/ sábado 6 de abril de 2019

Fariseos de la política

Mucho de la danza e incredulidad en que se debate la población obedece al desempeño de altos funcionarios que...

En lugar de cumplir con su tarea en bien del país y sus habitantes, se dedicaron a hablar y llenar los bolsillos, dentro de una flagrante y total impunidad. Es por esto que un sector del pueblo tiene predilección evidente por el no creer. Hay gente que duda que el señalado como asesino material de Luis Donaldo Colosio esté actualmente en prisión. La leyenda urbana dice que hay personas que aseguran haber visto a Mario Aburto libre y paseando por ciudades de nuestro país, gastando dinero como rey. La gente tampoco cree en la posibilidad de que las aeronaves puedan siniestrarse, y mucho menos aquellos en los que regularmente se trasladan políticos y otras personalidades, aun cuando las estadísticas nos dicen que todos los años se producen decenas de percances, con la pérdida de vidas humanas y bienes materiales.

También se duda de la estrategia del Gobierno federal para mejorar la educación básica; se rumora por motivos ignaros o de ideología que continuará aquello que condena a todos los mexicanos a sufrir “las oscurantistas vendas de la ignorancia”. Ante ello, el único antídoto para la ola de incredulidad es que el Presidente de la República hable con honestidad en todos y cada uno de los días de su mandato constitucional; aclare las dudas, y cultive la credibilidad suficiente que le permita detener a tiempo los rumores y señalamientos públicos de mala fe que tanto daño le hacen al país, pero que tienen origen en la costumbre de políticos mexicanos de decir una cosa y hacer otra, o como en el caso de los fariseos que lanzan la piedra y esconden la mano.

Lector, y como una cosa lleva a otra, quiero decirle que en comunidades del estado de Guerrero y otras regiones de nuestro país se llevaba a cabo el trueque de niñas por guajolotes. Esta costumbre bárbara e inhumana que debe ser desterrada, porque además es una forma de violencia que resulta devastadora para el tejido social, nació de la creencia de algunos campesinos al considerar a las mujeres solo una boca más que alimentar, y a los dieciséis años las cambiaban por algo “más útil”. Esta política del trueque es una autentica vergüenza, sin duda, pero en cierto modo es la que se llevó a cabo por muchos años, sin piedad ni misericordia, en perjuicio de grandes sectores de la población desprotegida durante la sequía del neoliberalismo económico desbocado, que ojalá pronto termine por completo. Una idea es que el trueque ahora sea en provecho del país, esto es, aplicarse a favor del respeto que la gente perdió en las instituciones. Es necesario recordar los sexenios en los que se registraron precios del barril de petróleo por encima de sesenta dólares la unidad, y pese a ello se generaron condiciones de pobreza extrema. Sexenios en los que a pocos se les dio mucho y a muchos…poco o nada. Sexenios en los que se presumió de estabilidad macroeconómica y desarrollo, pero que terminaron con millones de connacionales siendo expatriados al vecino país del norte en calidad de indocumentados. Sexenios en los que se dijo una cosa y se hizo lo diametralmente opuesto.

Ahora es tiempo de que el trueque sea en favor de la mayoría de los mexicanos.

NOTA DEL DÍA — Parece estar claro que la intención de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, de cerrar la frontera con Mexico, es una estrategia del empresario neoyorquino para reelegirse un segundo mandato en la Casa Blanca. Pero esto no esconde la mentalidad que prevalece “del otro lado”, que no hace diferencia entre los migrantes económicos respetuosos de la ley, pero que quieren una mejoria pecunaria, y los extranjeros indocumentados que han cometido crímenes mayores o cuyo expediente criminal es de alguna manera importante.

Ahora es tiempo de que el trueque sea en favor de la mayoría de los mexicanos

Mucho de la danza e incredulidad en que se debate la población obedece al desempeño de altos funcionarios que...

En lugar de cumplir con su tarea en bien del país y sus habitantes, se dedicaron a hablar y llenar los bolsillos, dentro de una flagrante y total impunidad. Es por esto que un sector del pueblo tiene predilección evidente por el no creer. Hay gente que duda que el señalado como asesino material de Luis Donaldo Colosio esté actualmente en prisión. La leyenda urbana dice que hay personas que aseguran haber visto a Mario Aburto libre y paseando por ciudades de nuestro país, gastando dinero como rey. La gente tampoco cree en la posibilidad de que las aeronaves puedan siniestrarse, y mucho menos aquellos en los que regularmente se trasladan políticos y otras personalidades, aun cuando las estadísticas nos dicen que todos los años se producen decenas de percances, con la pérdida de vidas humanas y bienes materiales.

También se duda de la estrategia del Gobierno federal para mejorar la educación básica; se rumora por motivos ignaros o de ideología que continuará aquello que condena a todos los mexicanos a sufrir “las oscurantistas vendas de la ignorancia”. Ante ello, el único antídoto para la ola de incredulidad es que el Presidente de la República hable con honestidad en todos y cada uno de los días de su mandato constitucional; aclare las dudas, y cultive la credibilidad suficiente que le permita detener a tiempo los rumores y señalamientos públicos de mala fe que tanto daño le hacen al país, pero que tienen origen en la costumbre de políticos mexicanos de decir una cosa y hacer otra, o como en el caso de los fariseos que lanzan la piedra y esconden la mano.

Lector, y como una cosa lleva a otra, quiero decirle que en comunidades del estado de Guerrero y otras regiones de nuestro país se llevaba a cabo el trueque de niñas por guajolotes. Esta costumbre bárbara e inhumana que debe ser desterrada, porque además es una forma de violencia que resulta devastadora para el tejido social, nació de la creencia de algunos campesinos al considerar a las mujeres solo una boca más que alimentar, y a los dieciséis años las cambiaban por algo “más útil”. Esta política del trueque es una autentica vergüenza, sin duda, pero en cierto modo es la que se llevó a cabo por muchos años, sin piedad ni misericordia, en perjuicio de grandes sectores de la población desprotegida durante la sequía del neoliberalismo económico desbocado, que ojalá pronto termine por completo. Una idea es que el trueque ahora sea en provecho del país, esto es, aplicarse a favor del respeto que la gente perdió en las instituciones. Es necesario recordar los sexenios en los que se registraron precios del barril de petróleo por encima de sesenta dólares la unidad, y pese a ello se generaron condiciones de pobreza extrema. Sexenios en los que a pocos se les dio mucho y a muchos…poco o nada. Sexenios en los que se presumió de estabilidad macroeconómica y desarrollo, pero que terminaron con millones de connacionales siendo expatriados al vecino país del norte en calidad de indocumentados. Sexenios en los que se dijo una cosa y se hizo lo diametralmente opuesto.

Ahora es tiempo de que el trueque sea en favor de la mayoría de los mexicanos.

NOTA DEL DÍA — Parece estar claro que la intención de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, de cerrar la frontera con Mexico, es una estrategia del empresario neoyorquino para reelegirse un segundo mandato en la Casa Blanca. Pero esto no esconde la mentalidad que prevalece “del otro lado”, que no hace diferencia entre los migrantes económicos respetuosos de la ley, pero que quieren una mejoria pecunaria, y los extranjeros indocumentados que han cometido crímenes mayores o cuyo expediente criminal es de alguna manera importante.

Ahora es tiempo de que el trueque sea en favor de la mayoría de los mexicanos