/ domingo 6 de marzo de 2022

El retorno a la Realpolitik

Para entender un poco el conflicto en Ucrania bastaría con cerrar por un momento los ojos e imaginar qué sucedería si México celebrara una alianza militar con China o Rusia.

Si actuáramos guiados por el corazón y no por la cabeza pensaríamos que una acción de esta naturaleza estaría justificada, después de todo la pérdida de más de la mitad de lo que era el territorio nacional hasta 1848, fue consecuencia de una guerra de invasión norteamericana totalmente injusta y sigue siendo una cicatriz sin cerrar en el imaginario nacional.

No obstante, mediante el equilibrio entre el realismo político y nuestros deseosos nacionales, concluimos que una alianza militar con una potencia extranjera que pueda hacer sentir que la seguridad e intereses nacionales de nuestro vecino del norte se ponen en peligro nos acarrearía consecuencias desfavorables en la relación costo-beneficio, por lo tanto preferimos mantener nuestra neutralidad.

Esto es actuar de acuerdo a la Realpolitik. concepto de la política diplomática puesto en práctica por el canciller de hierro Otto von Bismarck como instrumento para alcanzar la paz entre potencias mediante el equilibrio de poderes.

La Realpolitik no se desenvuelve en escenarios hipotéticos o voluntariosos, sino en el campo de los hechos duros del presente, no persigue la consecución de nuestros deseos, necesidades o utopías, sino en la consecución de fines concretos, es aprender a contentarse con resultados parciales, si por el momento no es posible su total consecución. En última instancia, la Realpolitik es enemiga de todo tipo de autoengaño.

Desde luego que como Ideal es muy loable pensar que habitamos un mundo integrado por naciones, democráticas y soberanas, pero tal higiénica visión del orden mundial adolece de la necesaria contaminación de los hechos históricos; reprender moralmente es insuficiente y solo nos brinda la falsa sensación de que estamos haciendo algo por la paz, nos permite mantener intacta nuestra pureza moral al costo de evadir los hechos descarnados de los conflictos armados en donde gobiernan los intereses de las superpotencias sobre el resto de las nacionales subordinadas; autoengañarse desconociendo esta tendencia de la historia siempre ha repercutido en la prolongación de los conflictos armados.

En la obra El Auge y Caída de las Grandes Potencias Paul Kennedy nos brinda un recuento de eventos que inicia a partir del auge del imperio español en el siglo XVI, con la llegada al trono de Carlos V, entorno al cual confluyeron una pluralidad de cargos nobiliarios que lo ponían al frente de vastas extensiones de territorios europeos y en ultramar, lo que provocó el recelo de Francia, Holanda e Inglaterra que derivó en una serie de conflictos armados que sólo tuvo fin hasta la desintegración del imperio español y la desaparición del peligro que representaba.

Desde entonces y como sucede hasta nuestros días acordé a la tesis de Kennedy, el hecho que detona las hostilidades es el desequilibrio de poder entre potencias.

En el caso del conflicto armado protagonizado en estos días entre Rusia y Ucrania, ha puesto de manifiesto la necesidad de volver a los principios de la Realpolitik.

La Realpolitik es la búsqueda de equilibrio entre nuestros ideales y la posibilidad real de alcanzarlos, pretende responder a nuestra pregunta sobre cómo lograr objetivos liberales ilustrados como el equilibrio de poder en un mundo que no sigue las reglas liberales ilustradas, sobre la naturaleza implacable de la política y sobre los límites del idealismo.

Si bien es cierto que la narrativa idealista de occidente riñe con los principios de la Realpolitik porque pierde de vista los hechos de la historia, también lo es que solo en parte esto es cierto, ya que en el pasado las potencias occidentales no han titubeado para distanciarse de su discurso a la hora de intervenir militarmente en naciones tan alejadas como lo puede ser el otro lado del planeta pretextando amenazas de armas que después se comprobaron inexistentes.

Para la Realpolitik el enfoque realista de las Relaciones Internacionales juega un papel fundamental, preconiza que las Grandes Potencias tienden a ser extremadamente sensibles al entorno de seguridad en sus vecindarios inmediatos.

Por ende, resulta poco realista creer que la paz en Ucrania pueda lograrse resquebrajando la resolución nacionalista de Rusia por las sanciones económicas impuestas por Occidente si es que siente un riego mayor a su integridad nacional, máxime si recordamos que durante la Segunda Guerra Mundial los rusos resistieron casi 900 días el sitio a Leningrado hecho por los nazis con una dieta a base de palomas, roedores gatos y restos humanos, como para creer que se les puede hacer claudicar solo porque no puedan ir de compras al Mall.

Lo más infame de esta historia lo estará pagando desde luego el pueblo de Ucrania, que se ve inmerso en un conflicto que trasciende a su nación y que de proseguir solo servirá como teatro de operaciones militares de intereses extranjeros, por eso urge una salida real, libre de ilusiones que evite prolongar el martirio de esa nación.

Regeneración

Para entender un poco el conflicto en Ucrania bastaría con cerrar por un momento los ojos e imaginar qué sucedería si México celebrara una alianza militar con China o Rusia.

Si actuáramos guiados por el corazón y no por la cabeza pensaríamos que una acción de esta naturaleza estaría justificada, después de todo la pérdida de más de la mitad de lo que era el territorio nacional hasta 1848, fue consecuencia de una guerra de invasión norteamericana totalmente injusta y sigue siendo una cicatriz sin cerrar en el imaginario nacional.

No obstante, mediante el equilibrio entre el realismo político y nuestros deseosos nacionales, concluimos que una alianza militar con una potencia extranjera que pueda hacer sentir que la seguridad e intereses nacionales de nuestro vecino del norte se ponen en peligro nos acarrearía consecuencias desfavorables en la relación costo-beneficio, por lo tanto preferimos mantener nuestra neutralidad.

Esto es actuar de acuerdo a la Realpolitik. concepto de la política diplomática puesto en práctica por el canciller de hierro Otto von Bismarck como instrumento para alcanzar la paz entre potencias mediante el equilibrio de poderes.

La Realpolitik no se desenvuelve en escenarios hipotéticos o voluntariosos, sino en el campo de los hechos duros del presente, no persigue la consecución de nuestros deseos, necesidades o utopías, sino en la consecución de fines concretos, es aprender a contentarse con resultados parciales, si por el momento no es posible su total consecución. En última instancia, la Realpolitik es enemiga de todo tipo de autoengaño.

Desde luego que como Ideal es muy loable pensar que habitamos un mundo integrado por naciones, democráticas y soberanas, pero tal higiénica visión del orden mundial adolece de la necesaria contaminación de los hechos históricos; reprender moralmente es insuficiente y solo nos brinda la falsa sensación de que estamos haciendo algo por la paz, nos permite mantener intacta nuestra pureza moral al costo de evadir los hechos descarnados de los conflictos armados en donde gobiernan los intereses de las superpotencias sobre el resto de las nacionales subordinadas; autoengañarse desconociendo esta tendencia de la historia siempre ha repercutido en la prolongación de los conflictos armados.

En la obra El Auge y Caída de las Grandes Potencias Paul Kennedy nos brinda un recuento de eventos que inicia a partir del auge del imperio español en el siglo XVI, con la llegada al trono de Carlos V, entorno al cual confluyeron una pluralidad de cargos nobiliarios que lo ponían al frente de vastas extensiones de territorios europeos y en ultramar, lo que provocó el recelo de Francia, Holanda e Inglaterra que derivó en una serie de conflictos armados que sólo tuvo fin hasta la desintegración del imperio español y la desaparición del peligro que representaba.

Desde entonces y como sucede hasta nuestros días acordé a la tesis de Kennedy, el hecho que detona las hostilidades es el desequilibrio de poder entre potencias.

En el caso del conflicto armado protagonizado en estos días entre Rusia y Ucrania, ha puesto de manifiesto la necesidad de volver a los principios de la Realpolitik.

La Realpolitik es la búsqueda de equilibrio entre nuestros ideales y la posibilidad real de alcanzarlos, pretende responder a nuestra pregunta sobre cómo lograr objetivos liberales ilustrados como el equilibrio de poder en un mundo que no sigue las reglas liberales ilustradas, sobre la naturaleza implacable de la política y sobre los límites del idealismo.

Si bien es cierto que la narrativa idealista de occidente riñe con los principios de la Realpolitik porque pierde de vista los hechos de la historia, también lo es que solo en parte esto es cierto, ya que en el pasado las potencias occidentales no han titubeado para distanciarse de su discurso a la hora de intervenir militarmente en naciones tan alejadas como lo puede ser el otro lado del planeta pretextando amenazas de armas que después se comprobaron inexistentes.

Para la Realpolitik el enfoque realista de las Relaciones Internacionales juega un papel fundamental, preconiza que las Grandes Potencias tienden a ser extremadamente sensibles al entorno de seguridad en sus vecindarios inmediatos.

Por ende, resulta poco realista creer que la paz en Ucrania pueda lograrse resquebrajando la resolución nacionalista de Rusia por las sanciones económicas impuestas por Occidente si es que siente un riego mayor a su integridad nacional, máxime si recordamos que durante la Segunda Guerra Mundial los rusos resistieron casi 900 días el sitio a Leningrado hecho por los nazis con una dieta a base de palomas, roedores gatos y restos humanos, como para creer que se les puede hacer claudicar solo porque no puedan ir de compras al Mall.

Lo más infame de esta historia lo estará pagando desde luego el pueblo de Ucrania, que se ve inmerso en un conflicto que trasciende a su nación y que de proseguir solo servirá como teatro de operaciones militares de intereses extranjeros, por eso urge una salida real, libre de ilusiones que evite prolongar el martirio de esa nación.

Regeneración