/ sábado 23 de abril de 2022

Gryita.com, Fylosofía en expresión | La mano negra de la crítica constructiva

En esta actualidad polarizada, en donde se respira un clima dividido en bandos, algunos que de forma razonable y otros digamos que sin oficio ni beneficio buscan a toda costa instalar sus razonamientos conclusivos con respecto a un sinnúmero de temas, a precio incluso de la separación momentánea o permanente de grupos o asociaciones de toda índole, me resulta pertinente aclarar el lado oscuro de la supuesta crítica que tiene como objetivo al menos conocido el construir o mejorar aquello que de momento se juzga.

La crítica puede ser fundamental para el desarrollo

Cuando se vierten opiniones sobre un tema básicamente se busca generar un planteamiento que acerque el objeto de la misma a lo que se considera la verdad objetiva.

No podemos olvidar que lo que para cada ser humano conforma "la realidad" no es más que la traducción que de los hechos realiza él mismo a través de su percepción.

Dicho juicio se encontrará plagado de todo aquel sistema conceptual que de su propia simbología resulte, la cual finalmente estará también afectada por las emociones que ayuden a colocar su veredicto, alineado con la conveniencia o el placer personal.

Por otro lado debemos considerar que lo que para nosotros resulta ser la más objetiva de las realidades no es más que un resumen de la traducción que hemos realizado basado en un catálogo de conceptos adquiridos mediante una enseñanza primaria, por parte de nuestros padres o tutores, después por parte de maestros y compañeros de vida y enriquecida por la experiencia individual, que tiene por supuesto grandes particularidades, que la vuelven precisamente subjetiva.

Tampoco sacar de la ecuación la forma en que hemos sido entrenados

Desde muy temprana edad hemos sido guiados a través del sistema dual que nos coloca siempre en la necesidad de calificar los sucesos, el bien y el mal, el día y la noche, la luz y la oscuridad, el blanco y el negro, formato de pensamiento que al reconocerse como absoluto y extremo, deja sin oportunidad alguna a los matices propios de aquella existencia que sin ninguna intervención humana se presenta retadora delante de nuestra mirada y que al final también se ve afectada por el filtro implacable de nuestra individualidad.

Misma educación que nos enseñó a competir, a compararnos, a ganar mientras alguien pierde y que es necesario para tener un buen lugar en esta vida tener siempre o al menos en la mayor parte de las veces la razón, lo cual de forma natural nubla la mente y el entendimiento al colocar en segundo lugar a la búsqueda de la verdad privilegiando el triunfo de cualquier batalla.

También que vivimos esclavizados por un sistema de consumo que nos capacita en la interminable carrera del placer a través del apego al mundo sensorial, lo cual nos garantiza una condición de insatisfacción que solo favorecerá a la adquisición de todo lo que a través del “tener” nos haga lograr “ser” lo que supuestamente soñamos, dicho así debido a que ni siquiera sabemos quienes somos, mucho menos aquello en lo que deseamos convertirnos, ideas por demás incongruentes ya que se es lo que se “es” desde que se es, pero eso será motivo de otra entrega.

De tal manera que al final cuando recibimos una crítica nos será de auxilio elaborar un verdadero juicio crítico de la misma, con la intención de obtener un beneficio o desecharla, incluso en la autocrítica, ya que de no hacerlo así pudiéramos estar quizá en el portal del autoengaño, pero al verterla nos bastará únicamente con la intención predatoria del control del territorio, aun el de las ideas.

Por ello no creo, no compro ni me inmiscuyo en aquella idea de la “crítica constructiva”, bondadosa o bien intencionada, ya que incluso en la que hoy ejerzo mientras escribo estas amables líneas está incluida de forma natural mi más humana, primitiva y brutal intención de manipulación.

RE-GENERACIÓN 19

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En esta actualidad polarizada, en donde se respira un clima dividido en bandos, algunos que de forma razonable y otros digamos que sin oficio ni beneficio buscan a toda costa instalar sus razonamientos conclusivos con respecto a un sinnúmero de temas, a precio incluso de la separación momentánea o permanente de grupos o asociaciones de toda índole, me resulta pertinente aclarar el lado oscuro de la supuesta crítica que tiene como objetivo al menos conocido el construir o mejorar aquello que de momento se juzga.

La crítica puede ser fundamental para el desarrollo

Cuando se vierten opiniones sobre un tema básicamente se busca generar un planteamiento que acerque el objeto de la misma a lo que se considera la verdad objetiva.

No podemos olvidar que lo que para cada ser humano conforma "la realidad" no es más que la traducción que de los hechos realiza él mismo a través de su percepción.

Dicho juicio se encontrará plagado de todo aquel sistema conceptual que de su propia simbología resulte, la cual finalmente estará también afectada por las emociones que ayuden a colocar su veredicto, alineado con la conveniencia o el placer personal.

Por otro lado debemos considerar que lo que para nosotros resulta ser la más objetiva de las realidades no es más que un resumen de la traducción que hemos realizado basado en un catálogo de conceptos adquiridos mediante una enseñanza primaria, por parte de nuestros padres o tutores, después por parte de maestros y compañeros de vida y enriquecida por la experiencia individual, que tiene por supuesto grandes particularidades, que la vuelven precisamente subjetiva.

Tampoco sacar de la ecuación la forma en que hemos sido entrenados

Desde muy temprana edad hemos sido guiados a través del sistema dual que nos coloca siempre en la necesidad de calificar los sucesos, el bien y el mal, el día y la noche, la luz y la oscuridad, el blanco y el negro, formato de pensamiento que al reconocerse como absoluto y extremo, deja sin oportunidad alguna a los matices propios de aquella existencia que sin ninguna intervención humana se presenta retadora delante de nuestra mirada y que al final también se ve afectada por el filtro implacable de nuestra individualidad.

Misma educación que nos enseñó a competir, a compararnos, a ganar mientras alguien pierde y que es necesario para tener un buen lugar en esta vida tener siempre o al menos en la mayor parte de las veces la razón, lo cual de forma natural nubla la mente y el entendimiento al colocar en segundo lugar a la búsqueda de la verdad privilegiando el triunfo de cualquier batalla.

También que vivimos esclavizados por un sistema de consumo que nos capacita en la interminable carrera del placer a través del apego al mundo sensorial, lo cual nos garantiza una condición de insatisfacción que solo favorecerá a la adquisición de todo lo que a través del “tener” nos haga lograr “ser” lo que supuestamente soñamos, dicho así debido a que ni siquiera sabemos quienes somos, mucho menos aquello en lo que deseamos convertirnos, ideas por demás incongruentes ya que se es lo que se “es” desde que se es, pero eso será motivo de otra entrega.

De tal manera que al final cuando recibimos una crítica nos será de auxilio elaborar un verdadero juicio crítico de la misma, con la intención de obtener un beneficio o desecharla, incluso en la autocrítica, ya que de no hacerlo así pudiéramos estar quizá en el portal del autoengaño, pero al verterla nos bastará únicamente con la intención predatoria del control del territorio, aun el de las ideas.

Por ello no creo, no compro ni me inmiscuyo en aquella idea de la “crítica constructiva”, bondadosa o bien intencionada, ya que incluso en la que hoy ejerzo mientras escribo estas amables líneas está incluida de forma natural mi más humana, primitiva y brutal intención de manipulación.

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