/ sábado 24 de octubre de 2020

Gryta.com, Fylosofía en expresión | Juancho

Puerto bendito siempre sui géneris, campeón y pionero.

Hay cosas que solo ocurren en Tampico.

Un ser humano acaba de ser abatido por un cocodrilo en la Laguna del Carpintero.

Las discusiones sobre si el hombre vulneró el hogar de la fiera, si el asesino es inocente, si somos los humanos quienes debemos hacer maletas y cambiar de domicilio para respetar el carácter originario de los reptiles no se han dejado esperar.

Parece ser que una de las teorías es que eran unos cuantos animales, no más de siete, y que éstos no llegaron al sitio que originalmente era su destino.

Otra, que son descendientes de los dinosaurios y que viven aquí desde la fundación del mundo.

El punto es que a lo largo del tiempo las historias de ataques a personas han aumentado.

Los han visto salir de los canales, cruzando calles en tiempos de lluvia, cerca de casas, lagunas, y afirman haber visto a alguno en la playa de Miramar.

Empezamos por darle un nombre de caricatura a una imponente bestia que salía a tomar el sol a tierra firme.

Se volvió habitual y una de las visitas obligadas como paseo turístico acudir en horarios específicos a tomar fotografías y disfrutar del imponente espectáculo de un ser con una anatomía medida en varios metros, un importante tonelaje y una dentadura capaz de acabar fácilmente con muchos seres vivos, además de un experto natural en el arte de la caza.

Hemos cometido actos de gran irresponsabilidad utilizando como única medida de resguardo algunas cercas metálicas y divertidos anuncios que advierten la presencia del monstruo.

Hacer Nauticopas en la Laguna arriesgando la vida de los corredores y el público asistente.

Establecer un parque de juegos infantiles, centro de vendedores ambulantes, venta de alimentos, artesanías, diversiones mecánicas, aparatos de ejercicio, pistas para correr, bancas y zonas de recreo en el hábitat de los saurios.

Alguna vez hubo lanchas con piso de cristal, otras pequeñas de pedales donde sin mediar riesgos se paseaban familias enteras.

Panecitos con la hermosa figura del animal.

Un mirador con un bonito busto del bravo vecino.

Muchos oímos historias de que en las noches se veían decenas de ojos brillantes y a algunos les parecía divertido y emocionante hacer de esto una salida.

Incluso el fenómeno atrajo al famoso cazador de cocodrilos Steve Robert Irwin quien hizo algunas recomendaciones y nosotros un mitote de su visita sin ningún beneficio.

Las preguntas son, ¿cómo es posible que a alguien se le haya ocurrido que era buena idea permitir la proliferación de un animal salvaje en el centro de la ciudad, en un lugar rodeado por asentamientos humanos y además convertirlo en parque y centro de espectáculos arriesgando así cada vez a más personas?

¿Ahora que el problema se ha salido de control resulta que están preocupados por cuidar de los animales?

Creo que cuidar la fauna es una obligación, pero que no está por encima de proteger al ser humano.

Que bastante buen atractivo turístico es tener una hermosa laguna en el centro de la ciudad como para necesitar sumarle la presencia de un reptil de estas cualidades.

Ahora, ciertamente quienes lo han permitido haciendo como que no ven, serán quienes cargarán en su conciencia el daño a animales y a la humanidad.

Tal vez es tiempo de aceptar que se cometió un error y atender el asunto con seriedad, buscando la opinión de profesionales que aporten soluciones prácticas y efectivas para evitar que esta especie continúe en la laguna y poder reconvertir este lugar en un sitio que además de cumplir con sus funciones naturales, pueda realmente servir como área de esparcimiento a familias tampiqueñas y turistas sin riesgos innecesarios, como “torear” a un depredador de esta magnitud, capaz de convertir paseos en tragedias.

No es posible imaginar que se logrará una coexistencia pacífica.

De los males el menor.

Punto para los humanos, pierde Juancho.

hey@gryita.com

fb: Gryita Fuerte

REGENERACIÓN 19

Puerto bendito siempre sui géneris, campeón y pionero.

Hay cosas que solo ocurren en Tampico.

Un ser humano acaba de ser abatido por un cocodrilo en la Laguna del Carpintero.

Las discusiones sobre si el hombre vulneró el hogar de la fiera, si el asesino es inocente, si somos los humanos quienes debemos hacer maletas y cambiar de domicilio para respetar el carácter originario de los reptiles no se han dejado esperar.

Parece ser que una de las teorías es que eran unos cuantos animales, no más de siete, y que éstos no llegaron al sitio que originalmente era su destino.

Otra, que son descendientes de los dinosaurios y que viven aquí desde la fundación del mundo.

El punto es que a lo largo del tiempo las historias de ataques a personas han aumentado.

Los han visto salir de los canales, cruzando calles en tiempos de lluvia, cerca de casas, lagunas, y afirman haber visto a alguno en la playa de Miramar.

Empezamos por darle un nombre de caricatura a una imponente bestia que salía a tomar el sol a tierra firme.

Se volvió habitual y una de las visitas obligadas como paseo turístico acudir en horarios específicos a tomar fotografías y disfrutar del imponente espectáculo de un ser con una anatomía medida en varios metros, un importante tonelaje y una dentadura capaz de acabar fácilmente con muchos seres vivos, además de un experto natural en el arte de la caza.

Hemos cometido actos de gran irresponsabilidad utilizando como única medida de resguardo algunas cercas metálicas y divertidos anuncios que advierten la presencia del monstruo.

Hacer Nauticopas en la Laguna arriesgando la vida de los corredores y el público asistente.

Establecer un parque de juegos infantiles, centro de vendedores ambulantes, venta de alimentos, artesanías, diversiones mecánicas, aparatos de ejercicio, pistas para correr, bancas y zonas de recreo en el hábitat de los saurios.

Alguna vez hubo lanchas con piso de cristal, otras pequeñas de pedales donde sin mediar riesgos se paseaban familias enteras.

Panecitos con la hermosa figura del animal.

Un mirador con un bonito busto del bravo vecino.

Muchos oímos historias de que en las noches se veían decenas de ojos brillantes y a algunos les parecía divertido y emocionante hacer de esto una salida.

Incluso el fenómeno atrajo al famoso cazador de cocodrilos Steve Robert Irwin quien hizo algunas recomendaciones y nosotros un mitote de su visita sin ningún beneficio.

Las preguntas son, ¿cómo es posible que a alguien se le haya ocurrido que era buena idea permitir la proliferación de un animal salvaje en el centro de la ciudad, en un lugar rodeado por asentamientos humanos y además convertirlo en parque y centro de espectáculos arriesgando así cada vez a más personas?

¿Ahora que el problema se ha salido de control resulta que están preocupados por cuidar de los animales?

Creo que cuidar la fauna es una obligación, pero que no está por encima de proteger al ser humano.

Que bastante buen atractivo turístico es tener una hermosa laguna en el centro de la ciudad como para necesitar sumarle la presencia de un reptil de estas cualidades.

Ahora, ciertamente quienes lo han permitido haciendo como que no ven, serán quienes cargarán en su conciencia el daño a animales y a la humanidad.

Tal vez es tiempo de aceptar que se cometió un error y atender el asunto con seriedad, buscando la opinión de profesionales que aporten soluciones prácticas y efectivas para evitar que esta especie continúe en la laguna y poder reconvertir este lugar en un sitio que además de cumplir con sus funciones naturales, pueda realmente servir como área de esparcimiento a familias tampiqueñas y turistas sin riesgos innecesarios, como “torear” a un depredador de esta magnitud, capaz de convertir paseos en tragedias.

No es posible imaginar que se logrará una coexistencia pacífica.

De los males el menor.

Punto para los humanos, pierde Juancho.

hey@gryita.com

fb: Gryita Fuerte

REGENERACIÓN 19