/ domingo 5 de julio de 2020

Iridiscencias | Antonieta Rivas Mercado (1900-1931)

LA MUJER MEXICANA EN LA CULTURA Y EL ARTE

Antonieta Valeria Rivas Castellanos -nombre completo-, desde muy temprana edad conoció de las vicisitudes de la vida. Su familia -su papá, dos hermanas y un hermano-, fue abandonada por la madre, Matilde Castellanos Haff, al huir con su amante, haciéndose cargo Antonieta de sus hermanos menores.

Por motivos profesionales del padre -don Antonio Rivas Mercado, que fue el arquitecto del emblemático Monumento a la Independencia en la Ciudad de México-, la familia se trasladó a la ciudad de París, donde Rivas Mercado aprovechó su estancia para recibir clases de ballet, llegando a participar en el prestigiado grupo de la Ópera de París. Antonieta estudió además el inglés, el alemán, el italiano, el francés y el griego.

A la muerte de su padre en 1927, Antonieta quedó como albacea de la herencia de su padre. Con la fortuna heredada, que no era poca, destinó gran parte de ésta a la promoción del arte y la cultura; subsidió revistas literarias, compañías de teatro, así como sirvió de mecenas a diversos poetas y escritores quienes, posteriormente, tuvieron gran fama y prestigio.

Antonieta fue además de promotora cultural, pionera del relato político, actriz, traductora y directora de teatro, dedicando parte de su vida a la defensa de los derechos de la mujer. Se dio a conocer la mayoría de su trabajo literario con posterioridad a su muerte. Participó intensamente como relatora e importante sostén económico de la campaña de José Vasconcelos en su carrera a la presidencia de la república, motivo que le obligó a postergar la publicación de su obra literaria. El escandaloso fraude electoral del que fue objeto José Vasconcelos le marcó por el resto de su vida.

En 1928, patrocina al grupo "Ulises", fundando posteriormente la primera compañía de teatro moderno en México: "El Teatro de Ulises".

El "Ulises" se trataba de un grupo auspiciado por Antonieta Rivas Mercado. Este grupo se reunía para representar obras europeas y norteamericanas de la época. La idea era inducir al público de México de la corriente vanguardista de la época: Xavier Villaurrutia, Clementina Otero, Salvador Novo, Julio Jiménez Rueda, Gilberto Owen y Celestino Gorostiza; también Manuel Rodríguez Lozano -pintor-, Isabela Corona, y Julio Castella, fueron parte de los que integraron este grupo.

Según lo explica el estudioso de su obra, Acosta Gamas, el trabajo creativo que como escritora realizó Rivas Mercado, fue bastante relegado, reconociéndosele más como mecenas de las revistas "Ulises" y "Contemporáneos", que por su propio trabajo literario.

Su fortuna con el amor no le fue muy favorable. En 1918 se casa con Donald Blair, personaje inglés quien vivió sus primeros años en los Estados Unidos. El matrimonio tuvo un hijo, Donald Antonio -1919-, que después de un tormentoso divorcio -matrimonio que duró cinco años- y una desgastante lucha por la custodia del hijo, Antonieta la pierde en 1930, cuando se encontraba exiliada en los Estados Unidos perseguida y acosada por el gobierno opresor de México.

En 1927 -el mismo año del fallecimiento de su padre-, conoció a quien sería el gran amor de su vida, el pintor Manuel Rodríguez Lozano, quien pertenecía al grupo de los Contemporáneos. Rodríguez Lozano era una persona brillante, culta, cuya pintura, por cierto, se negaba a identificarla con las corrientes pictóricas de la época. Para desdicha de Antonieta, Lozano era un hombre muy afortunado en la seducción de las más bellas mujeres, pero… su interés buscaba también… el apapacho masculino. La evidencia epistolar de Antonieta revela el profundo amor que sentía por el pintor; quien no le pudo corresponder. Éste había estado casado anteriormente con Carmen Mondragón, llamada posteriormente Nahi Olin -de quien se divorció… quizás por la misma razón-, matrimonio que tuvo la desgracia de haber sufrido la trágica muerte de un hijo recién nacido, asfixiado accidentalmente en la cama por su madre.

La última carta a Rodríguez Lozano fue escrita pocos días antes del suicidio de Antonieta: "Estoy en posición de una exaltada y patética libertad, de una soledad poblada de realizaciones…Usted me enseñó cómo trabajar, cómo ver, cómo ser. Vuelvo, pues, a usted, así como su voluntad lo quiso, en lo permanente". Por Bertha Hernández González "El otro amor desdichado de María Antonieta Rivas Mercado".

En 1929 en alguno de los tantos eventos culturales a los que asistía, conoció a José Vasconcelos, candidato entonces a la presidencia de la república. Por su incorporación a la campaña, por su cercanía con el candidato y la profunda admiración que sentía por éste, terminó por convertirse en su amante, aunque él estaba casado. Su nueva relación amorosa fue tormentosa, llena de celos por parte del político, filósofo y escritor y, con pocas respuestas para Antonieta.

En 1930, en un viaje a París donde se encontraría con Vasconcelos, y tras una desafortunada respuesta donde le cuestionaba al político sobre la necesidad de su amor, al día siguiente tomó el arma de aquel y, ante El Cristo Crucificado, en una de las bancas de la catedral de Notre Dame…, se suicidó.

Por ser un personaje incómodo para el expresidente Plutarco Elías Calles y de sus sucesores, el reconocimiento a su talento literario tardó en ser reconocido, y aún se le queda a deber.

En el siglo pasado, existieron en nuestro país mujeres con un gran talento artístico; mujeres que, por el machismo de la época, no obtuvieron el reconocimiento que les era merecedor. Algunas de ellas murieron siendo muy jóvenes; otras de manera trágica; hubo quienes terminaron sus vidas en el olvido y desamparo; otras quienes necesitaron de la ayuda del gobierno para poder medio subsistir. Muchas de ellas dejaron una herencia artística que, como estelas de luces y sombras; encantos y desencantos, enriquecieron la historia del arte y la cultura de nuestro país. En este espacio de "Iridiscencias" procuraremos dar a conocer de sus vidas y sus obras; trataremos de revelar sus valiosas intervenciones para promover en nuestro país, las expresiones artísticas de sus actos culturales y que mucho nos ha enriquecido. Es de justica conocer de ellas, ya que ahora, en nuestra época, la mujer ha sabido, poco a poco, pero con paso firme, exigir el lugar que le corresponde en el desarrollo del país en todas sus expresiones.

LA MUJER MEXICANA EN LA CULTURA Y EL ARTE

Antonieta Valeria Rivas Castellanos -nombre completo-, desde muy temprana edad conoció de las vicisitudes de la vida. Su familia -su papá, dos hermanas y un hermano-, fue abandonada por la madre, Matilde Castellanos Haff, al huir con su amante, haciéndose cargo Antonieta de sus hermanos menores.

Por motivos profesionales del padre -don Antonio Rivas Mercado, que fue el arquitecto del emblemático Monumento a la Independencia en la Ciudad de México-, la familia se trasladó a la ciudad de París, donde Rivas Mercado aprovechó su estancia para recibir clases de ballet, llegando a participar en el prestigiado grupo de la Ópera de París. Antonieta estudió además el inglés, el alemán, el italiano, el francés y el griego.

A la muerte de su padre en 1927, Antonieta quedó como albacea de la herencia de su padre. Con la fortuna heredada, que no era poca, destinó gran parte de ésta a la promoción del arte y la cultura; subsidió revistas literarias, compañías de teatro, así como sirvió de mecenas a diversos poetas y escritores quienes, posteriormente, tuvieron gran fama y prestigio.

Antonieta fue además de promotora cultural, pionera del relato político, actriz, traductora y directora de teatro, dedicando parte de su vida a la defensa de los derechos de la mujer. Se dio a conocer la mayoría de su trabajo literario con posterioridad a su muerte. Participó intensamente como relatora e importante sostén económico de la campaña de José Vasconcelos en su carrera a la presidencia de la república, motivo que le obligó a postergar la publicación de su obra literaria. El escandaloso fraude electoral del que fue objeto José Vasconcelos le marcó por el resto de su vida.

En 1928, patrocina al grupo "Ulises", fundando posteriormente la primera compañía de teatro moderno en México: "El Teatro de Ulises".

El "Ulises" se trataba de un grupo auspiciado por Antonieta Rivas Mercado. Este grupo se reunía para representar obras europeas y norteamericanas de la época. La idea era inducir al público de México de la corriente vanguardista de la época: Xavier Villaurrutia, Clementina Otero, Salvador Novo, Julio Jiménez Rueda, Gilberto Owen y Celestino Gorostiza; también Manuel Rodríguez Lozano -pintor-, Isabela Corona, y Julio Castella, fueron parte de los que integraron este grupo.

Según lo explica el estudioso de su obra, Acosta Gamas, el trabajo creativo que como escritora realizó Rivas Mercado, fue bastante relegado, reconociéndosele más como mecenas de las revistas "Ulises" y "Contemporáneos", que por su propio trabajo literario.

Su fortuna con el amor no le fue muy favorable. En 1918 se casa con Donald Blair, personaje inglés quien vivió sus primeros años en los Estados Unidos. El matrimonio tuvo un hijo, Donald Antonio -1919-, que después de un tormentoso divorcio -matrimonio que duró cinco años- y una desgastante lucha por la custodia del hijo, Antonieta la pierde en 1930, cuando se encontraba exiliada en los Estados Unidos perseguida y acosada por el gobierno opresor de México.

En 1927 -el mismo año del fallecimiento de su padre-, conoció a quien sería el gran amor de su vida, el pintor Manuel Rodríguez Lozano, quien pertenecía al grupo de los Contemporáneos. Rodríguez Lozano era una persona brillante, culta, cuya pintura, por cierto, se negaba a identificarla con las corrientes pictóricas de la época. Para desdicha de Antonieta, Lozano era un hombre muy afortunado en la seducción de las más bellas mujeres, pero… su interés buscaba también… el apapacho masculino. La evidencia epistolar de Antonieta revela el profundo amor que sentía por el pintor; quien no le pudo corresponder. Éste había estado casado anteriormente con Carmen Mondragón, llamada posteriormente Nahi Olin -de quien se divorció… quizás por la misma razón-, matrimonio que tuvo la desgracia de haber sufrido la trágica muerte de un hijo recién nacido, asfixiado accidentalmente en la cama por su madre.

La última carta a Rodríguez Lozano fue escrita pocos días antes del suicidio de Antonieta: "Estoy en posición de una exaltada y patética libertad, de una soledad poblada de realizaciones…Usted me enseñó cómo trabajar, cómo ver, cómo ser. Vuelvo, pues, a usted, así como su voluntad lo quiso, en lo permanente". Por Bertha Hernández González "El otro amor desdichado de María Antonieta Rivas Mercado".

En 1929 en alguno de los tantos eventos culturales a los que asistía, conoció a José Vasconcelos, candidato entonces a la presidencia de la república. Por su incorporación a la campaña, por su cercanía con el candidato y la profunda admiración que sentía por éste, terminó por convertirse en su amante, aunque él estaba casado. Su nueva relación amorosa fue tormentosa, llena de celos por parte del político, filósofo y escritor y, con pocas respuestas para Antonieta.

En 1930, en un viaje a París donde se encontraría con Vasconcelos, y tras una desafortunada respuesta donde le cuestionaba al político sobre la necesidad de su amor, al día siguiente tomó el arma de aquel y, ante El Cristo Crucificado, en una de las bancas de la catedral de Notre Dame…, se suicidó.

Por ser un personaje incómodo para el expresidente Plutarco Elías Calles y de sus sucesores, el reconocimiento a su talento literario tardó en ser reconocido, y aún se le queda a deber.

En el siglo pasado, existieron en nuestro país mujeres con un gran talento artístico; mujeres que, por el machismo de la época, no obtuvieron el reconocimiento que les era merecedor. Algunas de ellas murieron siendo muy jóvenes; otras de manera trágica; hubo quienes terminaron sus vidas en el olvido y desamparo; otras quienes necesitaron de la ayuda del gobierno para poder medio subsistir. Muchas de ellas dejaron una herencia artística que, como estelas de luces y sombras; encantos y desencantos, enriquecieron la historia del arte y la cultura de nuestro país. En este espacio de "Iridiscencias" procuraremos dar a conocer de sus vidas y sus obras; trataremos de revelar sus valiosas intervenciones para promover en nuestro país, las expresiones artísticas de sus actos culturales y que mucho nos ha enriquecido. Es de justica conocer de ellas, ya que ahora, en nuestra época, la mujer ha sabido, poco a poco, pero con paso firme, exigir el lugar que le corresponde en el desarrollo del país en todas sus expresiones.