/ domingo 31 de diciembre de 2023

El arte de la manipulación

La política y la manipulación de las masas siempre han ido de la mano, mientras la persuasión exige operaciones cerebrales, la manipulación solo requiere estímulos emocionales para poner en marcha la voluntad, razón por la cual ha resuelto en un instrumento muy efectivo para tomar y mantener el poder.

Durante el siglo XX, los regímenes fascistas de Italia y Alemania fueron pioneros en el arte de la manipulación de las masas, haciendo en su día incluso innovaciones que perduran hasta nuestros días.

Pero si bien la manipulación suena a un acto perverso, también lo es que no hay manipulador sin objeto, es decir, sin un público dispuesto a ser manipulado, aunque nunca se verbalice de esta forma.

El manipulador que es exitoso sabe explotar los vacíos espirituales de su público o grupo de seguidores, el mayor desafío para el manipulador es identificar el tipo de deseos insatisfechos que hagan movilizar a las masas.

Por ejemplo, el líder fascista italiano Benito Mussolini empezó su actividad política dentro de las filas comunistas que se oponían a la guerra, pero posteriormente a la Primera Guerra Mundial supo identificar el tipo de amargura que aquejaba a los veteranos de la guerra y rápidamente cambió su posición respecto a la guerra, lo que posibilitó su ascenso al poder gracias al apoyo de sectores más identificados con la derecha.

Los manipuladores saben colmar los vacíos existenciales y emocionales de su gente, para ello se valen de narrativas que redimen al público, que les otorga un sentimiento de misión en la vida que les permite explicar la razón de ser en este mundo.

Los manipuladores también proveen de una sensación de destino, le indican a la gente cuál es el camino y cuál es la meta por más disparatado que sea, muchas veces el manipulado no quiere saber, solo quiere tener fe.

Un ejemplo de lo anterior sucedió durante el régimen nazi de Adolfo Hitler, quien les prometió a los desesperados ciudadanos de Alemania un Reich de mil años y el resarcimiento de todas las humillaciones infligidas por las potencias aliadas mediante el Tratado de Versalles.

Los manipulados no tienen que ser personas ignorantes y menesterosas, como dicta el prejuicio de muchos, son simplemente personas vacías que sufren de un sinsentido de la vida y de soledad.

Por ejemplo, en 1995 tuvo lugar un ataque terrorista en el Metro de Tokio, por el cual perdieron la vida 13 personas, posteriormente se descubrió que el autor intelectual del crimen había sido Shoko Asahara, líder de la secta Aum Shinrikyo (Verdad Suprema), quien había convencido a un grupo de personas, muchas de ellas profesionistas, sobre la decadencia del mundo y de su inminente fin.

Incluso en nuestros días vemos el uso y abuso de los sueños y aspiraciones de diversos grupos sociales que conforman la base de los diversos partidos políticos, como el propósito de movilizarlas.

En este sentido, el dantesco partido Movimiento Ciudadano está en pos de la construcción de una base social emergente que en los próximos años le permita alcanzar el poder nacional, no a partir de ideas claras y definidas, porque no ha presentado una con la que quiera gobernar, sino a partir solo de la imagen de éxito material sin adjetivos, esto representa uno de los mayores peligros para México en los años por venir, una propuesta política orgullosamente de su insustancialidad.

Sotelo27@me.com

La política y la manipulación de las masas siempre han ido de la mano, mientras la persuasión exige operaciones cerebrales, la manipulación solo requiere estímulos emocionales para poner en marcha la voluntad, razón por la cual ha resuelto en un instrumento muy efectivo para tomar y mantener el poder.

Durante el siglo XX, los regímenes fascistas de Italia y Alemania fueron pioneros en el arte de la manipulación de las masas, haciendo en su día incluso innovaciones que perduran hasta nuestros días.

Pero si bien la manipulación suena a un acto perverso, también lo es que no hay manipulador sin objeto, es decir, sin un público dispuesto a ser manipulado, aunque nunca se verbalice de esta forma.

El manipulador que es exitoso sabe explotar los vacíos espirituales de su público o grupo de seguidores, el mayor desafío para el manipulador es identificar el tipo de deseos insatisfechos que hagan movilizar a las masas.

Por ejemplo, el líder fascista italiano Benito Mussolini empezó su actividad política dentro de las filas comunistas que se oponían a la guerra, pero posteriormente a la Primera Guerra Mundial supo identificar el tipo de amargura que aquejaba a los veteranos de la guerra y rápidamente cambió su posición respecto a la guerra, lo que posibilitó su ascenso al poder gracias al apoyo de sectores más identificados con la derecha.

Los manipuladores saben colmar los vacíos existenciales y emocionales de su gente, para ello se valen de narrativas que redimen al público, que les otorga un sentimiento de misión en la vida que les permite explicar la razón de ser en este mundo.

Los manipuladores también proveen de una sensación de destino, le indican a la gente cuál es el camino y cuál es la meta por más disparatado que sea, muchas veces el manipulado no quiere saber, solo quiere tener fe.

Un ejemplo de lo anterior sucedió durante el régimen nazi de Adolfo Hitler, quien les prometió a los desesperados ciudadanos de Alemania un Reich de mil años y el resarcimiento de todas las humillaciones infligidas por las potencias aliadas mediante el Tratado de Versalles.

Los manipulados no tienen que ser personas ignorantes y menesterosas, como dicta el prejuicio de muchos, son simplemente personas vacías que sufren de un sinsentido de la vida y de soledad.

Por ejemplo, en 1995 tuvo lugar un ataque terrorista en el Metro de Tokio, por el cual perdieron la vida 13 personas, posteriormente se descubrió que el autor intelectual del crimen había sido Shoko Asahara, líder de la secta Aum Shinrikyo (Verdad Suprema), quien había convencido a un grupo de personas, muchas de ellas profesionistas, sobre la decadencia del mundo y de su inminente fin.

Incluso en nuestros días vemos el uso y abuso de los sueños y aspiraciones de diversos grupos sociales que conforman la base de los diversos partidos políticos, como el propósito de movilizarlas.

En este sentido, el dantesco partido Movimiento Ciudadano está en pos de la construcción de una base social emergente que en los próximos años le permita alcanzar el poder nacional, no a partir de ideas claras y definidas, porque no ha presentado una con la que quiera gobernar, sino a partir solo de la imagen de éxito material sin adjetivos, esto representa uno de los mayores peligros para México en los años por venir, una propuesta política orgullosamente de su insustancialidad.

Sotelo27@me.com