/ miércoles 19 de septiembre de 2018

Bioética ¿Dónde?


Aunque por intermedio de la clonación es viable lograr que nazca una cría genéticamente idéntica al animal de que se extrajo el tejido original, es absurdo aferrarse a copiar fielmente a un padre, madre o hijo, cuando se sabe que eso no es posible.

No se puede recuperar de esa forma a una persona que se ha ido. Las células del individuo del cual se extrae el clon, siempre sufren cambios inadvertidos en el transcurso de los años, a causa de la exposición a agentes externos como rayos ultravioletas, agentes químicos, toxinas y otros factores. Un peligro real seria la creación de una raza de mutantes, de consecuencias inéditas.

Es entendible el interés que existe por prevenir las múltiples derivaciones que conllevan los experimentos genéticos, ante los retos que aguardan a la raza humana en los años que vienen. Pero la cuestión es ¿Estamos preparados?

Hoy se dispone de un mapa genético de grupos raciales que permite bucear en lo más íntimo a nivel celular y leer el futuro de cualquier persona. La gente dispondrá de mayor información acerca de su cuerpo, de su bagaje celular, aunque algunos quizás prefieran no enterarse totalmente, al saber que existen más de cuatro mil enfermedades producidas por anormalidades genéticas.

El confirmar que se lleva el gen de una enfermedad incapacitante para la cual no hay cura todavía puede ser traumático y generar angustia emocional y financiera. Además, puede condicionar o limitar la decisión de efectuar contrataciones o adquirir un seguro debido a causas médicas preexistentes.

El potencial acceso a los secretos de la información genética por parte empleadores y aseguradoras es solo un caso, pero las posibilidades abundan. No hay duda que es teóricamente posible crear un ser humano cercano a la perfección y, por ende, muy superior al promedio que hoy conocemos. ¿Quién decidirá hacer esto? ¿no es la puerta de entrada para que un grupo selecto avasalle a la raza humana? La bioética deberá hallar respuesta a esto de que le comento.


Aunque por intermedio de la clonación es viable lograr que nazca una cría genéticamente idéntica al animal de que se extrajo el tejido original, es absurdo aferrarse a copiar fielmente a un padre, madre o hijo, cuando se sabe que eso no es posible.

No se puede recuperar de esa forma a una persona que se ha ido. Las células del individuo del cual se extrae el clon, siempre sufren cambios inadvertidos en el transcurso de los años, a causa de la exposición a agentes externos como rayos ultravioletas, agentes químicos, toxinas y otros factores. Un peligro real seria la creación de una raza de mutantes, de consecuencias inéditas.

Es entendible el interés que existe por prevenir las múltiples derivaciones que conllevan los experimentos genéticos, ante los retos que aguardan a la raza humana en los años que vienen. Pero la cuestión es ¿Estamos preparados?

Hoy se dispone de un mapa genético de grupos raciales que permite bucear en lo más íntimo a nivel celular y leer el futuro de cualquier persona. La gente dispondrá de mayor información acerca de su cuerpo, de su bagaje celular, aunque algunos quizás prefieran no enterarse totalmente, al saber que existen más de cuatro mil enfermedades producidas por anormalidades genéticas.

El confirmar que se lleva el gen de una enfermedad incapacitante para la cual no hay cura todavía puede ser traumático y generar angustia emocional y financiera. Además, puede condicionar o limitar la decisión de efectuar contrataciones o adquirir un seguro debido a causas médicas preexistentes.

El potencial acceso a los secretos de la información genética por parte empleadores y aseguradoras es solo un caso, pero las posibilidades abundan. No hay duda que es teóricamente posible crear un ser humano cercano a la perfección y, por ende, muy superior al promedio que hoy conocemos. ¿Quién decidirá hacer esto? ¿no es la puerta de entrada para que un grupo selecto avasalle a la raza humana? La bioética deberá hallar respuesta a esto de que le comento.