/ miércoles 4 de abril de 2018

Moderno Prometeo

No espanta demasiado la noción del moderno Prometeo que la escritora Mary Shelley creó en el siglo diecinueve..

Encarnado por Victor Frankenstein, un estudiante de medicina de Londres, Inglaterra, quien junta huesos de cadáveres para crear un nuevo esqueleto.

Dentro de poco, el tronco de un individuo podrá integrarse de un corazón, hígado, riñones, brazos, piel, obtenidos de un trasplante. Será lo mismo que poner una pieza de repuesto a un carro. Pero ahora mismo existe algo aterrador, la posibilidad de clonar seres humanos.

La regla inmutable del campo científico es “lo que puede hacerse, debe de hacerse”. No obstante ¿es deseable clonar seres humanos? ¿Es correcto tener nuestro clon (bajo supervisión médica), y convertirlo en depósito de repuestos? De lo anteriormente aseverado se desgrana otra duda ¿Quiénes deciden a quién clonar y a quién no? En los años setenta se exhibió un filme titulado Los Niños de Brasil en el que se narra la clonación múltiple de un dictador con objeto de dominar al planeta.

Y aunque la tesis del largometraje es irreal, puesto que ningún tirano, creo, siente deseos de compartir su gran poder absolutamente con nadie, ni siquiera con su clon, en esencia no es posible desestimar el gran número de repercusiones de carácter ético y moral que posee la clonación. Hay quienes demandan una moratoria ya que individuos o grupos podrían emplearla con fines perversos. Por poner un ejemplo, el secuestro de carácter genético sería una nueva forma de delito, clonar seres humanos (o sus órganos), sin consentimiento del donante; bastaría el hurto de un mechón de pelo para obtener su copia fie

No espanta demasiado la noción del moderno Prometeo que la escritora Mary Shelley creó en el siglo diecinueve..

Encarnado por Victor Frankenstein, un estudiante de medicina de Londres, Inglaterra, quien junta huesos de cadáveres para crear un nuevo esqueleto.

Dentro de poco, el tronco de un individuo podrá integrarse de un corazón, hígado, riñones, brazos, piel, obtenidos de un trasplante. Será lo mismo que poner una pieza de repuesto a un carro. Pero ahora mismo existe algo aterrador, la posibilidad de clonar seres humanos.

La regla inmutable del campo científico es “lo que puede hacerse, debe de hacerse”. No obstante ¿es deseable clonar seres humanos? ¿Es correcto tener nuestro clon (bajo supervisión médica), y convertirlo en depósito de repuestos? De lo anteriormente aseverado se desgrana otra duda ¿Quiénes deciden a quién clonar y a quién no? En los años setenta se exhibió un filme titulado Los Niños de Brasil en el que se narra la clonación múltiple de un dictador con objeto de dominar al planeta.

Y aunque la tesis del largometraje es irreal, puesto que ningún tirano, creo, siente deseos de compartir su gran poder absolutamente con nadie, ni siquiera con su clon, en esencia no es posible desestimar el gran número de repercusiones de carácter ético y moral que posee la clonación. Hay quienes demandan una moratoria ya que individuos o grupos podrían emplearla con fines perversos. Por poner un ejemplo, el secuestro de carácter genético sería una nueva forma de delito, clonar seres humanos (o sus órganos), sin consentimiento del donante; bastaría el hurto de un mechón de pelo para obtener su copia fie