Antes de la pandemia la humanidad ya se enfrentaba a severos retos que se han agravado. Pero ahora, el principal reto es ver cómo las sociedades del mundo pueden reinventarse a partir de la crisis.
La pobreza, la desigualdad y el desgaste medioambiental son temas que desde hace décadas han ocupado un lugar significativo en las agendas de los gobiernos a nivel mundial. La pandemia hizo más visibles dichos temas puesto que incrementó el número de personas que viven en pobreza extrema y la brecha del poder adquisitivo aumentó de forma dramática.
En este marco, la cooperación ha sido siempre un tema indispensable para lidiar con los grandes fenómenos que aquejan a la humanidad, pero hoy es una condición sin la cual nuestras comunidades no podrán prosperar.
Hoy podemos observar la pandemia desde distintas aristas, pero no podemos dejar pasar de vista la exigencia de colaboración que quedó manifiesta ante las necesidades de una sociedad colapsada por el Covid-19.
Dicho en otros términos, la pandemia nos recordó lo importante y lo necesario que es la ayuda y la confianza entre unos y otros. Recuperar la confianza, sumar voluntades y darle cohesión a los esfuerzos de actores gubernamentales y no gubernamentales.
Las exigencias de la sociedad son mayores a la capacidad de la oferta de bienes públicos, lo que implica que la participación de los diversos actores es indispensable para gestionar el desarrollo. Por su cuenta, los diversos actores necesitan conjugar sus esfuerzos en proyectos concretos porque de forma aislada los esfuerzos son insuficientes.
Los diversos estudios sobre desarrollo y bienestar sostenible señalan la ineludible necesidad de cooperación y para que esta pueda suscitarse se requiere fortalecer los lazos de confianza y esto será posible solamente si alineamos la visión de una sociedad mejor, más justa y próspera para nosotros y las futuras generaciones.
Nadie puede negar el infinito potencial de nuestra tierra, el talento y corazón de la gente que conforma nuestra región, pero impulsar esta región hacia la vía del desarrollo exige la disposición de todas las personas, todos los actores y todas las instituciones pero, en esencia, se requiere la disposición para la cooperación por el bien de la sociedad.
Pensar que una sociedad mejor es posible y que juntos podemos construirla es un primer paso hacia un mejor porvenir. En otros tiempos, las dificultades propias del contexto económico político y social empañaron la posibilidad de que nuestro país pudiera evolucionar y pese a todo, México ha alcanzado grados importantes de gobernabilidad, institucionalidad y desarrollo.
Nuestra sociedad puede ser mejor si trabajamos juntos para construir el México que merecemos, un México más unido, más próspero y democrático.
Dicho en otros términos, la pandemia nos recordó lo importante y lo necesario que es la ayuda y la confianza entre unos y otros.
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