/ domingo 31 de octubre de 2021

Contracultura neoliberal

En días pasados el presidente López Obrador señaló que el feminismo, el ecologismo, la defensa de los derechos humanos y la protección a los animales fueron creados por el neoliberalismo para que la gente no reparara en el hecho de que se estaba saqueando al mundo; sin embargo lo cierto es que estas corrientes políticas y sociales en su origen surgen como movimientos contraculturales a la hegemonía capitalista para la segunda mitad del siglo XX, y no son, como el Presidente sostuvo, creación del neoliberalismo, pero solo en esto se equivocó.

Estos movimientos contraculturales terminaron siendo fagocitados por el capitalismo neoliberal, y asumieron la lógica del mercado. Lo anterior fue posible con el paso de la modernidad a la era posmoderna.

En aquellos dominios donde se daba una disonancia cultural la posmodernidad engendraba diversos movimientos contraculturales, hippies, hipsters, yippis, etc., cuya fundamental diferencia con las vanguardias que les precedían derivaba en un talante radical en sus pretensiones de transformación, ya no buscaban reformar el sistema económico o institucional por dentro, sino socavar a la cultura en general la cual a su juicio era la causa del consumo masificado, la pérdida de identidad con el propósito de reprimir la libertad.

Con esto y al convertirse la posmodernidad en la lógica cultural del capitalismo, se constituyó a la postre en el roble a cuya vera florecería el neoliberalismo. El neoliberalismo contemporizó con la posmodernidad en los años 70, y en el espacio político de las revoluciones conservadoras en Inglaterra y los EE.UU. Siendo lo determinante para el neoliberalismo, que la posmodernidad erigió un clima cultural fragmentado pletórico de opciones políticas como un supermercado donde podría encontrarse un ismo para cada queja, en contrapartida se rechazaron los tópicos unívocos o clásicos de la izquierda como la lucha contra la desigualdad como correctamente señaló el Presidente.

A la desviación de los movimientos contraculturales opositores a la hegemonía capitalista paradójicamente también contribuyo el discurso de la nueva izquierda que, desencantada por los excesos del socialismo real, gravitó a otras áreas de la crítica social como el demasiado poder de las instituciones sociales y políticas que hasta entonces se consideraban inocuas y ajenas a la crítica tradicional de la izquierda centrada en el problema de la explotación y la riqueza.

Para Foucault la pregunta ya no giraba en torno a la redistribución de la riqueza. Para él el problema no era "lidiar con la producción y distribución sino con las relaciones de poder". La preocupación de Foucault y el de amplios sectores de la izquierda se enderezó contra el poder y los medios represivos dispersos a través de todas las instituciones políticas y sociales, los Estados de corte socialista encarnaban, para Foucault, el paradigma de la represión, por lo tanto, todo el programa de la izquierda anterior a la Segunda Guerra Mundial fue visto con recelo.

Ello implicó una crítica feroz a todos los programas de seguridad social no asistenciales, ya que a su decir, estos no eran más que las correas de transmisión de un sistema de suyo represivo.

Con esto, iniciaría el declive de la filosofía igualitaria de la seguridad social dentro de la posmodernidad, en favor de una lucha retórica contra la "pobreza" bastante más orientada al libre mercado. En otras palabras, y por más sorprendente que parezca, la lucha contra la pobreza, lejos de limitar los efectos de los programas neoliberales, en realidad ha militado por su hegemonía política.

Se trató menos de una lucha en contra del poder "como un agente de explotación económica", y más sobre las luchas contra el poder cotidiano, encarnadas especialmente en movimientos con el feminismo, el ecologismo, los movimientos estudiantiles, las luchas por las prisiones, o aquellas de los indocumentados.

"Combatir la pobreza de ese modo permite la inclusión de cuestiones sociales en la agenda política sin tener que pelear en contra de la desigualdad y los mecanismos estructurales que la producen". Daniel Zamora, Michel Foucault, Neoliberalism and the Failures of the Left.

Hoy sabemos, por la experiencia, que las formulaciones de cambio contraculturales no solo fueron infructíferas, sino que se asimilaron al sistema porque compartían nociones con el Mercado, y que el tiempo pasado fue, hasta cierto punto, tiempo perdido, porque la desigualdad ha vuelto a campear a lo largo y ancho del planeta y las herramientas intelectuales producidas por la posmodernidad, pese a su disección a detalle de la realidad, resultan insuficientes para resolver y superar los problemas que nos aquejan como humanidad.

Regeneración

En días pasados el presidente López Obrador señaló que el feminismo, el ecologismo, la defensa de los derechos humanos y la protección a los animales fueron creados por el neoliberalismo para que la gente no reparara en el hecho de que se estaba saqueando al mundo; sin embargo lo cierto es que estas corrientes políticas y sociales en su origen surgen como movimientos contraculturales a la hegemonía capitalista para la segunda mitad del siglo XX, y no son, como el Presidente sostuvo, creación del neoliberalismo, pero solo en esto se equivocó.

Estos movimientos contraculturales terminaron siendo fagocitados por el capitalismo neoliberal, y asumieron la lógica del mercado. Lo anterior fue posible con el paso de la modernidad a la era posmoderna.

En aquellos dominios donde se daba una disonancia cultural la posmodernidad engendraba diversos movimientos contraculturales, hippies, hipsters, yippis, etc., cuya fundamental diferencia con las vanguardias que les precedían derivaba en un talante radical en sus pretensiones de transformación, ya no buscaban reformar el sistema económico o institucional por dentro, sino socavar a la cultura en general la cual a su juicio era la causa del consumo masificado, la pérdida de identidad con el propósito de reprimir la libertad.

Con esto y al convertirse la posmodernidad en la lógica cultural del capitalismo, se constituyó a la postre en el roble a cuya vera florecería el neoliberalismo. El neoliberalismo contemporizó con la posmodernidad en los años 70, y en el espacio político de las revoluciones conservadoras en Inglaterra y los EE.UU. Siendo lo determinante para el neoliberalismo, que la posmodernidad erigió un clima cultural fragmentado pletórico de opciones políticas como un supermercado donde podría encontrarse un ismo para cada queja, en contrapartida se rechazaron los tópicos unívocos o clásicos de la izquierda como la lucha contra la desigualdad como correctamente señaló el Presidente.

A la desviación de los movimientos contraculturales opositores a la hegemonía capitalista paradójicamente también contribuyo el discurso de la nueva izquierda que, desencantada por los excesos del socialismo real, gravitó a otras áreas de la crítica social como el demasiado poder de las instituciones sociales y políticas que hasta entonces se consideraban inocuas y ajenas a la crítica tradicional de la izquierda centrada en el problema de la explotación y la riqueza.

Para Foucault la pregunta ya no giraba en torno a la redistribución de la riqueza. Para él el problema no era "lidiar con la producción y distribución sino con las relaciones de poder". La preocupación de Foucault y el de amplios sectores de la izquierda se enderezó contra el poder y los medios represivos dispersos a través de todas las instituciones políticas y sociales, los Estados de corte socialista encarnaban, para Foucault, el paradigma de la represión, por lo tanto, todo el programa de la izquierda anterior a la Segunda Guerra Mundial fue visto con recelo.

Ello implicó una crítica feroz a todos los programas de seguridad social no asistenciales, ya que a su decir, estos no eran más que las correas de transmisión de un sistema de suyo represivo.

Con esto, iniciaría el declive de la filosofía igualitaria de la seguridad social dentro de la posmodernidad, en favor de una lucha retórica contra la "pobreza" bastante más orientada al libre mercado. En otras palabras, y por más sorprendente que parezca, la lucha contra la pobreza, lejos de limitar los efectos de los programas neoliberales, en realidad ha militado por su hegemonía política.

Se trató menos de una lucha en contra del poder "como un agente de explotación económica", y más sobre las luchas contra el poder cotidiano, encarnadas especialmente en movimientos con el feminismo, el ecologismo, los movimientos estudiantiles, las luchas por las prisiones, o aquellas de los indocumentados.

"Combatir la pobreza de ese modo permite la inclusión de cuestiones sociales en la agenda política sin tener que pelear en contra de la desigualdad y los mecanismos estructurales que la producen". Daniel Zamora, Michel Foucault, Neoliberalism and the Failures of the Left.

Hoy sabemos, por la experiencia, que las formulaciones de cambio contraculturales no solo fueron infructíferas, sino que se asimilaron al sistema porque compartían nociones con el Mercado, y que el tiempo pasado fue, hasta cierto punto, tiempo perdido, porque la desigualdad ha vuelto a campear a lo largo y ancho del planeta y las herramientas intelectuales producidas por la posmodernidad, pese a su disección a detalle de la realidad, resultan insuficientes para resolver y superar los problemas que nos aquejan como humanidad.

Regeneración