/ jueves 4 de febrero de 2021

Economía y bienestar | La propuesta de la economía solidaria

Es frecuente que en la historia y doctrina económica no muestre algunos análisis interesantes entre los cambios que a lo largo del tiempo han ocurrido en los roles que juegan algunos actores tanto en lo económico como social.

De ahí lo planteado por Max Weber en su obra publicada a principios del siglo pasado denominada “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo”, en él, se cuestiona y analiza la forma de cómo algunas actividades económicas consideradas como despreciables y sus personajes que las realizaban, al paso del tiempo se volvieron tan honorables, haciendo alusión a las actividades comerciales, bancarias y otras similares que en el afán de hacer dinero fueron duramente sancionadas por su proclividad al lucro, a la ambición y a la avaricia; durante la Edad Media tales actividades fueron consideradas como vicios, el comercio se criticaba y solo se permitía a través de la aplicación del precio justo, es decir, que el comerciante aplicara el precio a sus productos con la intención de que este pudiera vivir con dignidad, la usura era más fuertemente castigada incluso con penas corporales.

La lógica del pensamiento imperante de la Edad Media se centraba en una vida de servicio en el que se exaltaba la búsqueda del honor y la gloria, cuya actividad económica fundamental era la agricultura.

Años más tarde, el Renacimiento y la Ilustración generaron un cambio importante en los roles de algunos actores, al explicar un nuevo orden donde no se requirió de un control central, es decir, de la libertad de los sujetos para poder actuar de acuerdo a sus intereses individuales, mediante la consecución de ellos se lograría un interés colectivo, de esta forma la filosofía de la economía moderna, se orientó a que la búsqueda del interés propio conduciría por sí mismo al beneficio de la sociedad, de este modo se elimina el problema moral asociado al lucro, la avaricia y la ambición, de tal manera que el problema moral tiene que ver más con el interés individual y el interés de la sociedad. Así este pensamiento asociado a Adam Smith, afirma que no existe ningún conflicto en el que todos en lo individual podamos movernos por nuestros propios intereses con una buena conciencia, al hacerlo beneficiamos a la sociedad en general, lo anterior dadas las condiciones de la no intervención de un actor central, es decir, el gobierno quien solo debe mediar las relaciones sociales de respeto entre los miembros de la sociedad, en lo económico el conflicto estaba resuelto, a través de la dinámica que los intereses individuales imprimieran a nivel social.

Si traemos este pensamiento a la época actual, es muy cuestionable, y nos da elementos para afirmar que los intereses individuales no inhiben por sí mismo la codicia y la avaricia, es más el egoísmo sigue siendo el eje rector de la economía de mercado, por ello hoy los niveles de pobreza y desigualdad son el resultado de un mecanismo económico en el que mientras no se regule tendremos que en una relación de intercambio, no hay un precio justo, por el contrario, siempre habrá alguien que gane y otro que no; a largo plazo tal lógica traerá desequilibrios que en su momento pudieran atentar contra la misma estabilidad social.

Ante tal situación emerge la denominada Economía Solidaria, como una alternativa para limitar el interés individual y fortalecer el colectivo, a fin de encontrar mejores condiciones en el proceso de generación de riqueza y su distribución, asimismo se le pone especial énfasis al aspecto ambiental, cultural y político, entre otros aspectos. Es muy factible que la Economía Solidaria se fortalezca de las ideas del capital social, cuyos valores se centran en la solidaridad, la reciprocidad y el apoyo mutuo. Es por ello que esta alternativa que se empieza a visibilizar en algunas comunidades puede propiciar un giro importante y una alternativa para algunas organizaciones no gubernamentales, cooperativas, asociaciones mutualistas entre otros, a fin de sembrar la semilla de una nueva forma de organización que permita trastocar lo más esencial de la sociedad predominante que es, el que todos nos movemos por nuestros intereses individuales y con ellos alcanzamos los colectivos. Lo más importante es que debe imperar a nivel social los intereses colectivos por arriba de los intereses individuales, con la sana conciencia de construir una sociedad más justa, equilibrada e inclusiva en la que converjan todos los intereses individuales.

Regeneración 19

Es frecuente que en la historia y doctrina económica no muestre algunos análisis interesantes entre los cambios que a lo largo del tiempo han ocurrido en los roles que juegan algunos actores tanto en lo económico como social.

De ahí lo planteado por Max Weber en su obra publicada a principios del siglo pasado denominada “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo”, en él, se cuestiona y analiza la forma de cómo algunas actividades económicas consideradas como despreciables y sus personajes que las realizaban, al paso del tiempo se volvieron tan honorables, haciendo alusión a las actividades comerciales, bancarias y otras similares que en el afán de hacer dinero fueron duramente sancionadas por su proclividad al lucro, a la ambición y a la avaricia; durante la Edad Media tales actividades fueron consideradas como vicios, el comercio se criticaba y solo se permitía a través de la aplicación del precio justo, es decir, que el comerciante aplicara el precio a sus productos con la intención de que este pudiera vivir con dignidad, la usura era más fuertemente castigada incluso con penas corporales.

La lógica del pensamiento imperante de la Edad Media se centraba en una vida de servicio en el que se exaltaba la búsqueda del honor y la gloria, cuya actividad económica fundamental era la agricultura.

Años más tarde, el Renacimiento y la Ilustración generaron un cambio importante en los roles de algunos actores, al explicar un nuevo orden donde no se requirió de un control central, es decir, de la libertad de los sujetos para poder actuar de acuerdo a sus intereses individuales, mediante la consecución de ellos se lograría un interés colectivo, de esta forma la filosofía de la economía moderna, se orientó a que la búsqueda del interés propio conduciría por sí mismo al beneficio de la sociedad, de este modo se elimina el problema moral asociado al lucro, la avaricia y la ambición, de tal manera que el problema moral tiene que ver más con el interés individual y el interés de la sociedad. Así este pensamiento asociado a Adam Smith, afirma que no existe ningún conflicto en el que todos en lo individual podamos movernos por nuestros propios intereses con una buena conciencia, al hacerlo beneficiamos a la sociedad en general, lo anterior dadas las condiciones de la no intervención de un actor central, es decir, el gobierno quien solo debe mediar las relaciones sociales de respeto entre los miembros de la sociedad, en lo económico el conflicto estaba resuelto, a través de la dinámica que los intereses individuales imprimieran a nivel social.

Si traemos este pensamiento a la época actual, es muy cuestionable, y nos da elementos para afirmar que los intereses individuales no inhiben por sí mismo la codicia y la avaricia, es más el egoísmo sigue siendo el eje rector de la economía de mercado, por ello hoy los niveles de pobreza y desigualdad son el resultado de un mecanismo económico en el que mientras no se regule tendremos que en una relación de intercambio, no hay un precio justo, por el contrario, siempre habrá alguien que gane y otro que no; a largo plazo tal lógica traerá desequilibrios que en su momento pudieran atentar contra la misma estabilidad social.

Ante tal situación emerge la denominada Economía Solidaria, como una alternativa para limitar el interés individual y fortalecer el colectivo, a fin de encontrar mejores condiciones en el proceso de generación de riqueza y su distribución, asimismo se le pone especial énfasis al aspecto ambiental, cultural y político, entre otros aspectos. Es muy factible que la Economía Solidaria se fortalezca de las ideas del capital social, cuyos valores se centran en la solidaridad, la reciprocidad y el apoyo mutuo. Es por ello que esta alternativa que se empieza a visibilizar en algunas comunidades puede propiciar un giro importante y una alternativa para algunas organizaciones no gubernamentales, cooperativas, asociaciones mutualistas entre otros, a fin de sembrar la semilla de una nueva forma de organización que permita trastocar lo más esencial de la sociedad predominante que es, el que todos nos movemos por nuestros intereses individuales y con ellos alcanzamos los colectivos. Lo más importante es que debe imperar a nivel social los intereses colectivos por arriba de los intereses individuales, con la sana conciencia de construir una sociedad más justa, equilibrada e inclusiva en la que converjan todos los intereses individuales.

Regeneración 19