/ martes 3 de diciembre de 2019

Una corazonada

No aludo a la víscera cardiaca como recipiente del amor, cuyas anécdotas y dichos populares parecen ser interminables. Me refiero a quienes se atiborran de grasas saturadas, calorías inútiles, toxinas de tabaco, exceso de alcohol y la molicie; porque en realidad, los únicos males del corazón son los cardiacos, como declaró un facultativo.

Las entretelas cardiacas desde siempre han sido motivo de curiosidad profunda. Mitos y leyendas se traman en relación al ondulante e hipnótico ritmo de los latidos del corazón; el tam, tam, sístole, diástole, inflexible, obsesivo, al que “prestamos oídos por primera vez en el vientre materno, y se repite cientos de miles de veces en nuestras entrañas sin apenas notarlo”.

Hay quienes reclaman al corazón esfuerzos desmedidos, aunado al olvido por modificar hábitos malsanos, circunstancias difíciles de superar, en ocasiones. No por nada, la enfermedad cardiaca es la primera causa de mortandad en México. La tasa anual es de casi un cuarto de millón de personas. Ante ello, solo queda instaurar medidas preventivas y concienciar sobre la importancia de la lucha contra estos padecimientos.

Lo más aconsejable es procurar vivir en un ambiente cardiosaludable para todos, con una mejor alimentación, más espacios de juego y una menor exposición a los agentes contaminantes, aseguran. Sin que esto implique el ser patológicamente obsesivos e intransigentes, al punto de incurrir en toda clase de exageraciones. De lo que se trata es de estar más conscientes de los factores de riesgo que atentan en contra de nuestra salud.

Uno de los objetivos de la Organización Mundial de la salud es reducir el 25% de la mortalidad prematura por enfermedad cardiovascular (ECV), en el 2025. Mientras tanto, el órgano cardiaco y las arterias esperan de todos nosotros un mejor trato. Cada quien es responsable de su corazón, de protegerlo y cuidarlo.

No aludo a la víscera cardiaca como recipiente del amor, cuyas anécdotas y dichos populares parecen ser interminables. Me refiero a quienes se atiborran de grasas saturadas, calorías inútiles, toxinas de tabaco, exceso de alcohol y la molicie; porque en realidad, los únicos males del corazón son los cardiacos, como declaró un facultativo.

Las entretelas cardiacas desde siempre han sido motivo de curiosidad profunda. Mitos y leyendas se traman en relación al ondulante e hipnótico ritmo de los latidos del corazón; el tam, tam, sístole, diástole, inflexible, obsesivo, al que “prestamos oídos por primera vez en el vientre materno, y se repite cientos de miles de veces en nuestras entrañas sin apenas notarlo”.

Hay quienes reclaman al corazón esfuerzos desmedidos, aunado al olvido por modificar hábitos malsanos, circunstancias difíciles de superar, en ocasiones. No por nada, la enfermedad cardiaca es la primera causa de mortandad en México. La tasa anual es de casi un cuarto de millón de personas. Ante ello, solo queda instaurar medidas preventivas y concienciar sobre la importancia de la lucha contra estos padecimientos.

Lo más aconsejable es procurar vivir en un ambiente cardiosaludable para todos, con una mejor alimentación, más espacios de juego y una menor exposición a los agentes contaminantes, aseguran. Sin que esto implique el ser patológicamente obsesivos e intransigentes, al punto de incurrir en toda clase de exageraciones. De lo que se trata es de estar más conscientes de los factores de riesgo que atentan en contra de nuestra salud.

Uno de los objetivos de la Organización Mundial de la salud es reducir el 25% de la mortalidad prematura por enfermedad cardiovascular (ECV), en el 2025. Mientras tanto, el órgano cardiaco y las arterias esperan de todos nosotros un mejor trato. Cada quien es responsable de su corazón, de protegerlo y cuidarlo.