/ sábado 6 de noviembre de 2021

Gryita.com, Fylosofía en expresión | Ciberacoso escolar

Aún recuerdo el asombro de la directora de la escuela cuando acudí a la cita que solicité para hablar sobre el bullying que estaba viviendo mi hija de 7 años por parte de algunas pequeñas de su salón de clases.

“Entiendo que usted viene muy molesto por lo que está sucediendo con su hija”, me dijo, “comprendemos que está usted muy preocupado por ella”.

Discúlpeme directora, contesté, la verdad estoy más preocupado por la escuela y por las niñas agresoras que por mi hija, mire, por mi profesión y mi trabajo atendiendo personas a través de la Filosofía práctica he descubierto que las víctimas casi siempre son más saludables mentalmente y tienen más posibilidades de lograr una vida estable que los agresores, esas pequeñas necesitan atención de sus padres y profesional, además de que la escuela requiere protocolos para impedir que más menores sufran de esta forma, mi hija simplemente irá a otra escuela y le daremos la atención debida y de vida.

Como cada primer jueves del mes de noviembre desde hace un par de años se celebró el Día Internacional contra la violencia y el acoso en la escuela, incluido el ciberacoso, siendo éste un llamado de la UNESCO a reconocer que la violencia escolar en todas sus formas atenta a los derechos de los niños, los adolescentes, la salud y el bienestar.

Está claro que la violencia hacia los jóvenes no está concentrada únicamente en el ámbito escolar, pero considero que es primordial que las instituciones dedicadas a la formación académica presten especial atención no solo al cuidado de las estructuras que impidan estos sucesos, sino también a formar consciencias que permitan a los jóvenes navegar lo más pacíficamente en el mar electrónico, de manera que sepan cómo deben conducirse sin dañar a los demás, pero también afrontar, reconocer los riesgos, cuidar su vida y las de los otros, además de saber cómo y cuándo hacer una denuncia a la autoridad que corresponda.

Los números de este fenómeno de agresión juvenil han aumentado de forma alarmante durante la pandemia, lo cual no debiera sorprendernos ya que la más alta concentración de jóvenes estudiantes en la actualidad ocurre a través de los dispositivos electrónicos y las redes sociales, que si bien se han convertido en el medio por el cual estos pueden accesar a los diferentes niveles educativos, también les generan un alto riesgo a causa de la elevada exposición.

No debemos olvidar que antes de la pandemia las estadísticas de bullying y acoso escolar en el mundo entero eran muy altas y en el caso de México ocupábamos un vergonzoso primer lugar.

El ciberacoso y la violencia en línea, afectan la salud mental, el rendimiento escolar y por supuesto la calidad de vida de los alumnos, no siendo estos daños menores ya que violentan tres derechos fundamentales de los niños y de los seres humanos en general, la salud, la vida y la educación.

Tampoco debemos dejar de lado que este tipo de fenómenos son expansivos afectando todo el entorno de los involucrados, sus compañeros, padres de familia y por supuesto el personal de los planteles educativos, quienes dejan en entredicho su prestigio y en casos por no saber cómo actuar, falta de sentido común o negligencia pudieran perder sus empleos o tener repercusiones legales, sobre todo en esos casos en que el acoso se convierte en tragedia.

Por otro lado aunque está claro que algunos menores son víctimas y otros agresores, sin contar casos en que se trata de adultos en estos últimos, ambas partes y al final todas requieren atención y auxilio mental emocional, porque sabemos que un agresor se gesta en un sistema y recibe la información de tal conducta en el hogar primordialmente.

Los menores están siendo atacados también en línea, pero no solo por el agresor, menor o adulto, sino por un mundo enfermo que empieza a dejar de distinguir entre lo que sirve y lo que no, cuidemos los unos de los otros.

Escríbeme:

  • gryitafuerte@gmail.com

Aún recuerdo el asombro de la directora de la escuela cuando acudí a la cita que solicité para hablar sobre el bullying que estaba viviendo mi hija de 7 años por parte de algunas pequeñas de su salón de clases.

“Entiendo que usted viene muy molesto por lo que está sucediendo con su hija”, me dijo, “comprendemos que está usted muy preocupado por ella”.

Discúlpeme directora, contesté, la verdad estoy más preocupado por la escuela y por las niñas agresoras que por mi hija, mire, por mi profesión y mi trabajo atendiendo personas a través de la Filosofía práctica he descubierto que las víctimas casi siempre son más saludables mentalmente y tienen más posibilidades de lograr una vida estable que los agresores, esas pequeñas necesitan atención de sus padres y profesional, además de que la escuela requiere protocolos para impedir que más menores sufran de esta forma, mi hija simplemente irá a otra escuela y le daremos la atención debida y de vida.

Como cada primer jueves del mes de noviembre desde hace un par de años se celebró el Día Internacional contra la violencia y el acoso en la escuela, incluido el ciberacoso, siendo éste un llamado de la UNESCO a reconocer que la violencia escolar en todas sus formas atenta a los derechos de los niños, los adolescentes, la salud y el bienestar.

Está claro que la violencia hacia los jóvenes no está concentrada únicamente en el ámbito escolar, pero considero que es primordial que las instituciones dedicadas a la formación académica presten especial atención no solo al cuidado de las estructuras que impidan estos sucesos, sino también a formar consciencias que permitan a los jóvenes navegar lo más pacíficamente en el mar electrónico, de manera que sepan cómo deben conducirse sin dañar a los demás, pero también afrontar, reconocer los riesgos, cuidar su vida y las de los otros, además de saber cómo y cuándo hacer una denuncia a la autoridad que corresponda.

Los números de este fenómeno de agresión juvenil han aumentado de forma alarmante durante la pandemia, lo cual no debiera sorprendernos ya que la más alta concentración de jóvenes estudiantes en la actualidad ocurre a través de los dispositivos electrónicos y las redes sociales, que si bien se han convertido en el medio por el cual estos pueden accesar a los diferentes niveles educativos, también les generan un alto riesgo a causa de la elevada exposición.

No debemos olvidar que antes de la pandemia las estadísticas de bullying y acoso escolar en el mundo entero eran muy altas y en el caso de México ocupábamos un vergonzoso primer lugar.

El ciberacoso y la violencia en línea, afectan la salud mental, el rendimiento escolar y por supuesto la calidad de vida de los alumnos, no siendo estos daños menores ya que violentan tres derechos fundamentales de los niños y de los seres humanos en general, la salud, la vida y la educación.

Tampoco debemos dejar de lado que este tipo de fenómenos son expansivos afectando todo el entorno de los involucrados, sus compañeros, padres de familia y por supuesto el personal de los planteles educativos, quienes dejan en entredicho su prestigio y en casos por no saber cómo actuar, falta de sentido común o negligencia pudieran perder sus empleos o tener repercusiones legales, sobre todo en esos casos en que el acoso se convierte en tragedia.

Por otro lado aunque está claro que algunos menores son víctimas y otros agresores, sin contar casos en que se trata de adultos en estos últimos, ambas partes y al final todas requieren atención y auxilio mental emocional, porque sabemos que un agresor se gesta en un sistema y recibe la información de tal conducta en el hogar primordialmente.

Los menores están siendo atacados también en línea, pero no solo por el agresor, menor o adulto, sino por un mundo enfermo que empieza a dejar de distinguir entre lo que sirve y lo que no, cuidemos los unos de los otros.

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