/ domingo 29 de agosto de 2021

Covid-19: El insecticida humano

Mientras el mundo se ilusionaba con la posibilidad de regresar al estilo de vida prepandemia con la llegada de una gran variedad de vacunas contra el Covid-19, al mismo tiempo estas vanas esperanzas se desvanecían entre los informes sobre el surgimiento y propagación de las variantes Delta y Lambda aún más virulentas que el mismo virus original como consecuencia de una inusitada capacidad de mutación del que no se había tenido noticia en la historia de la humanidad, lo cual ha generad una gran cantidad de suspicacias acerca del verdadero origen del virus de Covid-19.

Hasta antes de la existencia del Covid-19, la humanidad solo había padecido de un retrovirus parecido con el VIH, pero a diferencia del Covid el VIH en todas las décadas que lleva desde su existencia jamás derivó en variantes más agresivas como consecuencia de su mutación, a lo sumo el VIH en caso de que un portador suspendiera los tratamientos retrovirales podía generar resistencia, que es una pequeña modificación del VIH, pero nunca una mutación entera que diera pie a un nuevo virus más agresivo.

Cuando menos esto último parece que estaría sucediendo con el Covid-19 y sus variantes Delta y Lambda acorde a la información que se ha hecho pública, es decir que el Covid-19 se comporta de una forma totalmente inusitada a como se ha comportado la naturaleza en lo últimos miles de años y curiosamente salvo algunas teorías de conspiración, pocos se han dado a la tarea de tratar de responder a la pregunta de ¿cómo es que es posible que esté sucediendo esto?, que coincidentemente al descubrimiento de diversas vacunas surgen versiones del mismo virus capaz de burlar a las vacunas.

Lo anterior recuerda el proceso de creación de ciertos insecticidas contra algunas plagas, ya que cuando estas últimas se hacen resistentes a la fórmula el Mercado lanza una versión mejorada a la que suelen denominar con los prefijos de Max, Ultra etc., cada uno más letal que el anterior.

Por su letalidad, su inusual capacidad de mutación y su heterogénea capacidad infecciosa el Covid-19 pareciera más que un virus de la naturaleza una creación humana del tipo de un insecticida que estará segando la vida de millones de seres humanos en los próximos años.

Aunque dadas las circunstancias la pregunta acerca de dónde vino el Covid-19, resulta menos importante que preguntarnos sobre lo que haremos en cuando menos los próximos 10 años para convivir con el virus y es que la percepción general es que falta poco para superar esta prueba y que muy pronto retornaremos al estilo de vida gregario prepandemia.

Del que grandes porciones de la población alberguen este tipo de ideas poco realistas sobre el fin de la pandemia son responsables las asfixiantes medidas de confinamiento social impuestas el año pasado originadas más por criterios de rendimiento político que de racionalidad científica, lo que se tradujo en la temeraria decisión de que es mejor correr el riesgo que volver a permanecer en cautiverio por largo tiempo.

Finalmente a pesar del confinamiento miles vieron perder la vida de amigos y familiares a consecuencia del Covid-19, por lo que para muchos lo drástico de las medidas de confinamiento social no se compaginan con el precio que ello implica.

Y es que tratar de salvar a la población llevándola al límite de la estrangulación es una solución poco atractiva y a la larga muy poco efectiva como estamos observando.

Se requiere mayor imaginación de las autoridades para ofrecer posibles soluciones que comprendan la posibilidad de poder llevar una vida en cierto grado funcional con el cuidado personal, el sistema de los cierres ante el alza de los contagios se ha revelado del todo ineficaz en el contexto de una pandemia prolongada como la que estamos viviendo, ante ello lo correcto sería el rediseño de rutinas, espacios y horarios como nunca había sucedido antes, creer que pausar la actividad es la mejor herramienta con la que se cuenta revela pereza y falta de comprensión sobre la naturaleza del problema que estamos enfrentando.

La sociedad y sus autoridades deben considerar si el modo de funcionar bajo el actual esquema y protocolos de sanidad resultará viable en un escenario de pandemia para los próximos 10 o 20 años, ya que esta es la realidad que estaremos viviendo.

Regeneración.

Mientras el mundo se ilusionaba con la posibilidad de regresar al estilo de vida prepandemia con la llegada de una gran variedad de vacunas contra el Covid-19, al mismo tiempo estas vanas esperanzas se desvanecían entre los informes sobre el surgimiento y propagación de las variantes Delta y Lambda aún más virulentas que el mismo virus original como consecuencia de una inusitada capacidad de mutación del que no se había tenido noticia en la historia de la humanidad, lo cual ha generad una gran cantidad de suspicacias acerca del verdadero origen del virus de Covid-19.

Hasta antes de la existencia del Covid-19, la humanidad solo había padecido de un retrovirus parecido con el VIH, pero a diferencia del Covid el VIH en todas las décadas que lleva desde su existencia jamás derivó en variantes más agresivas como consecuencia de su mutación, a lo sumo el VIH en caso de que un portador suspendiera los tratamientos retrovirales podía generar resistencia, que es una pequeña modificación del VIH, pero nunca una mutación entera que diera pie a un nuevo virus más agresivo.

Cuando menos esto último parece que estaría sucediendo con el Covid-19 y sus variantes Delta y Lambda acorde a la información que se ha hecho pública, es decir que el Covid-19 se comporta de una forma totalmente inusitada a como se ha comportado la naturaleza en lo últimos miles de años y curiosamente salvo algunas teorías de conspiración, pocos se han dado a la tarea de tratar de responder a la pregunta de ¿cómo es que es posible que esté sucediendo esto?, que coincidentemente al descubrimiento de diversas vacunas surgen versiones del mismo virus capaz de burlar a las vacunas.

Lo anterior recuerda el proceso de creación de ciertos insecticidas contra algunas plagas, ya que cuando estas últimas se hacen resistentes a la fórmula el Mercado lanza una versión mejorada a la que suelen denominar con los prefijos de Max, Ultra etc., cada uno más letal que el anterior.

Por su letalidad, su inusual capacidad de mutación y su heterogénea capacidad infecciosa el Covid-19 pareciera más que un virus de la naturaleza una creación humana del tipo de un insecticida que estará segando la vida de millones de seres humanos en los próximos años.

Aunque dadas las circunstancias la pregunta acerca de dónde vino el Covid-19, resulta menos importante que preguntarnos sobre lo que haremos en cuando menos los próximos 10 años para convivir con el virus y es que la percepción general es que falta poco para superar esta prueba y que muy pronto retornaremos al estilo de vida gregario prepandemia.

Del que grandes porciones de la población alberguen este tipo de ideas poco realistas sobre el fin de la pandemia son responsables las asfixiantes medidas de confinamiento social impuestas el año pasado originadas más por criterios de rendimiento político que de racionalidad científica, lo que se tradujo en la temeraria decisión de que es mejor correr el riesgo que volver a permanecer en cautiverio por largo tiempo.

Finalmente a pesar del confinamiento miles vieron perder la vida de amigos y familiares a consecuencia del Covid-19, por lo que para muchos lo drástico de las medidas de confinamiento social no se compaginan con el precio que ello implica.

Y es que tratar de salvar a la población llevándola al límite de la estrangulación es una solución poco atractiva y a la larga muy poco efectiva como estamos observando.

Se requiere mayor imaginación de las autoridades para ofrecer posibles soluciones que comprendan la posibilidad de poder llevar una vida en cierto grado funcional con el cuidado personal, el sistema de los cierres ante el alza de los contagios se ha revelado del todo ineficaz en el contexto de una pandemia prolongada como la que estamos viviendo, ante ello lo correcto sería el rediseño de rutinas, espacios y horarios como nunca había sucedido antes, creer que pausar la actividad es la mejor herramienta con la que se cuenta revela pereza y falta de comprensión sobre la naturaleza del problema que estamos enfrentando.

La sociedad y sus autoridades deben considerar si el modo de funcionar bajo el actual esquema y protocolos de sanidad resultará viable en un escenario de pandemia para los próximos 10 o 20 años, ya que esta es la realidad que estaremos viviendo.

Regeneración.