/ domingo 28 de enero de 2024

La gran borrachera

Los políticos sin distinción de partidos han convertido a nuestro país en una gigantesca cantina, en donde tiene lugar una gran borrachera con motivo del proceso electoral.

En ella, el cantinero sin dejo de culpa sirve a sus pobres parroquianos bebidas adulteradas, no importa que los consumidores queden ciegos, locos o muertos, lo que importa es la ganancia al menor costo y esfuerzo.

Porque así son muchas de las promesas políticas que los políticos en busca de un puesto de elección popular hacen en campaña, como dice el dicho, nadie promete más, como aquel que sabe que no va a cumplir, y en eso se parecen los políticos y los borrachos.

Que los políticos en campaña prometan cosas que saben no habrán de cumplir es una cosa, pero que prometan cosas que en el supuesto caso de que tuvieran la intención llevarlas a cabo resultan en perjuicio para la sociedad, solo por ganar notoriedad, es muy grave, habla de la decadencia del debate político, de las ideas políticas y de los políticos.

Tal es el caso, por ejemplo, del candidato a la presidencia de la República por el partido Movimiento Ciudadano, quien en días pasados ofreció a los simpatizantes “hacer que los delincuentes sientan el infierno en vida”, olvidando todo criterio racional de proporcionalidad en la aplicación de las penas y llevando a la sociedad por una senda de venganza y ley de la selva, aprovechando el estado de zozobra que viven los ciudadanos con el único propósito de maximizar su rendimiento electoral.

No es el único caso y tampoco el más grave, existen otras promesas de campaña que de punta a punta son sencillamente viles mentiras, pero el electorado saturado de fake news, intoxicado por el flujo incesante de imágenes y opiniones pagadas, no atina a distinguir la verdad de entre la densa espesura de la mentira y el cinismo desbocado.

Las promesas de campaña se ofrecen sugestivamente excitando el deseo y la necesidad de la gente, finalmente son cualidades que flanquean al sentido común, son la quinta columna de la razón.

Los candidatos a luz de las candilejas parecen más aptos, porque de noche, todos los gatos son pardos.

Es muy frecuente escuchar en boca de todos los políticos en campaña, promesas descabelladas y envilecedoras, no importa que lleven cuesta abajo al conjunto de la sociedad, lo que importa es ganar, porque como bien tienen aprendido, prometer no empobrece, lo que empobrece es cumplir.

Y es que, como bien sabía Thomas Hobbes, la razón de estado, esa lógica que domina las decisiones del poder, tiene su propia razón de ser, totalmente ajena a la de sus gobernados, e incluso se podría decir que está contrapuesta a la de aquellos, es por eso que le llamó Leviatán, como el gran monstruo marino.

A esa lógica del poder sucumben tiros y troyanos, y no existen sermones, ni golpes de pecho, ni ideología que los haga inmunes, quienes tiene el poder, hacen lo que sea por conservarlo, así tengan que andar sobre sus propios pasos y traicionarse, y quienes no lo tienen, están dispuestos a lo mismo, pero en sentido contrario. En esa medida, la verdad y la racionalidad son lujos que no pueden darse.

Pero a toda borrachera, siempre le viene su resaca (cruda), ya sea por la simple acción del tiempo que va poniendo las cosas en su lugar, a medida que los efectos etílicos van disminuyendo su presencia en la sangre, o en casos más graves de ingestión mediante una fuerte dosis de adrenalina como sería una crisis económica, sin embargo, esperemos que todos se porten bien y la fiesta termine en paz.

Sotelo27@me.com

Los políticos sin distinción de partidos han convertido a nuestro país en una gigantesca cantina, en donde tiene lugar una gran borrachera con motivo del proceso electoral.

En ella, el cantinero sin dejo de culpa sirve a sus pobres parroquianos bebidas adulteradas, no importa que los consumidores queden ciegos, locos o muertos, lo que importa es la ganancia al menor costo y esfuerzo.

Porque así son muchas de las promesas políticas que los políticos en busca de un puesto de elección popular hacen en campaña, como dice el dicho, nadie promete más, como aquel que sabe que no va a cumplir, y en eso se parecen los políticos y los borrachos.

Que los políticos en campaña prometan cosas que saben no habrán de cumplir es una cosa, pero que prometan cosas que en el supuesto caso de que tuvieran la intención llevarlas a cabo resultan en perjuicio para la sociedad, solo por ganar notoriedad, es muy grave, habla de la decadencia del debate político, de las ideas políticas y de los políticos.

Tal es el caso, por ejemplo, del candidato a la presidencia de la República por el partido Movimiento Ciudadano, quien en días pasados ofreció a los simpatizantes “hacer que los delincuentes sientan el infierno en vida”, olvidando todo criterio racional de proporcionalidad en la aplicación de las penas y llevando a la sociedad por una senda de venganza y ley de la selva, aprovechando el estado de zozobra que viven los ciudadanos con el único propósito de maximizar su rendimiento electoral.

No es el único caso y tampoco el más grave, existen otras promesas de campaña que de punta a punta son sencillamente viles mentiras, pero el electorado saturado de fake news, intoxicado por el flujo incesante de imágenes y opiniones pagadas, no atina a distinguir la verdad de entre la densa espesura de la mentira y el cinismo desbocado.

Las promesas de campaña se ofrecen sugestivamente excitando el deseo y la necesidad de la gente, finalmente son cualidades que flanquean al sentido común, son la quinta columna de la razón.

Los candidatos a luz de las candilejas parecen más aptos, porque de noche, todos los gatos son pardos.

Es muy frecuente escuchar en boca de todos los políticos en campaña, promesas descabelladas y envilecedoras, no importa que lleven cuesta abajo al conjunto de la sociedad, lo que importa es ganar, porque como bien tienen aprendido, prometer no empobrece, lo que empobrece es cumplir.

Y es que, como bien sabía Thomas Hobbes, la razón de estado, esa lógica que domina las decisiones del poder, tiene su propia razón de ser, totalmente ajena a la de sus gobernados, e incluso se podría decir que está contrapuesta a la de aquellos, es por eso que le llamó Leviatán, como el gran monstruo marino.

A esa lógica del poder sucumben tiros y troyanos, y no existen sermones, ni golpes de pecho, ni ideología que los haga inmunes, quienes tiene el poder, hacen lo que sea por conservarlo, así tengan que andar sobre sus propios pasos y traicionarse, y quienes no lo tienen, están dispuestos a lo mismo, pero en sentido contrario. En esa medida, la verdad y la racionalidad son lujos que no pueden darse.

Pero a toda borrachera, siempre le viene su resaca (cruda), ya sea por la simple acción del tiempo que va poniendo las cosas en su lugar, a medida que los efectos etílicos van disminuyendo su presencia en la sangre, o en casos más graves de ingestión mediante una fuerte dosis de adrenalina como sería una crisis económica, sin embargo, esperemos que todos se porten bien y la fiesta termine en paz.

Sotelo27@me.com