/ domingo 6 de marzo de 2022

Vivencias | La invasión

Millones de palabras se han escrito sobre el conflicto entre Ucrania y Rusia, muchas opiniones en uno y otro sentido, intentando todas entender realidades muy ajenas y lejanas para nosotros.

Cada vez que escuchamos la palabra “GUERRA”, nos invade el miedo a lo desconocido, a las probables consecuencias y sobre todo el sentimiento de solidaridad por los que la están sufriendo, más aún, cuando no nos ha abandonado del todo el virus que ha enlutado a todo el mundo.

Del temor cercano hemos pasado al terror lejano de estar a expensas de repercusiones, en el mejor de los casos, solo económicas hasta la terrible idea de una guerra entre potencias totalmente poderosas que pondrían en peligro muchísimas vidas. Ver imágenes desgarradoras de gente desplazada de sus hogares, nos debería llevar no solo a la tristeza sino a la acción.

Escuchar las sirenas aunque solo resuenen en la pantalla, nos hace pensar que en el día a día, y aquí en nuestro país, en nuestro estado, también muchos de los nuestros se enfrentan al miedo, a la desesperanza, a la impotencia, a las balas, a los golpes, a las humillaciones, al desplazamiento, a la invasión de lo que es suyo.

La violencia que se asoma de nuevo en la frontera, la nuestra, la de Tamaulipas nos obliga a exigir, lo que tanto trabajo y tiempo costó construir, defendamos la paz para que los nuestros y nosotros podamos vivir tranquilos.

Vivir en la polarización que vivimos, donde unos son los “buenos” y otros los “malos”, donde como en el conflicto tan lejano geográficamente, no somos hermanos, sino enemigos, no ayuda en nada a que este mundo sea un lugar mejor.

Pedir al mundo que sea la paz la que impere, querer llevar buenas relaciones con todos los países, hoy por hoy y aquí, suena a hueco, suena a falso y suena a burla. Como diría mi mamá, candil de la calle y oscuridad de tu casa.

El No a la Violencia, el No a la Invasión, el Sí al respeto, el Sí a la paz deberían ser la norma de todos los humanos desde siempre y parece ser que no entendemos ni allá ni acá, ni ayer ni ahora.

Obliguémonos a cambiar nuestro entorno respetando al otro, al cercano. Estamos a unos días que nuestro estado se vea inmerso en un proceso electoral, ojalá que definamos el rumbo del estado sin agresiones, ni violencia.

Vivamos en la paz, ya basta de polarización.

Millones de palabras se han escrito sobre el conflicto entre Ucrania y Rusia, muchas opiniones en uno y otro sentido, intentando todas entender realidades muy ajenas y lejanas para nosotros.

Cada vez que escuchamos la palabra “GUERRA”, nos invade el miedo a lo desconocido, a las probables consecuencias y sobre todo el sentimiento de solidaridad por los que la están sufriendo, más aún, cuando no nos ha abandonado del todo el virus que ha enlutado a todo el mundo.

Del temor cercano hemos pasado al terror lejano de estar a expensas de repercusiones, en el mejor de los casos, solo económicas hasta la terrible idea de una guerra entre potencias totalmente poderosas que pondrían en peligro muchísimas vidas. Ver imágenes desgarradoras de gente desplazada de sus hogares, nos debería llevar no solo a la tristeza sino a la acción.

Escuchar las sirenas aunque solo resuenen en la pantalla, nos hace pensar que en el día a día, y aquí en nuestro país, en nuestro estado, también muchos de los nuestros se enfrentan al miedo, a la desesperanza, a la impotencia, a las balas, a los golpes, a las humillaciones, al desplazamiento, a la invasión de lo que es suyo.

La violencia que se asoma de nuevo en la frontera, la nuestra, la de Tamaulipas nos obliga a exigir, lo que tanto trabajo y tiempo costó construir, defendamos la paz para que los nuestros y nosotros podamos vivir tranquilos.

Vivir en la polarización que vivimos, donde unos son los “buenos” y otros los “malos”, donde como en el conflicto tan lejano geográficamente, no somos hermanos, sino enemigos, no ayuda en nada a que este mundo sea un lugar mejor.

Pedir al mundo que sea la paz la que impere, querer llevar buenas relaciones con todos los países, hoy por hoy y aquí, suena a hueco, suena a falso y suena a burla. Como diría mi mamá, candil de la calle y oscuridad de tu casa.

El No a la Violencia, el No a la Invasión, el Sí al respeto, el Sí a la paz deberían ser la norma de todos los humanos desde siempre y parece ser que no entendemos ni allá ni acá, ni ayer ni ahora.

Obliguémonos a cambiar nuestro entorno respetando al otro, al cercano. Estamos a unos días que nuestro estado se vea inmerso en un proceso electoral, ojalá que definamos el rumbo del estado sin agresiones, ni violencia.

Vivamos en la paz, ya basta de polarización.