nos conduce en varios sentidos, por varias rutas.

En ocasiones, al experimentar alguna dificultad eventual para andar nos permite corroborar que poner un pie delante del otro, una y otra vez, movimiento que los seres humanos realizamos un sinfín de veces a lo largo de nuestra historia, es un privilegio del cual no nos damos cuenta. Al menos, no como debiera.

Una metáfora en términos actuales del cosmos es el momento en que el primer hombre que pisó la superficie lunar, el comandante Neil Armstrong, expuso la manera en que un pequeño paso puede ser un salto gigantesco para la humanidad. La representación del comandante del Apolo 11 es ejemplarizante, pese a que no estoy muy seguro si esta máxima fue en tono de broma o en serio, pues su rostro permaneció oculto en la escafandra de cosmonauta.

El comandante Neil Armstrong, expuso la manera en que un pequeño paso puede ser un salto gigantesco para la humanidad

El que Armstrong haya lanzado un mensaje cifrado a los ingenuos terrícolas desde la soledad de los inexplorados parajes de la superficie selenita es todavía un misterio, tema propio de las teorías conspirativas. Lo cierto es que no existen pasos gigantes ni pasos pequeños, en su totalidad, participan de lo insignificante y de lo grande. En el ámbito del universo relativo, ¿Qué diferencia hay en una escala entre un dinosaurio y una hormiga? Muy poca, imagino.

En síntesis, caminar es importante. Quien ya no pueda correr, que trote; quien no pueda trotar que camine. Quien posea el don…que lo ejercite.

Es una maravilla el poder desplazarnos libremente hacia donde queramos y hacerlo con libertad y autonomía. Ir de aquí para allá. Estar en movimiento.Participar de lo que es la esencia del universo.