/ domingo 7 de abril de 2024

¡Hay que serenarse!

Como ya es común, nuestro país está viviendo cierta agitación, como consecuencia del proceso electoral en curso y ciertos reclamos sociales, algunos muy fundados y otros no tanto.

Lo que ya no es tan común, es la inclusión del componente chauvinista que empieza a volverse preocupante, por lo innecesario, irresponsable y explosivo que pueda resultar.

Porque es algo que muy bien nos ahorra, pero de a poco en más, pareciera estarse convirtiendo en la válvula de escape de agrios y viejos agravios, resentimientos y frustraciones nacionales, porque finalmente es eso, lo que alimenta en gran medida el sentimiento nacional, no solo en México, sino en todo el mundo.

Hace unas semanas, por ejemplo, se desató una disputa en la Ciudad de Mazatlán, Sinaloa, entre los músicos de bandas y los dueños de hoteles, en la que cada quien, sin reconocer el respeto al derecho ajeno que a cada uno le asiste, reclamaban el derecho a imponer su punto de vista sobre los demás.

Lo anterior derivó sin deberla, ni temerla, en la exigencia de expulsar del país a los turistas provenientes de los Estados Unidos. De igual forma sucede en algunas zonas de la Ciudad de México, no ya, por la música que se toca en las calles como en Mazatlán, sino como consecuencia del proceso de gentrificación que experimentó en los últimos años.

Por ejemplo, destaca por encima de otras, lo que sucede en la Colonia Condesa, llama la atención la cantidad de extranjeros que cuando menos transitan por sus calles, desconozco cuál sea el número exacto de aquellos que efectivamente habiten en esa Colonia, lo que es evidente, salvo prueba en contrario, es la mayor densidad de quienes hacen vida en ella, respecto a la Roma o Polanco.

Pues bien, este proceso de inmigración a nuestro país ha provocado cierto malestar en los habitantes de la CdMx, y con justa razón, hay que decirlo en honor a la verdad, porque se consume la infraestructura de la Ciudad, y se encarecen los precios de los hospedajes.

Incluso algunos más, atraviesan por un sentimiento de pérdida de la identidad nacional, en el hecho de que las salsas dispuestas en los puestos de tacos callejeros experimenten un descenso en la intensidad de su sabor y picor, debido a que los extranjeros no están acostumbrados y no les gustan, y por lo tanto, se ha tenido que ir modificando la cocina urbana al gusto del nuevo consumidor, que, por cierto, deja mucho dinero. Todo esto, ha empezado a engendrar un reclamo popular de expulsar a los extranjeros de la CDMX, cuando en realidad, ellos no son los responsables de los problemas que acarrea la gentrificación, sino que fueron las autoridades de la Ciudad, que en su momento alentaron el proceso, sin ninguna regulación de por medio que amortiguara los efectos negativos que ello entrañaba, solo recientemente de forma tarde y tibia, se aprobaron algunas disposiciones en materia de hospedaje.

Por último, el más reciente episodio de locura nacionalista fue con motivo del allanamiento de la embajada de México en Ecuador, que esperemos, se resuelva por las vías legales e instituciones internacionales, pero el mismo ha desatado una retahíla de expresiones absurdas e irresponsables.

Sabemos que el gorilazo, más allá de las intromisiones de nuestro presidente, fue producto de la decisión tomada por un junior al que hicieron presidente allá en Ecuador, pero aquí en México, tenemos un gobernador norteño muy parecido, que sueña con ser presidente.

El problema de fondo son las pasiones irracionales que desborda el nacionalismo y que solo sirven para convertir a la población en una masa manipulable por intereses inconfesables, por eso mejor, hay que serenarse.

Sotelo27@me.com

Como ya es común, nuestro país está viviendo cierta agitación, como consecuencia del proceso electoral en curso y ciertos reclamos sociales, algunos muy fundados y otros no tanto.

Lo que ya no es tan común, es la inclusión del componente chauvinista que empieza a volverse preocupante, por lo innecesario, irresponsable y explosivo que pueda resultar.

Porque es algo que muy bien nos ahorra, pero de a poco en más, pareciera estarse convirtiendo en la válvula de escape de agrios y viejos agravios, resentimientos y frustraciones nacionales, porque finalmente es eso, lo que alimenta en gran medida el sentimiento nacional, no solo en México, sino en todo el mundo.

Hace unas semanas, por ejemplo, se desató una disputa en la Ciudad de Mazatlán, Sinaloa, entre los músicos de bandas y los dueños de hoteles, en la que cada quien, sin reconocer el respeto al derecho ajeno que a cada uno le asiste, reclamaban el derecho a imponer su punto de vista sobre los demás.

Lo anterior derivó sin deberla, ni temerla, en la exigencia de expulsar del país a los turistas provenientes de los Estados Unidos. De igual forma sucede en algunas zonas de la Ciudad de México, no ya, por la música que se toca en las calles como en Mazatlán, sino como consecuencia del proceso de gentrificación que experimentó en los últimos años.

Por ejemplo, destaca por encima de otras, lo que sucede en la Colonia Condesa, llama la atención la cantidad de extranjeros que cuando menos transitan por sus calles, desconozco cuál sea el número exacto de aquellos que efectivamente habiten en esa Colonia, lo que es evidente, salvo prueba en contrario, es la mayor densidad de quienes hacen vida en ella, respecto a la Roma o Polanco.

Pues bien, este proceso de inmigración a nuestro país ha provocado cierto malestar en los habitantes de la CdMx, y con justa razón, hay que decirlo en honor a la verdad, porque se consume la infraestructura de la Ciudad, y se encarecen los precios de los hospedajes.

Incluso algunos más, atraviesan por un sentimiento de pérdida de la identidad nacional, en el hecho de que las salsas dispuestas en los puestos de tacos callejeros experimenten un descenso en la intensidad de su sabor y picor, debido a que los extranjeros no están acostumbrados y no les gustan, y por lo tanto, se ha tenido que ir modificando la cocina urbana al gusto del nuevo consumidor, que, por cierto, deja mucho dinero. Todo esto, ha empezado a engendrar un reclamo popular de expulsar a los extranjeros de la CDMX, cuando en realidad, ellos no son los responsables de los problemas que acarrea la gentrificación, sino que fueron las autoridades de la Ciudad, que en su momento alentaron el proceso, sin ninguna regulación de por medio que amortiguara los efectos negativos que ello entrañaba, solo recientemente de forma tarde y tibia, se aprobaron algunas disposiciones en materia de hospedaje.

Por último, el más reciente episodio de locura nacionalista fue con motivo del allanamiento de la embajada de México en Ecuador, que esperemos, se resuelva por las vías legales e instituciones internacionales, pero el mismo ha desatado una retahíla de expresiones absurdas e irresponsables.

Sabemos que el gorilazo, más allá de las intromisiones de nuestro presidente, fue producto de la decisión tomada por un junior al que hicieron presidente allá en Ecuador, pero aquí en México, tenemos un gobernador norteño muy parecido, que sueña con ser presidente.

El problema de fondo son las pasiones irracionales que desborda el nacionalismo y que solo sirven para convertir a la población en una masa manipulable por intereses inconfesables, por eso mejor, hay que serenarse.

Sotelo27@me.com