/ martes 12 de mayo de 2020

Economía y bienestar | La historia se repite dos veces

Realmente la historia da sentido al presente y permite vislumbrar el futuro, de ahí la importancia de tener claros los antecedentes de todos los fenómenos sean estos económicos, políticos o sociales, siempre es necesario conocer cómo interactúan los actores que le dan sentido al devenir social, de ahí que el estudio de los antecedentes de los fenómenos nos permite comprender con mayor claridad el por qué de las cosas e inclusive permite explicarnos en diversos aspectos la actuación de los actores que protagonizan los cambios.

Por ello, es fundamental explicar el presente con base en el pasado antes de exponerse en hacer predicciones del futuro, en este sentido la ciencia económica intenta hacer estimaciones o pronósticos del futuro considerando las bases de datos históricos, por ejemplo a qué nivel llegará el Producto Interno Bruto en el presente año; cómo se cotizará el precio del nuestra moneda respecto a otras, cuál será el comportamiento de la tasa de interés en el mercado; desde luego que dichas estimaciones sobre algunos indicadores que se prevé se presentarán en el futuro son importantes para la mayoría de los actores sociales y económicos, ya que de ello dependerá en cierta medida las condiciones en la que cada quien las pudiera enfrentar.

Derivado de lo anterior, la teoría de los ciclos económicos afirma que éstos no son idénticos tanto en lo que se refiere a su duración como a su intensidad; pero dichos movimientos y aconteceres que se presentan en cada uno de los contextos en este caso, economías nacionales o bien a nivel internacional, tales movimientos en su momento pueden parecer erráticos, y constituir una sucesión de momentos de tal suerte que se puede contar con mayor precisión las fases del ciclo económico, y de ahí las etapas y sus características en cada una de ellas, hoy comúnmente identificadas como: expansión o recuperación; auge; crisis y posteriormente recesión; en fechas recientes se ha escuchado con frecuencia que la economía mundial no crecerá y en general ésta se acerca a un período de recesión, la cual sin duda registrará condiciones desastrosas para las condiciones de vida de la población, ya que el desempleo se incrementa, la actividad industrial decrece o bien se deja de hacer uso de ella; en algunos casos se llega a registrar alza en los precios; el PIB decrece; caída de la demanda, en general prevalecen condiciones adversas al bienestar de las personas, por lo que el nivel de pobreza tiende a aumentar.

Para algunas agencias internacionales, la recesión que se espera derivado de la contracción económica producida por la situación de salud pública que prevalece a nivel mundial, se cree que sea mayor a la presentada en 1929, que fue una crisis de sobreproducción misma que afectó a la economía mundial con grandes niveles de desempleo y cierre de empresas.

Sin embargo, como lo plantearía K. Marx al inicio de su obra El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, al afirmar que la historia se repite dos veces, la primera como una tragedia y la segunda como una farsa.

En este sentido, la tragedia que se vivió en 1929- 1936, fue el gran debacle del liberalismo económico planteado años atrás por A. Smith, ya que se colapsaba manifestándose con gran quiebre de empresas y desde luego de desempleo y pérdida de la calidad de vida, de ahí la gran farsa de las reformas estructurales contemporáneas de pensar que el mercado por sí mismo lo resuelve todo, planteamiento completamente falso, es necesaria su regulación; al menos en la crisis de 1929-1933 apareció J. M. Keynes, y su propuesta económica en la que refuta directamente a los clásicos de la economía, afirmando que el gobierno debería intervenir en el corto plazo, una propuesta no solo novedosa para la época sino hasta revolucionaria, ya que rompía con el paradigma económico que había imperado en los últimos doscientos años, ahora, si en esa etapa de recesión de principios del siglo XX llegó Keynes e innovó con su propuesta para salir del atolladero, la pregunta ahora está en el aire, quién y con qué propuesta novedosa puede intervenir para salir de la recesión que se avecina.

Realmente la historia da sentido al presente y permite vislumbrar el futuro, de ahí la importancia de tener claros los antecedentes de todos los fenómenos sean estos económicos, políticos o sociales, siempre es necesario conocer cómo interactúan los actores que le dan sentido al devenir social, de ahí que el estudio de los antecedentes de los fenómenos nos permite comprender con mayor claridad el por qué de las cosas e inclusive permite explicarnos en diversos aspectos la actuación de los actores que protagonizan los cambios.

Por ello, es fundamental explicar el presente con base en el pasado antes de exponerse en hacer predicciones del futuro, en este sentido la ciencia económica intenta hacer estimaciones o pronósticos del futuro considerando las bases de datos históricos, por ejemplo a qué nivel llegará el Producto Interno Bruto en el presente año; cómo se cotizará el precio del nuestra moneda respecto a otras, cuál será el comportamiento de la tasa de interés en el mercado; desde luego que dichas estimaciones sobre algunos indicadores que se prevé se presentarán en el futuro son importantes para la mayoría de los actores sociales y económicos, ya que de ello dependerá en cierta medida las condiciones en la que cada quien las pudiera enfrentar.

Derivado de lo anterior, la teoría de los ciclos económicos afirma que éstos no son idénticos tanto en lo que se refiere a su duración como a su intensidad; pero dichos movimientos y aconteceres que se presentan en cada uno de los contextos en este caso, economías nacionales o bien a nivel internacional, tales movimientos en su momento pueden parecer erráticos, y constituir una sucesión de momentos de tal suerte que se puede contar con mayor precisión las fases del ciclo económico, y de ahí las etapas y sus características en cada una de ellas, hoy comúnmente identificadas como: expansión o recuperación; auge; crisis y posteriormente recesión; en fechas recientes se ha escuchado con frecuencia que la economía mundial no crecerá y en general ésta se acerca a un período de recesión, la cual sin duda registrará condiciones desastrosas para las condiciones de vida de la población, ya que el desempleo se incrementa, la actividad industrial decrece o bien se deja de hacer uso de ella; en algunos casos se llega a registrar alza en los precios; el PIB decrece; caída de la demanda, en general prevalecen condiciones adversas al bienestar de las personas, por lo que el nivel de pobreza tiende a aumentar.

Para algunas agencias internacionales, la recesión que se espera derivado de la contracción económica producida por la situación de salud pública que prevalece a nivel mundial, se cree que sea mayor a la presentada en 1929, que fue una crisis de sobreproducción misma que afectó a la economía mundial con grandes niveles de desempleo y cierre de empresas.

Sin embargo, como lo plantearía K. Marx al inicio de su obra El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, al afirmar que la historia se repite dos veces, la primera como una tragedia y la segunda como una farsa.

En este sentido, la tragedia que se vivió en 1929- 1936, fue el gran debacle del liberalismo económico planteado años atrás por A. Smith, ya que se colapsaba manifestándose con gran quiebre de empresas y desde luego de desempleo y pérdida de la calidad de vida, de ahí la gran farsa de las reformas estructurales contemporáneas de pensar que el mercado por sí mismo lo resuelve todo, planteamiento completamente falso, es necesaria su regulación; al menos en la crisis de 1929-1933 apareció J. M. Keynes, y su propuesta económica en la que refuta directamente a los clásicos de la economía, afirmando que el gobierno debería intervenir en el corto plazo, una propuesta no solo novedosa para la época sino hasta revolucionaria, ya que rompía con el paradigma económico que había imperado en los últimos doscientos años, ahora, si en esa etapa de recesión de principios del siglo XX llegó Keynes e innovó con su propuesta para salir del atolladero, la pregunta ahora está en el aire, quién y con qué propuesta novedosa puede intervenir para salir de la recesión que se avecina.