Está en el aire. Barrunta ya el momento de la cita.
Reservaciones listas en restaurantes, anticipos y apartados en joyerías, florerías enfriando pétalos, plásticos heridos por dardos envenenados por criminales meses sin intereses.
Poetas aficionados ensayan rimas descuadradas, pero llenas de nobles intenciones hacia a amados seres que de forma por demás correspondida hacen dietas restrictivas que más bien parecen menús de correccional de tercer mundo, con el afán de lucir mejores figuras en el atuendo designado para la gran noche.
Grandes músicos empiezan a recibir los beneficios en efectivo que anticipados amantes hacen al agendar el corazón por cinco piezas de cariño que serán flechas sincopadas de cupido al pie de algún balcón.
Creativos del romanticismo están ya revisando las fotografías con las que inundarán las redes sociales, con obras de literarios hilvanes que irán desde narrativas amieladas con textos que evocarán aquel momento “desde el día que te vi” hasta breves pero sustanciosas líneas con dulces pensamientos de amores eternos, noviazgos benditos, complicidades afectivas y las modernas vueltas al astro rey pero hoy vestidas de corazones febriles y besos piratas.
Las tiendas empiezan a vender más paquetes de post it, esas pequeñas hojas de papel multicolor autoadhesivo que serán pegadas por decenas en los “autos del amor” no sin antes haber sido cuidadosamente tatuadas con mensajes cariñosos como, “eres el mejor”, “nadie como tú”, “te amo BB”, que llegaran directo a la médula del enamorad@, después de la romántica sorpresa de salir y ver su vehículo ataviado con su disfraz de confeti de piñata.
Jóvenes ilusionados que ya preparan aún después de penosos viacrucis de abonos y robos hormigas a los padres, verdaderos montajes escenográficos con cartulinas, fotografía impresas, globos de corazón, enormes peluches más grandes en casos incluso que el ser amado blanco de dicho espectáculo, coreografías ejecutadas por amigos y en tristes casos incluido el riesgo del rechazo a causa de lo Intempestivo del sentimiento en curso.
“Amantes bandidos”, como cantara el panameño Luis González, que ya preparan algunos mágicos trucos propios de grandes del escapismo, para un día antes o uno después e incluso algunos más valerosos y experimentados del arte extremo del engaño, la mentira y la patraña, la misma venturosa fecha, verdaderos culebrones auxiliados por amigos, mecánicos, abogados y otros genios del arte escénico para lograr ausentarse del hogar y poder realizar con el blanco de sus eróticos instintos, revolcados bacanales en la oscura intimidad de algún nicho temporal adquirido para tal ritual sagrado de la carismática fecha.
Conservadores del sentimiento, que únicamente dirán alguna línea en facebook dedicada a la pareja y otros que en su caso adquirirán “de carrerita” a la pasada por alguna tienda de conveniencia una florcita de anormal tono amarillo o melón de alguna especie silvestre alterada genéticamente en laboratorio, la cual flanqueada con nube y un poquito de follaje “ será la bala de plata que figuradamente penetrara el corazón amado y escribirán en la tarjeta un mensaje como “siempre tuyo” que no por breve y cursi no será valorado por la pareja.
Otras sofisticadas expresiones como el erudito, sapiencial gurú, propietario de la verdad que en védico formato de monásticos arreboles publicará verdaderos ensayos filosóficos en los cuales le hará saber al mundo, a sus paleros seguidores y por supuesto al ser que es razón y fundamento de su intelectual pero aun emocionado sentimiento, que no es necesario ningún día del amor para decirle cuan feliz es por estar a su lado y beberse a diario el aire que respira, que sin su presencia no sería más que un oficioso pero triste y solitario monje del saber y que para él todos los días son del amor y poco se le hace el año para demostrarlo.
Así como estas muchas otras fórmulas harán su aparición de forma física, virtual, digital, extravagante, financieramente inalcanzables, orgánicas, naturistas, molecularmente alteradas, algunas únicas, irrepetibles y emocionalmente inolvidables, otras chafas, económicas, desafinadas, región cuatro, clones y piratas, pero todas absolutamente todas con la única intención de elevar al monstruo, ese demonio multiforme capaz de poner al universo de cabeza.
Con sus miles de caras, sus ilimitadas opciones, sus mezclas físicas, emocionales, psicológicas y espirituales.
Sus recovecos neuronales, sus sustancias, secreciones, fantasías y verdades, prosas, versos, imágenes, alegrías, penas, sinsabores, abrazos, sueños en apariencia interminables y borracheras cantadas en todos los idiomas cuando se marcha.
Todo por él, por ese alguien o algo, que en realidad no conocemos.
Todo por el amor.
Escribeme.
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